A partir del sábado 18 de Marzo y hasta el 31 de Julio, por primera vez en la Argentina, se podrá visitar la obra de Yves Klein. Considerado un neodadaísta (el dadaísmo había precedido a los surrealistas antes de la Primera Guerra Mundial), Klein -nacido en 1928 en Niza, Francia, y fallecido 34 años después en París- se convirtió en uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX.
Hasta hoy su obra sigue inspirando a nuevos artistas por su audacia y su visión revolucionaria del arte. Fundador del arte inmaterial, precursor de la música contemporánea y polémico pintor cuyo pincel eran los cuerpos de mujeres desnudas, Klein marcó los desarrollos del arte hasta nuestros días. En esta retrospectiva se podrán apreciar las obras más representativas del artista que contribuyó a crear el arte más actual.
¿Se puede realizar un cuadro sin líneas, sin contorno, sin formas, sin personajes? ¿Se puede realizar música sin melodía? ¿Se puede sentir una obra antes que ser comprendida, es decir, que la obra sea total y no atravesada por la intermediación de la línea o la figuración?
Estas preguntas son respondidas afirmativamente al recorrer la trayectoria de Yves Klein. Hijo de un pintor figurativista y de una pintora abstracta, decidió condensar las corrientes en las que había desarrollado su propio aprendizaje artístico y superar la "problemática del arte", como él la llama en uno de sus escritos, para que la pintura deje de estar en función del ojo -de la mirada- para pasar a ser en función de la propia vida. Retomaba así, a principios de la década del cincuenta, los postulados de la vanguardia de fusionar arte y vida, pero aprovechando las enseñanzas que aquellos precursores habían ofrecido con sus propias obras y conceptos.
Una de sus intervenciones más impactantes es la famosa serie de monocromos azul marino. Según Klein, con el monocromo -un solo color, "la misma tonalidad, valor, proporción y tamaño", según escribe- se accede a la "libertad total del espacio sensible". Con esta concepción del arte Klein llegó a la creación de un color propio, creado por él mismo, y que registró legalmente y que hasta el día de hoy sigue siendo utilizado por diseñadores de todo el mundo. Este color fue denominado "International Klein Blue" (IKB). La singularidad de este color no está en sus pigmentos sino en el aglutinante de resina sintética que permite mantener su intensidad cromática.
Klein se declaraba "en contra de las líneas y de todas sus consecuencias": para él, el color era lo fundamental: lo dominante, la libertad, el camino a lo absoluto. Según sus palabras: "Las líneas encarnan nuestro estado mortal, nuestra vida emocional, nuestro poder de razonamiento e incluso nuestra espiritualidad. Son nuestra fronteras psicológicas, nuestra historia, nuestra educación y esqueleto, nuestros defectos y deseos, nuestros poderes y estratagemas. El color, por otra parte, es más natural y humano, inunda la sensibilidad cósmica. La sensibilidad pictórica, a diferencia de lo que la línea podría hacernos creer, no está llena de grietas y rincones ocultos. Es como la humedad en el aire; el color no es sino sensibilidad convertida en materia, materia en su estado primigenio".
Klein introdujo ese mismo concepto en su intervención musical con la Sinfonía monótona, compuesta en 1947, cinco años de la composición de 4'33'' de John Cage, considerado uno de los fundadores de la música contemporánea y experimental (en ella, Cage se posaba frente al piano para, en tres movimientos, dejar fluir el silencio por cuatro minutos con treinta y tres segundos). Su Sinfonía monótona consiste en un sonido de veinte minutos de un solo acorde, seguido de veinte minutos de silencio. Esta sinfonía, decía Klein -que, como se ve, intentaba reflexionar sobre su obra a cada paso- "genera un sensación de vértigo, de aspiración de la sensibilidad fuera del tiempo. Esa sinfonía no existe y al mismo tiempo está ahí, salida de la fenomenología del tiempo, porque no nació ni murió nunca, después de existir, sin embargo, en el mundo de nuestras posibilidades de percepción conscientes: es el silencio… presencia audible". Martín Bauer, director del Teatro Argentino, pondrá una versión de la Sinfonía monótona durante la retrospectiva.
Una de las acciones más polémicas de Klein son las que realizó con cuerpos de mujeres cubiertos de pintura. Yves Klein rechazaba el pincel por ser demasiado psicológico y por llevar al autor a encerrarse en sí mismo. Con la utilización de cuerpos vivos a modo de pincel el artista lograba una distancia entre él mismo y la obra. "La razón que a mí me empujaba a emplear modelos desnudos no es para nada evidente: era una forma de prevenir el peligro de enclaustrarme yo mismo en los lienzos, en las esferas demasiado espirituales de la creación". Este tipo de obras denominadas "Antropometrías" se realizaban frente al público, con las modelos desnudas cubiertas en pintura y guiadas por Klein, que al realizar este tipo de acciones se convirtió en un precursor de los happenings que marcarían la loca década de los sesenta. Es lícito preguntarse si, en medio de la irrupción de las mujeres, estas "antropometrías" no podrían ser catalogadas como "cosificaciones" de los cuerpos femeninos y condenadas por el sentido común actual.
Sin embargo, quizás su faceta más revolucionaria se encuentre en su concepto de "arte inmaterial". Se trata de la creación de un clima pictórico real sin la intermediación de la apariencia física transmitida por líneas, contornos o formas, es decir: invisible. En 1958 realizó una muestra "inmaterial" en la galería Iris Clert, de París: se trataba de un salón blanco vacío. El estado pictórico antes creado con los cuadros monocromos ahora se encontraba en el espacio de la galería vacía. Luego de esta exposición, se propuso instalar varios de estos espacios vacíos en distintos lugares de París. Para resaltar esa inmaterialidad, planteó, por ejemplo, iluminar el Obelisco de la plaza Concorde de tal modo que se tornara azul: así, el color, la cosa tangible, la materia prima quedaría en el exterior dando paso a lo inmaterial en la sala vacía. Klein pidió que se le pagara en oro para remarcar el contraste entre dos materiales puros tales como el oro y el vacío. Luego, tiró al río Sena el oro. En un un mundo artístico atravesado por el mercado, la transacción de ese mineral noble por el vacío mismo implica un gesto radical.
"Tiene una gran actualidad, lo que hizo hace sesenta años sigue teniendo toda su potencia artística y por eso es considerado como un artista de artistas, para quienes sigue siendo una inspiración -dice a Infobae Daniel Moquay, coordinador del Yves Klein Archives y curador de la retrospectiva en Proa-. Si Andy Warhol es considerado como el introductor de la materialidad cotidiana al mundo del arte, el planteo de Klein sobre un arte inmaterial sigue conservando su radicalidad. Es a la vez un antecesor del arte performativo contemporáneo más actual. A la vez, tiene un planteo polifacético: su intervención con la Sinfonía monótona hace que se valorice aquello que queda muchas veces oculto: el silencio. En una reciente exposición en Estados Unidos, se tocó la Sinfonía monótona en una catedral. Los músicos y los cantantes que repetían solamente una nota por veinte minutos y veinte minutos de silencio hacían que fuera una experiencia religiosa".
-¿Serían aceptadas hoy sus "antropometrías" en las que las mujeres eran los pinceles del artista?
-Me han dicho que se puede pensar esas acciones como una cosificación de las mujeres. Sin embargo, cada vez que me dijeron esto yo planteé que Klein había realizado lo mismo con modelos masculinos e incluso él había sido un modelo-pincel. Entonces la obra de Klein con los cuerpos le brinda una nueva significación a los cuerpos, pero no en el sentido de su objetivación y cosificación, desnaturalizadora o machista, sino que le otorga formas novedosas de intervención a través del cuerpo mismo.
Desde este sábado en en la Fundación Proa, que queda en pleno Caminito en La Boca (Pedro de Mendoza 1929), el público local podrá introducirse en esta experiencia de espacio total, de un arte independiente de sus medios, de libertad absoluta. Una obra que sigue influyendo al arte de este siglo XXI y que permite atravesar una experiencia artística radical.
*Yves Klein. Retrospectiva. A partir del sábado 18 de marzo y hasta el 31 de julio. Fundación Proa, Pedro de Mendoza 1929. De martes a domingo, de 11 a 19. Admisión: hasta las 18. Lunes cerrado.
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