La gestión cultural es una carrera nueva y que conoce cierto boom en Argentina en los últimos tiempos, tanto en Institutos como en Universidades. Más en general, la idea de la política cultural es algo relativamente reciente. Como señala el doctor Enrique Banús en esta charla con Infobae, el primer país en tener un Ministerio de Cultura fue Francia en el año 1959.
¿Qué es un gestor cultural y qué podemos esperar de la profesionalización creciente de esta actividad?, es uno de los interrogantes que responde este especialista en el tema, con un par de décadas ya de experiencia en la formación de mediadores culturales.
Doctor en Literatura Comparada, Enrique Banús ha sido coordinador de la Especialidad de Gestión Cultural en la Universidad de Navarra y Director del Máster de Gestión Cultural en la UIC de Barcelona; actualmente es director de Posgrado y Extensión de la Universidad de Piura (Perú).
Del 25 al 27 de agosto, Banús dictará un seminario en el Instituto de Cultura del Centro Universitario de Estudios, CUDES, Vicente López 1950, Ciudad de Buenos Aires): sobre el tema "Sociedad y desarrollo: el gestor cultural hoy". Lo acompañarán Teresa Anchorena (presidente de la Comisión Nacional de Monumentos), Jorge Telerman (director del Complejo Teatral Buenos Aires), Nino Ramella (periodista y gestor cultural) y Adhemar Bianchi (director del Grupo de Teatro Catalinas Sur).
— Doctor Banús, nos cuenta, para los que no sabemos, ¿qué es un mediador cultural?
— Mediador cultural es toda aquella persona que hace de puente, por así decirlo, entre la cultura y la sociedad. Es un modo de decir, porque la cultura está en la sociedad. Pero hay que hacerla visible, hay que transmitirla, hay que seleccionar una parte de la cultura y decirle a la sociedad: miren ustedes lo que hay aquí, yo les voy a facilitar que ustedes lo comprendan, que ustedes lo conozcan y puedan formarse su propia opinión crítica sobre esta parte de la cultura que yo les presento. Eso es un mediador: alguien que selecciona, que presenta, que acompaña y que entra en un diálogo con la sociedad a partir de la cultura.
— En esta sociedad en la cual hay un triunfo absoluto de la economía de mercado, donde la masificación de la tecnología es obvia, ¿importa la cultura?
— Importa muchísimo. Fíjese usted que a los niños, ¿qué se les cuenta?: historias; ¿qué se les canta?: canciones. Y luego sí, se les sienta delante del televisor y ahí están viendo los mismos dibujos animados que los niños de todo el mundo. Esa transmisión de la lengua, de la historia, de la música, todo eso es cultura. Y luego, ¿qué hace el ser humano cuando tiene una pena, una alegría, cuando quiere comunicar algo? Canta, narra su propia historia, nosotros contamos la historia de nuestra vida, me pasa esto, me pasa aquello. Todo eso es cultura. Nos sentimos identificados con ciertas melodías, con ciertos símbolos, con ciertos relatos, con ciertos personajes. Todo eso es cultura. Otra cuestión es que podamos decir: no se dedica suficiente presupuesto público a la cultura como parte de la vida social. Por supuesto, ahí toda reivindicación siempre será buena. Pero de lo que hay que darse cuenta es de que vivimos en una cultura y, queramos o no, somos transmisores de cultura. Por lo tanto, una cosa es la presencia económica de la cultura y otra cosa es la cultura en la vida real de cada ciudadano, de cada persona.
Ha habido avances en democratización de la cultura: lo que era propio de una clase social dada, ahora es accesible, aunque con muchas limitaciones todavía, a más personas
— Hoy se habla de la democratización de la cultura; me gustaría saber si cree que se está produciendo ese fenómeno y en qué se manifiesta.
— La democratización de la cultura es una vieja idea de las políticas culturales, que empiezan hace relativamente poco: el primer Ministerio de Cultura se funda en 1959 en Francia. Y la idea de la democratización es que cada vez más personas participen en actividades culturales institucionales, es decir, hechas desde los equipamientos culturales: teatro, museos, orquestas, etcétera, etcétera. Es evidente que ha habido avances, que lo que era propio de una clase social determinada ahora permite el acceso, parcialmente y con muchas limitaciones todavía, a más personas. Por otra parte también está toda la creación de cultura unida al desarrollo, local y comunitario. O sea, se ha visto que la cultura también es un gran factor de desarrollo de las personas y de las sociedades. Aunque esto no era el concepto originario de democratización de la cultura, también hay que tenerlo en cuenta. Hay muchas más actividades culturales que se lanzan con proyectos sociales, con proyectos educativos y con proyectos de desarrollo. Esto me parece muy importante y muy a tener en cuenta.
— ¿Existe una cultura latinoamericana?
— Tengo muchos problemas con este concepto, con los conceptos colectivos de cultura en general. Pienso que la cultura básicamente es algo propio de la persona, que cada persona tiene su cultura. Pero luego es verdad que hay elementos comunes que compartimos con otras personas en planos varios, en el plano local, en el regional, en el plano nacional y también en este caso continental. Ahora bien, hay que ver que aunque haya elementos comunes, también las diferencias entre México, Paraguay, Chile, Bolivia o la Argentina son muy importantes. Por lo tanto habrá algunos rasgos comunes a identificar y que yo tampoco sé exactamente cuáles son, pero junto a esto tener en cuenta la gran diversidad. Y esto también supone una gran riqueza. A veces se habla de la complejidad o de la diversidad casi como algo negativo; me parece que no, me parece que la diversidad es riqueza y que junto a ese denominador común que permite un diálogo también la diversidad es un elemento apasionante de la cultura, un elemento que trae grandes , porque hay que abrirse a la alteridad, al otro, a modos de enfocar distintos, pero también genera unos intercambios extraordinariamente enriquecedores.
— Uno anteriormente miraba la cultura como un fenómeno de escritores, de pintores. ¿Hoy hay un modo de disputarles a los escritores ese privilegio de ser los que forman cultura?
— Bueno, como casi todo en estos tiempos que vivimos, esto tiene una extraordinaria complejidad; estos tiempos no son nada fáciles. También nos falta la perspectiva histórica que facilita el clasificar las épocas, los tiempos, los movimientos. Pero los escritores siguen estando ahí, y uno ve que cuando un escritor alza la voz, incluso en temas que no son estrictamente literarios, pues eso tiene una importancia, tiene una relevancia. Pero sí, efectivamente hay mucha gente que escribe, se ha hecho muchísimo más fácil publicar, ahora no hace falta invertir mucho para publicar en un blog, en una página web, en Facebook, y el panorama en ese sentido se ha ampliado muchísimo, ya no hay que pasar filtros de editoriales con sus orientaciones, o filtros económicos, entonces hay muchísima gente escribiendo y publicando. En realidad, siempre ha habido mucha gente escribiendo, lo que pasa es que antes mucha gente escribía para sí misma y guardaba las cosas, las tenía por ahí y las enseñaba a los amigos. Ahora, con esta posibilidad de poner al descubierto la vida interna de uno, pues también se pone al descubierto los escritos de uno. Pero sigue habiendo escritores consagrados, con razón o sin ella, existen las modas literarias, existen los escritores muy famosos en un momento y que luego desaparecen de la historia y también existen los que aparecen en un momento y quedan para la historia.
Borges es un precursor de la modernidad y una figura de referencia
Hablar de cultura en la Argentina es hablar siempre de un referente, incluso muy debatido por lo ideológico, que es Jorge Luis Borges. ¿Qué cree usted que es Borges para la cultura?
— Bueno, no soy un experto en Borges y por lo tanto lo que yo diga tiene una relevancia menor, pero a mí Borges me parece un personaje interesantísimo, un personaje que en cierta medida se representó a sí mismo, Borges hace de Borges. Esto pasa con bastantes escritores y es muy divertido, casi, casi se convierten en un personaje literario, ¿no? En ciertos aspectos es un precursor de la posmodernidad, con toda esa fusión de planos, esa realidad imaginada, virtual, que tiene pues la misma vigencia que la realidad real, como ese juego del Quijote escrito idénticamente o el mapamundi a escala uno a 1uno. En fin, hay ahí toda una serie de elementos muy interesantes que se adelantan a lo que luego va a ser la posmodernidad, ese relativizar lo real. Borges también tiene un elemento lúdico importante, en el fondo es un niño juguetón, es lo intelectual llevado a un altísimo nivel. Es un personaje de referencia, sin duda muchos escritores posteriores han mirado hacia Borges y yo creo que es un autor que indudablemente quedará en la historia como literato pero también por esa vertiente de precursor y de figura de relevancia para la historia de la cultura.
— En la Argentina en particular y en Latinoamérica en general, funcionó en los últimos tiempos la expresión "cultura nacional y popular", "Nac&Pop" ¿Le sugiere algo esto?
— Me sugiere una tendencia que está muy presente en algunos países y que tiene su cara y su cruz como casi todo. Es un intento de reescribir la historia, la historia cultural de los países. Es algo presente aquí, en América, y en otros países del mundo. En España estamos continuamente con la pregunta de quiénes somos, con la cuestión identitaria y de cómo nos definimos. Toda identidad al final es una definición. Y es una definición que tiene unos procesos de inclusión y de exclusión, es decir: usted es uno de los nuestros pero usted no es uno de los nuestros porque no cumple uno de los criterios que hemos considerado esenciales. Una de las preguntas que se impone es quién define los criterios esenciales, que al cabo de los tiempos van cambiando; de pronto emerge algo que ahora es esencial y antes no lo era y viceversa. Entonces me parece que es una vuelta más en ese continuo proceso identitario y que tiene las mismas ventajas que son crear identificación, crear cohesión, crear también la idea de un desarrollo propio, y los mismos inconvenientes que todo proceso identitario, siendo básicamente el inconveniente máximo esa inclusión-exclusión.
— ¿Contiene una dosis de sectarismo la expresión "cultura Nac&Pop"?
— Puede contenerla, claro; estas expresiones luego se pueden interpretar de muchas maneras y hay gente que la interpreta de una manera más abierta, más integradora, y hay gente que la interpreta en forma más excluyente y hasta sectaria. Puede contenerlo, pero no es necesario que sea así. Quiero decir que esto depende mucho de en boca de quién está puesto y ahí hay que ponerle notas a pie de página para decir "ésta es una interpretación abierta y ésta es una interpretación problemática".