En esta entrevista con Infobae, Martín Hadis cuenta cómo el intento de interpretar los mensajes cifrados en la lápida de Jorge Luis Borges acabó convertido en una introducción a la obra del gran escritor argentino, fallecido hace 30 años.
—¿Cómo se interesó por la lápida de Borges en Ginebra?
—La lápida me intrigó desde siempre, es decir, desde la primera vez que la vi. Borges murió en Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986, y fue enterrado en el cementerio de Plainpalais, en esa ciudad. Es un lugar muy pacífico, agradable, con árboles. Creo que fue recién en 1996 que empezaron a circular las primeras fotos de la lápida en los diarios, por el décimo aniversario de la muerte de Borges. Lo primero que pensé al verla es que era un gran enigma. No estaba claro para mi qué significaban los textos ni los diseños tallados en la piedra. Yo ni siquiera sabía cómo había llegado ahí. De manera que me puse a investigar.
Lo más importante fue vincular esos elementos con la genealogía y la vida de Borges y el uso que él hacía de esos elementos en su obra
—¿Y cuál fue el resultado de esa búsqueda?
—Bueno, no fue inmediato, fue un proceso muy gradual, que duró décadas. Primero tuve que entender en qué idioma estaban los textos, luego, de donde procedía cada símbolo tallado en la piedra. Y con esto, de tratarse de otro objeto, se hubiera terminado quizá el análisis. Pero en este caso hubo además otra larga etapa, la más importante, que consistió en vincular esos elementos con la vida, la genealogía, la historia personal de Borges y –sobre todo- con el uso que él hacía de estos elementos en sus obras. Y esa segunda etapa fue desarrollándose sola y en paralelo, a medida que releía la obra, la analizaba y publicaba otros libros sobre otras facetas de la vida de Borges.
—Una indagación muy borgeana….
—Sí, sin duda, y un proceso gradual en el que los conceptos fueron acumulándose a medida que yo investigaba otras facetas de la obra y la personalidad de Borges. Fue decantando a lo largo de muchos años. Finalmente, toda esta investigación culminó en un libro que trata exclusivamente sobre la lápida: Siete Guerreros Nortumbrios. Cuando les presenté el libro a mis editores, se sorprendieron. ¿Un libro sobre una lápida? Pero es mucho más que eso. Porque, como digo, apunta a toda una serie de significados sobre la obra de Borges. Y resultó muy bien. Quise hacer un libro muy fácil de leer, que pueda entender cualquier persona con interés, sin necesidad de conocimientos previos. Y entonces el libro termina también funcionando, paradójicamente, como una introducción a la obra de Borges.
—¿Y cuáles son esos enigmas de la lápida?
—Es una lápida aparentemente simple. Pero esa simpleza es la punta del ovillo, ya que lleva a una red de significados e ideas. En el frente, tiene tallada la imagen de siete guerreros que blanden sus armas. Y, debajo, una frase en inglés antiguo que pertenece a un antiguo poema que conmemora la batalla de Maldon, ocurrida en el año 991, en el que un ejército sajón debió enfrentar a una horda de vikingos. La frase es AND NE FORTHEDON NA, "y que no temieran", parte de la arenga que el líder sajón da a sus hombres antes de la batalla: les dice que no teman ante la muerte, y que tengan coraje.
Morir sin temor era una de las grandes ambiciones de Borges
—Un tema recurrente en Borges, el coraje…
—Absolutamente. Borges, curiosamente, sintió la nostalgia del destino épico de sus antepasados criollos militares. En un poema, lamenta: "No haber caído, / como otros de mi sangre". Y en una conferencia recuerda que su padre y su abuela inglesa "murieron ciegos; ciegos, sonrientes y valerosos, como yo también espero morir". Y luego agrega: "Se heredan muchas cosas (la ceguera, por ejemplo) pero no se hereda el valor. Sé que fueron valientes". Y esa es la clave para comprender este diseño. En la batalla de Maldon, un grupo de sajones, sintiéndose ya vencidos, decide arremeter de todas maneras contra los vikingos, aún sabiendo que no pueden ganar, que los espera la muerte. Deciden luchar hasta el final, sin miedo. Esto remite a la muerte del abuelo paterno de Borges: el coronel Francisco Borges, quien murió heroicamente en la batalla de La Verde, buscando también la muerte para demostrar su honor. Y esa era una de las grandes ambiciones de Borges: morir sin temor.
Esta lápida es paradójicamente muy criolla
—¿Es decir que hubo un diseño intencionado de su lápida?
—Así es. Sabemos que Borges recitaba y tenía en mente este poema hacia el final de su vida. Por eso digo que esta lápida es paradójicamente muy criolla, muy argentina, pero de una manera indirecta. Recordemos que Borges tenía dos mandatos ancestrales: el primero, su destino literario, heredado de sus antepasados británicos, los Haslam, unos ingleses a la vez eruditos y excéntricos. El segundo mandato, más asociado con su lado criollo, era el de tener el mismo coraje que sus ancestros criollos y militares. Estos dos mandatos formaron un contraste toda su vida y fueron uno de los motores que lo impulsaron a escribir. Y la lápida de Borges constituye una síntesis de esos dos impulsos: lo criollo representado a través de lo sajón.
—Hay un cruce de significados.
—Exactamente. Es una referencia indirecta. Los dibujos y textos de la lápida remiten, a través de un combate sajón y medieval, a los antepasados criollos de Borges, a los compadritos y cuchilleros del barrio de Palermo, a Evaristo Carriego, y a la "secta del cuchillo y el coraje" que fueron tan significativos en su obra. Lo nórdico y lo sajón están directamente emparentados en la obra de Borges con la Argentina. Por eso todo el conjunto es tan apropiado. Borges sentía un profundo cariño por Buenos Aires, pero era a la vez un hombre reservado, y cuanto más cariño sentía por algo, menos probable era que representara o nombrara de manera explícita en sus textos. Así que me parece muy bien que su lápida aluda a la Argentina, al coraje, a Buenos Aires, al Palermo de su infancia, pero de manera indirecta, sutil. Es así como él procedía en sus obras.
—¿Quien eligió los contenidos de la lápida?
—María Kodama, quien le encargó la talla a Eduardo Longato. Y creo que esos contenidos fueron muy bien elegidos: esta lápida es un gran homenaje, ya que plasma muy acertadamente ejes centrales de la vida y la obra de Borges, y los pensamientos que él tenía en el último tramo de su vida. Hay un testimonio interesantísimo de Héctor Bianciotti en el que cuenta que visita a Borges en Suiza, y Borges se pone a recitar el poema de Maldon. Al plasmar la batalla de Maldon en piedra, entonces, la lápida alude a sus anhelos y sus temores, y a líneas fundamentales de su creación literaria. Borges quería morir sin temor, como murió el Coronel Borges, y como murieron también su padre y su abuela inglesa.
Yo también tuve una "abuela Inglesa"
—¿Y qué hay del reverso?
—Tiene también tallada una frase: "Hann tekr sverðit Gram ok leggr í meðal þeira bert", que proviene de la Völsunga saga, una serie de relatos que fue escrita en el siglo XIII y significa: "Él toma la espada Gram y la coloca entre ellos desenvainada". Este es a su vez el epígrafe de un cuento de Borges, "Ulrica". Es una referencia al amor. Y debajo hay una talla de un barco que, fue –muy acertadamente- tomado de una piedra vikinga. Ese barco simboliza la eternidad y el viaje final del hombre.
—¿Qué lo llevó a usted a investigar a Borges?
—Bueno, yo también tuve una suerte de "abuela inglesa", y me crié también en una biblioteca de libros ingleses. Originariamente estudié informática, egresé del Massachusetts Institute of Technology y estudié inglés antiguo y escandinavo antiguo en Harvard e hice otra maestría, en antropología, en Texas y además soy lingüista, o como me gusta decir a mí, filólogo y me fascina estudiar idiomas, cuanto más extraños, mejor. He estudiado japonés, chino, galés, hebreo, árabe, sánscrito y tantos otros… También me interesan las religiones, las mitologías, todos temas que fascinaban a Borges y aparecen recurrentemente en su obra.
—¿Qué siente al haber realizado este desciframiento?
—Que pude entender mejor a Borges. La lápida, como he dicho, representa los núcleos de su creación literaria. Tuve una confirmación cuando, después de publicar Siete Guerreros Nortumbrios, leí el siguiente texto de Estela Canto:
La herencia manifiesta en Borges era conspicua: su abuela paterna inglesa y su madre. Su abuela inglesa era el mundo; su madre, la voluntad de arraigarse, de ser argentino ante todo. Las dos tendencias estuvieron siempre contrapuestas en él. Y es probable que los entreveros de los anglos[ajones] del siglo X y las riñas de maleantes criollos lo hayan llevado al intento de unificar en un símbolo las dos vertientes más marcadas de su ser.
El símbolo tallado en el frente de su lapida representa magníficamente esta unificación, de una manera sutil, indirecta. Y esto es, como he dicho, muy apropiado. Como decía el mismo Borges en Otras inquisiciones: "Ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder […] esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético."