La vida de Lucien Hervé está atravesada por los caminos más disímiles e impredecibles. Como una ruta solitaria que, a medida que entra en la ciudad, se pierde entre las diagonales, los puentes, las autopistas, y pasa a ser otra cosa, algo más complejo y extraño: una vida dedicada intensamente al arte y al movimiento social.
Su verdadero nombre, cuando nació en Hódmezővásárhely, Hungría, fue László Elkán. Su padre, un adinerado comerciante de cuero, murió cuando él tenía 10 años, y su madre, una política local, le dieron una buena educación ligada a la música y el deporte, pero fue en su temprana adolescencia cuando se aleja de su círculo burgués y comienza a frecuentar a otros amigos, de clase trabajadora. Eso lo llevó a adoptar una posición más combativa y a alejarse del seno familiar. Entonces estudió economía y dibujo, visitó museos, trabajó como empleado bancario en París, como representante de artistas y también como diseñador de moda de alta costura.
Al ser despedido del banco, se unió al movimiento sindical franco-húngaro. Algo similar le ocurrió en la empresa de moda Patou, pero el proceso fue inverso: tras una huelga fue despedido. Los años de militancia lo llevaron a ser secretario general de un distrito de la Organización Central del Trabajo de París. Pero fue para 1938 que, al trabajar con el fotógrafo Miklós Müller, apareció su pasión por los flashes y los encuadres.
Dos años después, y tras un largo trabajo de fotoperiodismo, fue tomado prisionero de guerra en Hohenstein, Prusia Oriental. Allí la pintura empieza a ser su aliada, una forma de sensibilidad artística que le permite, en su situación de cautiverio, expresarse. Pero si todo esto parece poco, la historia sigue impredecible: fue prisionero de la Gestapo y al escapar y formar parte de la resistencia francesa en Grenoble, decide cambiar su nombre a Lucien Hervé.
Fue en 1949 cuando comienza a encontrar un destino claro, el trabajo que lo hará destacarse. La revista de arte eclesiástico L'Art Sacré lo envía a Marsella para fotografiar la Unidad de Habitación de Le Corbusier. Las 650 fotos dejaron muy impresionados al arquitecto que, de inmediato, le pidió que sea su fotógrafo personal. Desde ese momento, y pese a que su biografía sigue con tantos caminos, puentes y autopistas, su fotografía y la arquitectura estarán enlazadas de manera única.
¿Quién fue Le Corbusier? Uno de los arquitectos y teóricos de la arquitectura más importantes de la historia. En la primera mitad del siglo XX, y algunos años entrados la segunda, realizó construcciones de una vanguardia pocas veces vistas. Muchos países guardan con orgullo y cuidado esas obras. En Argentina, una muy especial y emblemática es visitada por curiosos del arte en general. Se trata de la Casa Curutchet ubicada en la ciudad de La Plata. Se construyó entre 1949 y 1953. El año pasado fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Mañana, sábado 27 de mayo, desde las 18:30 se proyectará el documental Lucien Hervé, fotógrafo a su pesar, dirigido por Gerrit Messiaen. Será en el Museo de Arquitectura, MARQ (Av. del Libertador 999, esquina Callao) donde, además de ver la película, se puede recorrer la muestra titulada Retrospectiva fotográfica que cuenta con fotos de otras obras arquitectónicas, como las de Oscar Niemeyer en Brasilia, la torre Eiffel, el Partenón, la abadía de Le Thoronet y el Machu Pichu. También, como cierre de la muestra, los arquitectos Eduardo Maestripieri, Ricardo Palmadessa y la curadora de la muestra Leila Makarius abordarán la obra de Hervé, moderados por Julio Valentino.
*La entrada libre y gratuita, sólo hay que inscribirse en museo@socearq.org. No se suspende por lluvia. La proyección se realizará en la sala del 2do piso. Acceso solo por escalera. MARQ, Av. del Libertador 999.
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