—Alcanzaste dos hitos importantísimos. Por un lado, llegaste a cantar en el Colón y, por el otro, tu música se asoció con el fútbol. ¿Cuál de los dos te enorgullece más?
—Las dos cosas. Lo del fútbol es fantástico, porque me acerca a los hombres. "Me das cada día más" es una canción que está muy ligada a Diego Maradona, a los mundiales, me convierte en una cantante súper popular. Y lo del Colón es algo tan difícil de alcanzar para un artista que no tiene que ver con la lírica, con la ópera, ni con el ballet. Para los cantantes populares hasta hace muy poco tiempo entrar al Teatro Colón no estaba muy bien visto, ni muy permitido. Canté antes en el Carnegie Hall, pero en el Colón no había tenido esa oportunidad. Fue tremendo, algo único que voy a tener en mi corazón de por vida.
—¿Te gusta que estén intentando acercar el Colón a la gente?
—Por supuesto. El Colón es un cacho de cultura nuestra, no debe perdérselo ningún argentino, es fantástico. Los que somos artistas populares acercamos a un público al Colón que de otra manera no hubiera conocido esa maravillosa arquitectura. Agradezco mucho que las autoridades hayan abierto la cabeza para que se den cuenta de que el Colón es de todos.
—¿Estás con ganas de hacer tele?
—Sí, me encanta la tele. Cuando hice Esperanza mía, el Chueco me llamó y quería que estuviera más tiempo, pero mi actividad es grande todavía, hago muchos shows por el interior y se me complica, porque es muy esclava la tele. Es duro, pero no hay nada que me guste más que la tele.
—¿Te gusta más la tele que el escenario cantando tus temas?
—No. Todo lo que tenga que ver con mi parte artística me encanta. Me gusta mucho meterme en un estudio y grabar. El vivo me conecta con la gente de una manera increíble. Pero la tele es algo que todavía me apasiona y me sorprende. Y si me preguntás en teatro, el musical es el género más completo que hay para mostrar a un artista. Tengo en mente uno que vi hace mucho pero que es muy caro, Sunset boulevard, que hizo Glenn Close. Estoy madura para encarar un personaje tan dramático. Si hay algún productor que se atreva…
—Hoy justo que no están nada preocupados: entre la ley de actores y la luz en el teatro, tomen nota.
—Pero te digo que ganaríamos mucha plata (risas). El otro día fui a ver a Guillermito Fernández haciendo Gardel, que es impagable lo que hace. Hicieron un minuto de silencio a favor de los empresarios teatrales por esta suba desmesurada de la luz y de tantos servicios.
—¿Apoyás?
—Sí, por supuesto. Lo de los teatros es tremendo, porque no se puede prender una marquesina. ¿Cómo hacés? No podés ver. Además, lo que gasta un teatro normalmente, imaginate con el incremento este que hay. Es una locura.
—Interpretaste a Evita.
—Sí.
—¿Harías a Cristina [Kirchner]?
—No. No se me ocurre qué podría hacer. Con Evita tenía muchas cosas en común, porque la historia que mostraba Harold Prince era de mucha fuerza, de mucha energía.
—¿Cómo estás viendo al país?
—Difícil. Si no estamos en crisis, estamos ahí, a un pasito de otra crisis. Desde que tengo uso de razón que estamos en crisis, pero es un país que tiene recursos muy buenos para salir adelante. Yo soy bastante apartidaria, no apolítica: apartidaria. No es que soy de un partido o de otro, pero si hay un Gobierno elegido, hay que apoyar a ese Gobierno; si le va bien, nos va bien a todos.
—En los últimos años nos acostumbramos a pelearnos por temas políticos, con amigos, con familia…
—Es tremendo, me pasó.
—¿Tuviste distanciamientos con gente?
—Con mis hijos. Tengo hijos partidarios del gobierno anterior, otros de este Gobierno. La verdad es que yo creo que uno mismo se pone esa famosa brecha que hay. Los Gobiernos no son los que ponen la brecha, somos nosotros que no estamos acostumbrados a poder dialogar. Sí estoy de acuerdo en que haya diferentes opiniones, lo que me molesta es que no sepamos discutir en el buen sentido, porque no nos pasa solamente en política, nos pasa en River-Boca, nos pasa en un montón de cosas que el fanatismo nos ciega.
—Ustedes tienen encuentros familiares muy seguido, ¿qué hacés en esos momentos en que se empiezan a pelear?
—Decidimos no hablar más de política.
—¿Se prohibió la política en la mesa?
—Se prohibió hablar de política, sí. Viste que cuando vos querés hacer entender algo a alguien, de cualquier tema, y el otro no ve y no comprende, vos decís: "No puede ser que esta persona que yo sé que es inteligente no se dé cuenta". Como no se puede llegar a un consenso, lo que hicimos fue: "Basta, no hablamos más de política", y estamos bárbaro ahora. Cada uno tiene una opinión y está bueno que sea de esa manera. Lo que tenemos que hacer los argentinos es aprender a convivir con las distintas opciones y con las distintas opiniones.
—¿Estás preparada para los shows?
—Re preparada, ensayando a full con los músicos todas las cosas nuevas. Siempre pienso, cuando armo un nuevo espectáculo, que me podría quedar cantando "Mentira", "Piensa en mí", "Ámame en cámara lenta", y la gente estaría chocha y se iría feliz, pero a mí me gusta sorprender al público.
—Hablando de los clásicos, tengo algunos temas tuyos que quiero ver a quién le dedicarías hoy. Por ejemplo: "Qué ganas de no verte nunca más".
—A muchísimos, la dediqué en su momento. Ahora no, estoy tan bien realmente que no puedo.
—¿No hay nadie, más allá del amor, a quien le digas: "No te cruces por mi camino"?
—No soy tan determinante. En la vida creo que hay que pensar antes de tomar determinaciones que después te dejan el corazón herido. Uno siempre tiene que dar una oportunidad más.
—"Como una loba". ¿Qué te pone como una loba?
—Como una loba es una actitud de vida más que nada, es llevarse el mundo por delante, sentirse seguro de uno mismo y mantener el sex appeal. A mí me encanta gustar y me gusta brillar, como a cualquier artista. Nos alimentan el ego cada vez que nos dicen: "Qué bien que estás", "qué flaca", "se te ve divina". Lo bueno es que uno sepa equilibrar y darse cuenta que a veces está bien tener un poquito de ego, pero bajar a tierra cuando es necesario.
—¿Es muy difícil el papel del artista sujeto a la mirada y la aprobación de todo el mundo?
—Claro que sí. Es una exposición grandísima. En mi artística estoy yo nada más, tengo un equipo maravilloso atrás, pero yo soy la que decide todo.
—¿Todas las canciones son en vivo en un show?
—Las mías, sí. Yo no me permito hacer playback jamás. Hice alguna vez en televisión, porque es tan vertiginosa que a lo mejor no tenés tiempo de probar sonido. Odio hacer eso. Tengo que demostrar lo que puedo hacer, no hacer que canto.
—¿Es una falta de respeto a la gente?
—A uno mismo, primero y, después, a la gente. En una grabación cualquiera canta. La grabación se para, se edita, si vos lo hiciste mal, lo volvés a hacer mil veces hasta que te salga bien y si no te sale bien, te lo afinan. Hay posibilidades técnicas que son infinitas.
—Vuelvo a las canciones: "Me das cada día más". ¿Hoy a quién se la dedicamos?
—En el amor, a Cau [Bornes], sin duda, pero también al público, porque, a lo mejor sin saberlo, es el sostén de los artistas. El público es el que te sigue diciendo que sí, el que te sigue eligiendo, el que te hace el mimo de aplaudirte. Es maravilloso.
—¿"Mentira"?
—"Mentira" hace treinta y pico de años que la canto, es una de las canciones que, si dejo de hacerla en mi show, me matan.
—¿Vos mentís mucho?
—Miento a veces, mentiritas piadosas. No soy mentirosa. Soy bastante, bastante honesta y auténtica en todo.
—Tengo una declaración tuya que dice: "A los 18 no dejaba títere con cabeza".
—(Risas) Imaginate cuánto hace, era la prehistoria, hace muchos años. Hasta los 18. A los 20 ya corté con eso, pero quién no a esa edad.
—Vos tuviste parejas muy largas, hoy se cambia de novio con mucha facilidad.
—Sí, es verdad. Acordate que tengo una niña preadolescente. Creo que hay como un vértigo en los chicos jóvenes. Hay un enamoramiento fácil y un desenamoramiento más fácil todavía. Del enamoramiento a la realidad de conocer a la otra persona pasa tan rápido que así también pasan las relaciones.
—¿Fuiste más infiel vos o te fueron a vos?
—Las dos cosas.
—¿Hoy perdonás una infidelidad?
—No. Ni ahí. Cuando era joven, sí, perdoné muchísimo. Ahora no, ya pasó esa época. Ahora el amor se basa en otra cosa. Primero, el amor, pero, después, el respeto mutuo, la confianza en el otro. Yo no soy celosa. Mi marido dice que sí, pero no, no lo soy.
—¿Revisás celular?
—No, para nada. Es muy privado, no. Jamás se me ocurriría revisar un celular. No soy acosadora celosa, para nada.
—Como mamá que sos de una adolescente, en este ejercicio de maternar que hacés con la hija de Cau. ¿Qué cosas te preocupan?
—Es divina, la adoro. Todo me preocupa. No quiero ni ver la tele cuando veo los secuestros y esas cosas que están pasando que son gravísimas. Hablamos mucho, porque tenemos mucho miedo. También somos conscientes de que el crecimiento tiene que hacerlo sola, supervisada por nosotros. Quisiera que estuviera todo el día en mi casa y que no saliera nunca, pero es imposible que pase eso. La superviso mucho, tenemos mucho contacto cuando ella está en la casa de una amiguita, conocemos mucho a los papás del colegio, es muy mamera en el sentido de: "Mamá, ya llegué", "estoy acá", "estoy en la casa de fulano", me deja los teléfonos.
—¿Cómo se maneja el tema drogas y alcohol?
—Se habla siempre, por más duro que sea, creo que el diálogo abre las cabezas. Ayuda a guiar a ese adolescente por un camino que no sea el de la droga, ni el del alcohol ni de nada que los pueda lastimar. Yo, por lo menos, hablo mucho, de sexo también. Es una nena divina, eso no quiere decir que esté exenta de que le pase algo, ojalá nunca. El diálogo es fundamental, y la buena educación.
Grande Val se presenta en el Gran Rex el 25 y 26 de junio
Agradecimiento: Paula Balmayor, producción de vestuario; Michelle Dutrey, maquillaje.