Para Cecilia Ivanchevich, curadora de la muestra que inaugurará este 11 de julio en el Bellas Artes, la obra de Luis Felipe Noé tiene un concepto claro: la estética del caos. Durante la obra de este artista nacido en Buenos Aires en 1933, donde actualmente reside (ha vivido también en París y en Nueva York), y que construyó entre 1957 y 2017, aparece una idea de disrupción, donde la armonía necesita ser revolucionada.
En su libro iAntiestética /ipublicado en 1965, "Yuyo" Noé -como se lo conoce en el ambiente artístico- escribió que "asumir el caos es asumir ese orden al que nos negamos en defensa de uno anterior". Colores fuertes con trazos exagerados, multitud de personajes que aparecen perdidos en el paisaje y un encuadre que tan solo logra atrapar una parte del todo, como una botella nadando en un océano inabarcable.
En 2008 García-Margalejo escribió justamente eso con lo que lucha la obra de Noé: "Para el pensamiento moderno, normas como lo centrado, adecuado y correcto eran imprescindibles; pues representaban la posibilidad de influir directamente no sólo en el funcionamiento del mundo, sino también en su creación". ¿Cómo hacer del arte una obra que permita pensar, no sólo el presente, sino también el futuro? ¿Cómo dar las pistas hacia donde está el rumbo de la humanidad? Esta muestra tiene algunas respuestas.
En ese sentido, esta "mirada prospectiva" que aparece en el título de la muestra da cuenta de dos cuestiones fundamentales: el artista mira hacia el futuro y las nuevas generaciones lo miran a él. Porque si algo hay que decir de Noé es que no quedan ancladas en un pasado sino que están dotados de una intensidad que se mantienen siempre en el presente.
Se reunieron 120 obras, entre pinturas, dibujos e instalaciones. Ivanchevich los ordenó (si vale aquí el término) en tres ejes de lectura. Por un lado la conciencia histórica donde el artista es un claro testigo de su época (desde la cita, la denuncia y la ironía la interviene); por otro, la visión fragmentada ya que muestra distintas realidades coexistentes dando cuenta del caos y la otredad; y por último la línea vital que guía la obra.
¿Qué encontramos de nuevo en esta muestra? En principio, una estructuración novedosa que permite recorrerla desde diferentes focos y dar cuenta, por ejemplo, de la participación de Noé en el movimiento de Nueva Figuración que formó junto a Ernesto Deira, Jorge de la Vega y Rómulo Macció, pero también de sus últimas realizaciones. Además, hay una serie de dibujos inédita de 1957 y otras especialmente creadas por el artista para esta exhibición, como la instalación iEntreveros/i, de este año, donde se utilizan fragmentos de espejos.
Sumergirse en la obra de este artista de 84 años, exponente del neoexpresionista argentino, es mirar de frente el caótico universo en el que vivimos y del cual formamos parte. La experiencia podrá ser traumática o aliviadora. Pero eso dependerá del espectador.
* Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva – Curaduría de Cecilia Ivanchevich
Del 11 de julio hasta al 20 de septiembre de 2017
De martes a viernes, de 11 a 20 horas, y sábados y domingos, de 10 a 20 horas
Museo Nacional de Bellas Artes – Pabellón de exhibiciones temporarias
La entrada es libre y gratuita
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