Entrar al Teatro San Martín es meterse dentro de un edificio con unas proporciones inmensas que, incrustado en pleno centro porteño, alberga no sólo a cientos de trabajadores, sino que también representa al riquísimo patrimonio cultural de nuestro país. Tras 18 meses de restauración, finalmente abrirá sus puertas: este sábado 27 de mayo se realizará un gran show que incluirá a más de 300 artistas en escena. En una visitada guiada por las autoridades y responsables de dichas remodelaciones edilicias -que fueron, sobre todo: modernizaciones-, Infobae recorrió ese monstruo cultural de mármol y hormigón que, tan sólo en breve, volverá a brillar como siempre lo hizo.
Ocho sillones "Barcelona" alrededor de una mesa espejo redonda es lo primero que se ve cuando los espectadores suben la escalera y entran al hall central del primer piso. A la derecha, del lado de la Avenida Corrientes, un mural enorme del maestro Luis Seoane llena de colores primarios todo el lugar. "Es un edificio con halls continuos", dice Sonia Terreno, arquitecta directora de la obra y señala, a los costados, las gigantescas columnas de mármol travertino que debieron refaccionar. La acompañan Jorge Telerman, director general del Complejo Teatral de Buenos Aires. También el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad, Franco Moccia, que agrega: "Es como tomar un cuerpo de 1954 y cambiarle el sistema circulatorio: modificar el exterior pero que quede igual".
Cuando a mediados de la década del 50, Mario Roberto Álvarez y Macedonio Ruiz llevaron a cabo semejante proyecto, todos quedaron boquiabiertos. Fue Arturo Frondizi quien finalmente lo inauguró en 1960. Álvarez aseguró que "averiguamos todo lo que se había hecho en el mundo en materia teatral, desde la época griega hasta la fecha" dejando en claro que la magnitud de la obra requería un profesionalismo impecable, el mismo que intentaron tener quienes lo acaban de restaurar.
La construcción tiene dos edificios, el que está en Avenida Corrientes, que tiene 11 pisos, y el que sale por Sarmiento, de 14, que es donde está el Centro Cultural y en donde funciona la Radio de la Ciudad, que esta semana cumplió 90 años; en el medio están las salas flotantes. Por ejemplo, la Martín Coronado que, si se la ve desde abajo, da la sensación de que un globo de cemento flota sobre tu cabeza. "La pregunta era cómo dotar de tecnología del siglo XXI a un edificio del siglo XX", continúa la arquitecta Terreno, que habla sonriente, comprometida con el trabajo realizado que incluyó a cientos de trabajadores y técnicos y que aún se sigue desplegando.
Las tres salas que han sido transformadas de forma contundente son la Martín Coronado, la Casacuberta y la Cunill Cabanellas. Desde la seguridad eléctrica hasta la red antiincendios, pasando por los vidrios cortafuegos, los tapizados de las butacas y los listones de madera curvos que propician la acústica. Las venecitas fueron puestas en valor y los camarines, los vestuarios, las salas de calderas, las técnicas… todo fue remodelado respetando la idea original de Álvarez y Ruiz.
Hoy el San Martín adquiere una lavada de cara que sólo puede verse por dentro. Los actores y trabajadores que padecían diariamente la peligrosidad de su mal estado, ahora pueden disfrutar de estar en uno de los edificios más importantes de nuestra cultura. Los espectadores también podrán hacerlo cuando, en pocos días, reabra y sus salas se llenen de arte, eso que nos hace ser quienes somos.
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