"Mis chicos estudian y trabajan todos. El problema es que se juntan con los vecinos y empezaron a escuchar esa música. Un día me encuentro con que tengo un grupo de protesta dentro de mi casa. Desde el de 18 al de 4 años, cantan todos", dice una señora morocha, robusta, de pelo corto y blusa roja, en una sala que simula ser sede de un tribunal de justicia. Corre el año 1997. Frente a ella está el doctor Luis Moreno Ocampo, prestigioso abogado, ex fiscal del juicio a las Juntas Militares, que ahora es conductor de un bizarro programa de televisión: Forum, la Corte del Pueblo. Moreno Ocampo la escucha con atención. Debe mediar entre dos partes en conflicto que intentarán resolver sus diferencias. Del otro lado del estrado está uno de los 13 hijos que tiene la señora, el de 17, el "demandado". El pedido de la mujer es que deje de escuchar punk rock, en especial la banda Flema, porque sus letras atentan contra la educación que le impartieron ella y su marido a toda la familia. Su recomendación es que escuche "música bailantera o a Los Fabulosos Cadillacs".
Algo tímido, con la mirada escondida debajo de una gorra con la imagen de una hoja de marihuana, está Jorge Retamar, el joven que intentará defender su derecho a elegir qué música escuchar. Retamar no parece querer rebelarse contra el sistema –al menos no todavía–, sí contra las diatribas de su madre. Apenas se ubica en su atril despliega una bandera argentina con el nombre escrito a mano de su banda favorita: Flema, claro. El jurado analiza el contenido de las canciones. "Son letras escritas por alguien que las vivió y que yo estoy viviendo ahora", argumenta Retamar.
A ese programa fue convocado también Manuel Ricardo Espinosa, cantante de Flema y autor de esas letras que tanto preocupaban a la mujer, porque hablan "de drogas, de muerte, de alcohol, de la policía". "La señora tiene suerte de tener el hijo que tiene. Nuestras canciones no lo van a deseducar. Cuando uno ve una película de asesinatos, no sale a matar gente. Esto es lo mismo, pero música", dice "Ricky" ante las cámaras de Forum. Y aclara que hay mucha "confusión y desinformación" sobre la banda y el significado de sus temas. En particular se detiene en uno que la mujer cita en varias ocasiones, pero erróneamente: "Si yo soy así", un himno para los seguidores de Flema. "La canción dice 'Si yo soy así NO es por culpa de las drogas y el alcohol'. No necesariamente se tiene que estar drogado para ser de una manera", aclara el músico.
Vahos del ayer
Nacido y criado en el barrio de Gerli, Avellaneda, en 1986, a los 20 años, se sumó como guitarrista al grupo que habían formado unos amigos de la zona, Flema, al que luego de varios cambios de formación reformuló y lideró.
Aunque se movió siempre en el ámbito subterráneo de la cultura rock, Ricky Espinosa fue uno de los más grandes exponentes del género punk en Argentina y en toda Latinoamérica. También fue muy cuestionado, incluso por colegas del punk. No era un músico virtuoso, tenía una voz aniñada y a la vez nasal, no era estéticamente atractivo ni tenía porte de frontman. Pero lo suyo era frontal y agresivo. Se pintaba la cara y salía al escenario, siempre con la idea de divertirse y provocar, algo que era capaz de hacer con sus propios seguidores. Junto a los músicos de Flema solían interpretar en medio de sus conciertos Honky Tonk Woman de los Rolling Stones, banda que adoraban, sabiendo cuánto fastidiaba eso a los punkis del público, por esa insólita aunque cierta antinomia que los enemistaba con los "rolingas". Cosas de tribus urbanas en los 90.
Las letras de Ricky eran ásperas, antisistema, introspectivas, callejeras, alcohólicas, narcóticas, suicidas, pero no eran un simple capricho del artista. Describían, también, una época. El desempleo, la desigualdad social, el sálvese quien pueda que gestó el "No Future" de la explosión punk en la Londres de 1977, se replicaba, salvando las enormes distancias, en la neoliberal década menemista de nuestra Argentina. "Por mi parte, el no futuro tiene que ver con fabricar los discos sin saber si los voy a vender", bromeaba el músico ante la prensa.
"33 cumpliré el día de mi muerte"
El lema "vive rápido, muere joven…" que adoptó el movimiento punk desde sus inicios –y que prácticamente nadie se toma en serio– se hizo carne en Ricky. También buena parte de lo que escribió en sus letras, en especial la idea de quitarse la vida. El 30 de mayo de 2002, a los 35 años, murió al arrojarse por una ventana en un quinto piso, en los monoblock del barrio Güemes de Avellaneda, esos edificios de diez pisos que hay detrás de las vías del Ferrocarril Roca y los estadios de Racing e Independiente. Poco se sabe sobre las razones que impulsaron a Espinosa a tomar tal decisión, aunque quienes lo conocieron lo notaban algo más deprimido que de costumbre en el último tiempo: se había peleado con Mercedes, el amor de su vida.
Esa noche estaban en casa de Luis "Luichi" Gribaldo, guitarrista de Flema. Habían estado bebiendo alcohol fino con jugo de limón después de grabar las voces de lo que fue 5 de copas, séptimo disco de estudio que salió en forma póstuma a la muerte de Ricky: "Estábamos jugando a la Playstation muy borrachos, pasandola bien, dentro de todo. Estaba la ventana abierta por el humo, porque estábamos fumando y de un momento a otro se tiró. Cuando me di cuenta ya tenía medio cuerpo afuera. No lo pude agarrar. Me quedé helado", recuerda Luichi hoy, al cumplirse 15 años de aquella fatídica noche en la que –lamentablemente– Ricky se convirtió en leyenda. Infobae habló con él y con otros dos viejos compañeros de la banda y de la vida de Ricardo Espinosa.
"Los Flema siempre fuimos todos un grupo de amigos. Pero con Ricky había una hermandad", recuerda Gribaldo con la voz quebrada.
Una suerte de Dr. Jekill y Mr. Hyde.
Nihilista, provocador, irreverente con la vida, la sociedad y las instituciones, pero bondadoso con los amigos y respetuoso con la gente. Quienes lo conocieron de cerca hablan de una persona de gran corazón, alegre al máximo cuando estaba sobrio, sumamente depresivo e impredecible cuando estaba bajo los efectos del alcohol.
Fernando Rossi, bajista y guitarrista de la banda desde sus comienzos, voz en la actualidad, fue testigo de ello: "El alcohol lo transformaba. Lo hacía hacer cosas que estando sobrio no haría. Nada grave, pero hacía cagadas. Y al otro día fresco era un señor inglés, decía que no se acordaba de nada y pedía disculpas. Yo lo definía así: Ricardo es el que te salva la vida o el que te quema la casa".
Luichi completa: "Nosotros ya lo conocíamos y sabíamos que era impulsivo y que en algún momento iba a bardear. Ya le teníamos el tiempo. Era cuestión de correrse un poco y dejar que se la mandara".
Nunca seré policía
No era un tipo rudo ni estaba en contra de todo. Lo que verdaderamente molestaba a Ricky era la hipocresía de la sociedad. "En los años 80 no era fácil salir con el pelo largo, cresta, campera de cuero, borceguíes, tachas, para la gente eras un loco. Lo veían a él morocho, con el pelo en la cara y se cruzaban de vereda. Ricky sufría la condena social. Eso lo jodía a él y a mí también", relata Juan Fandiño, guitarrista, antiguo fundador y compositor de temas que en los primeros años de carrera abrieron a Flema la posibilidad de participar en el mítico compilado punk Invasión 88.
"Íbamos caminando por la calle y nos paraba la policía. A mí me decían 'vos andate' y a él se lo querían llevar. Se sentía discriminado", agrega Fandiño, rubio y de ojos claros. Años después, Ricky repetiría en varias entrevistas que "Argentina es un país racista".
"Él fue muy discriminado –dice Rossi–. Por ser morocho, por su vestimenta, por tener el pelo largo. Alguna vez me contó que en una casa fue al baño y se metieron atrás a ver si se robaba un jabón. Esas cosas le dolían mucho".
Fandiño formó Flema junto a varios amigos, entre ellos Fernando Cordera (primo de Gustavo Cordera), y luego sumó a Ricardo Espinosa como guitarrista. De esa primera agrupación, solo quedó Ricky, quien más tarde pasaría a ser cantante junto a nuevos integrantes. Fandiño y Espinosa, sin embargo, siguieron siendo amigos siempre.
"Todos tomábamos, pero a Ricky le pegaba mal, se ponía triste. Melancólico. Siempre le preguntaba cuál era el motivo por el cual lloraba y nunca me sabía explicar. Hubo cosas que viví con él en las que demostró no tenerle miedo a la muerte. Es más, jugaba con la muerte. Era una persona cuando estaba sobrio y era otra muy distinta cuando estaba tomada. Se volvía un demonio. Pero como amigo era el mejor. Era recontra gamba", define Juan.
Fernando coincide y agrega que había un trato especial para él, pero que lo tenía ganado por su forma de ser: "A Ricardo se le perdonaban cosas que a otros no se lo perdonarían. Pero no porque fuera el líder de la banda, sino por el gran corazón que tenía. Él en las malas era un amigo de fierro".
Rossi recuerda el momento en que fue convocado por Ricky para sumarse a la banda. Había sido recomendado por su hermano mayor Santiago, amigo de Espinosa y bajista de Flema y Sin Ley que murió en 2004. "Ricky me dijo que vaya a la casa para una prueba. Y cuando llego me dice "vení, tomate una birra, escuchá esta canción. ¿Te gusta?". Yo pensaba que me iba a pedir que toque un tema de Led Zeppelin. La supuesta prueba no tenía nada que ver con lo musical, a Ricky le interesaba conocer a las personas. Después obviamente nos hicimos muy amigos", rememora.
"Mente retorcida, irrecuperable"
"Ricardo no era un reventado que no tenía nada en la cabeza. Tenía muchos códigos y era muy inteligente. Era un tipo que jugabas al ajedrez y te mataba. Muy instruido, conocía mucho de historia, de religión, de cultura. Podías hablar de cualquier cosa con él. Y lo que no sabía te decía 'yo de eso no opino porque no sé'", relata Rossi al describir a su amigo.
A Ricky le molestaban los "caretas", el culto al dinero, el culto a uno mismo. Por eso nunca quiso ser una estrella, aunque sabía que en el ámbito punk rocker su figura había tomado una trascendencia especial. "Yo no calculé nada para llegar adonde estoy, aunque tampoco creo que sea un lugar privilegiado. No me traicioné, nada más. Que no pasé inadvertido, sí, lo sé. Hay muchos que me odian por ser como soy y hay otros que dicen 'aguante Ricky'. Pero tampoco me lo propuse. Yo quería hacer la mía, nada más", dijo Espinosa en una entrevista en el año 2000, la única que aceptó dar en su casa, para un canal zonal de Avellaneda.
Renegaba de las apariciones en los medios porque "mienten", pero al mismo tiempo jugaba con esa exposición con inteligencia. "Hoy tengo un problema. Venir a dar una nota acá", le dijo a un joven Gustavo Olmedo en una entrevista para el canal Much Music.
Vestía una remera que tenía escrita una frase de Truman Capote. "Soy alcohólico, soy drogadicto, soy bisexual, soy un genio". "¿Leíste el libro donde está esa frase?", le preguntó Olmedo poniéndolo a prueba. "Lo leí pero no lo entendí", respondió irónico Ricardo.
Tras la muerte de Ricky, Flema dejó de existir. El resto de los integrantes formaron Topos y continuaron en los escenarios con dispar aceptación de parte del público. Pero en 2014, tras una serie de presentaciones en homenaje al cantante, decidieron relanzar el grupo y editar un disco bajo el nombre de Flema: No nos rendimos.
Casi todos los miembros de la nueva formación fueron parte de la historia del grupo y también de Ricardo. Rossi y Gribaldo, bajista y guitarrista de la banda de Gerli desde que grabaron su obra más emblemática, El exceso… (1994); más Juan Fandiño, creador del nombre y las primeras canciones. El nuevo Flema se completa con Sergio Lencina en la batería, y la voz la pone Rossi. Hoy se encuentran celebrando los 30 años de carrera, aunque hay quienes creen que sin Ricky no hay Flema. "Las críticas son válidas. Yo creo que tenemos que seguir, para escribir un poco más de la historia de la banda. Hoy no hay un Ricky, no hay un frontman, hoy somos todos iguales. Hay gente que no quiere que toquemos nunca más, aunque armemos una banda de rock and roll. Cuando ves eso tenés dos opciones, rendirte o hacer lo que querés hacer. Yo quiero tocar", dice Rossi.
A través de Flema y sus otros proyectos musicales –Flemita y su etapa solista– Ricky Espinosa supo construir una imagen, un mito y una carrera artística que, aunque no sea reconocida por el gran público y la industria del rock mainstream, marcó una época a fuego y dejó una brasa encendida que aún mantiene vivo al siempre agonizante punk rock local. Hoy siguen apareciendo otros jóvenes que, como Jorge Retamar en los 90, se niegan a escuchar la música que está de moda, prefieren algo que conecte con sus sentimientos más viscerales, que hable de lo que les pasa, que cuestione. Hay nuevos exponentes, claro. Pero Flema sigue siendo la banda punk de culto por excelencia. Y eso es en buena parte gracias a Ricky Espinosa.
"Al público lo veo cambiando constantemente, el punk rock es música para adolescentes. Generalmente cuando uno madura deja de lado la furia del punk rock. Otros se mueren, y unos pocos seguimos".