La noche que los libros ganaron la calle

Con la presencia de Samanta Schweblin, Paloma Herrera, Felipe Pigna, Soledad Pastorutti y muchísimos escritores y artistas, ayer se vivió la décima edición de “La noche de las librerías”.

Esta fue la 10° edición de “La noche de las librerías” (Foto: cortesía del Gobierno de la Ciudad)

La avenida Corrientes se convirtió ayer en una librería gigante, por la que pasaron, según datos oficiales, alrededor de ochenta mil personas. Con varios escenarios ("livings") en la calle, en bares y en centros culturales, las actividades comenzaron a las 18 y se extendieron hasta la medianoche, con un recital a cargo de Soledad Pastorutti.

Mientras en el primer piso de la confitería El Gato Negro leían cuentos Mariana Enriquez, Horacio Convertini y Enzo Maqueira, entre otros, en Corrientes al 1500 Florencia Canale y Cynthia Wila hablaban de amor, y casi a la altura de Callao, la astróloga Jimena La Torre hacía predicciones en vivo a todo el que le hiciera una consulta. "Tratamos de armar un mix", explicaba a Infobae Andy Freire, ministro de Modernización de la Ciudad y responsable de la organización del evento: "desde escritores como Eduardo Sacheri hasta Paloma Herrera, que presenta su autobiografía. Apuntamos a generar una oferta diversa para apelar a todos los gustos".

Justamente Freire estuvo a cargo de la entrevista al fotógrafoBob Gruen, que trabajó para John Lennon, Freddy Mercury, The Clash, Tina Turner, Patti Smith y tantos otros. "Acompañé a los Sex Pistols en una gira por Estados Unidos", contó el estadounidense entre miles de otras anécdotas, "y vivimos cosas muy salvajes. Hubo un show en el que Sid empezó a besarse con una chica de la primera fila hasta que ella le pegó una trompada en la nariz. A él le sangraba, pero seguía cantando. No estaba dolorido, en todo caso parecía que la estaba pasando bien". (Mañana se inaugura la muestra de Gruen en el Centro Metropolitano de Diseño, con más de 70 fotos y videos).

Bob Gruen habla de su experiencia como fotógrafo de John Lennon (Foto: cortesía Gobierno de la Ciudad)

Todos somos lectores

¿Qué leían San Martín, Moreno y Belgrano? Felipe Pigna habló en el bar La Paz sobre las lecturas favoritas de los próceres: Voltaire, Rousseau y el Contrato social, entre lo más destacado. Belgrano podía acceder a esos títulos porque pertenecía a una familia pudiente; Moreno los leyó en la biblioteca de un obispo. San Martín, además, era un ferviente admirador del Quijote. Tenía varios ejemplares subrayados. Y, parafraseando aquel capítulo en el que Sancho Panza es coronado rey de la ínsula Barataria, se refería a Mendoza como su ínsula cuyana.

“A veces nosotros dejamos finales abiertos para que el lector sea quien los complete, pero el director, como buen lector, elige uno”, Claudia Piñeiro

Mientras Pigna hablaba de los padres de la patria, Claudia Piñeiro y Guillermo Martínez participaban en el panel "Del libro al cine y al teatro", junto con Érika Halvorsen (autora de El hilo rojo; anunció que a fin de año sale Desearás) y el productor teatral Diego Kolanskowsky. Fue un encuentro muy interesante para comprender cómo es el proceso de una adaptación. Martínez contó, por ejemplo, que cuando filmaron Crímenes imperceptibles, Alex de la Iglesia —el director— le dijo que, si bien entendía que el personaje de Arthur Seldon se movía como entre sombras, en la película tenía que tener un rol más presente porque lo iba a interpretar John Hurt. Así fue como decidieron que un histrionismo exagerado fuera la manera de volverlo más opaco. ¿Y por qué las películas cambian el final? Claudia Piñeiro arriesgó una idea: "A veces nosotros dejamos finales abiertos para que el lector sea quien los complete, pero el director, como buen lector, elige uno".

La charla más convocante, sin dudas, fue "¿Dónde se esconde la realidad en la ficción?", en la que participaron Sergio Olguín, Esther Cross y Samanta Schweblin. Con la moderación de Jorgelina Núñez, los tres autores hablaron sobre esa relación tan conflictiva —y productiva— para los escritores. "La realidad es disparador de la ficción", señaló Olguin, autor de la reciente novela 1982, "es una materia narrativa importante". Cross (Tres hermanos) estrechó aún más el vínculo: "La ficción es una forma de entender la vida", dijo.

“Escribo buscando generar la tensión en mí, como si estuviera leyendo eso que escribo”, Samanta Schweblin

Schweblin, que esta semana fue nominada para el prestigiosísimo premio Booker International, buscó mostrar cómo las palabras pueden desautomatizar la percepción del lector. "Escribo buscando generar la tensión en mí, como si estuviera leyendo eso que escribo", dijo. Y dio un ejemplo: "Si escribo 'Estoy en la playa con mamá y papá', cualquiera de nosotros pensaría en que la narradora es una nena, sus padres tienen entre 30 y 40 años, es un día de sol, caluroso, la madre está en bikini y el padre en maya. Pero qué pasa si es de noche, hace frío, la que habla tiene 50 años y el padre, de 80, acaba de suicidarse y la madre lo está sacando del agua. Hay que buscar romper el sentido para no caer en los lugares comunes".

Según cifras oficiales asistieron alrededor de 80.000 personas (Gobierno de la Ciudad)

El impacto en las librerías

La postal más representativa de la noche fue la de librerías a reventar de gente. Había colas para ser atendidos, colas para los puestos de informe, colas para pagar. "A nivel de facturación, hoy crecemos entre tres y cuatro veces más que lo habitual", señalaba Ecequiel Leder Kremer, director de la librería Hernández. En los comienzos, La noche de las librerías se hacía cerca de fin de año, pero desde la edición pasada se movió a marzo. "Desde el punto de vista comercial", seguía Leder Kremer, "es mejor en diciembre porque hace mucha sinergia con las fiestas".

“La relación entre las ventas y los gastos no está cerrando”, Ecequiel Leder Kremer

Una celebración tan masiva de la cultura, brinda también la posibilidad visibilizar protestas. Ayer, editores, libreros y trabajadores gráficos organizaron el "Gran librazo nacional", regalando 30.000 libros —número sensible para los argentinos— en diferentes ciudades del país, con la consigna "Para que la industria nacional y las librerías no desaparezcan".

"La relación entre las ventas y los gastos no está cerrando", explicaba Leder Kremer, quien entregaba volantes del librazo a sus clientes: "Los gastos se han ido para arriba en forma exorbitante y las ventas han involucionado. Estamos viendo el año con un poco de reserva, por no decir temor. Si las ventas no mejoran, el sector editorial, el sector librero va a tener que afrontar momentos sumamente difíciles".

"El año pasado, dependiendo si se ve a nivel editorial o a nivel librería, las ventas cayeron entre un 10 y un 12%", decía Freire —aunque algunos índices privados hablan del doble—, "fue un año difícil para todas las pymes. La mejor respuesta que podemos dar desde la Ciudad es hacer este evento lo mejor posible, porque eso, en el fondo, redunda en ventas. No podemos controlar ni la importación de los libros ni cómo se maneja la industria, pero sí podemos tratar de que se venda más", cerraba.

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