El emprendedor que transforma botellas de vino en criptomonedas

OpenVino, de Mendoza, es el proyecto que muestra una representación concreta de los tokens

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Mike Barrow en Mendoza
Mike Barrow en Mendoza

Mendoza, la capital internacional del vino, ingresa al mundo cripto. Mike Barrow -CEO de OpenVino- llegó a la provincia con la idea de unir sus dos pasiones: el vino y la tecnología.

Barrow realizó su primer viaje a Argentina en 1991 y, trece años más tarde, regresó para comprar la finca Costa Flores, una tierra de tres hectáreas en la localidad de Perdriel, donde inició la primera criptomoneda en el mundo respaldada por botellas de vino.

“El vino es una metáfora ideal para las criptomonedas: cada botella es un token y su valor lo determina la oferta y la demanda, que cambia con el paso del tiempo”, explicó Barrow.

"Mi objetivo es lograr que el mercado sea quien decida el precio de mis vinos en lugar de que sea una decisión arbitraria mía. Quiero que cuando alguien me pregunte cuánto vale mi vino les pueda contestar decir 'no sé, veamos la cotización online' y que esa sea la verdad", añadió.

Para esto, el CEO de OpenVino explicó que era necesario crear una plataforma en la blockchain Ethereum. De esta manera, logró vender los tokens de la empresa, publicar toda la información que le pueda ser útil al consumidor, y así creó la primera empresa Open Source vitivinícola en el mundo.

Según Barrow, hacer de CostaFlores Organic Vineyard un emprendimiento Open Source que publica sus datos en blockchain "crea una absoluta y extrema transparencia en el negocio y otro vínculo con el consumidor". Esta tecnología permite que se publiquen datos del viñedo, las ganancias que se obtienen y que se compartan todos los costos, desde los salarios hasta lo que cobra la AFIP.

Además, implementó el uso de Internet of things en la bodega misma: instaló sensores de humedad, viento, temperatura y cámaras 360° para que los datos que recopilen se publiquen en el software y que los consumidores tengan una experiencia mas didáctica. "Hace falta más transparencia, es un negocio que juega mucho con conceptos opacos", justificó Barrow.

La idea del emprendedor fue hacer una tokenización de sus botellas para que el mercado sea el que determine el precio del producto final. El 6 de mayo de este año, lanzaron las primeras monedas digitales equivalentes a las 1500 botellas de vino que se produjeron en la última cosecha. Sin embargo, al vino aún le faltan tres años antes de poder ser consumido: un año en barrica y en tanque y dos en botella.

Para esto se lanzaron dos tipos de ventas: un browser para los que tengan ether (que cerró a los 15 días) y E-Commerce para comprar con métodos más tradicionales como tarjetas de crédito. Estos tokens se pueden conservar, regalar o vender, depende del uso que le quiera dar el consumidor.

El vitivinicultor, que también se desempeña como consultor tecnológico, afirma que el proyecto también asegura más trazabilidad. El consumidor puede rastrear dónde terminan los vinos que compra, quien los está tomando, en qué situación y con que lo están comiendo.

Para 2021, cuando las botellas de vino finalmente salgan al mercado, el usuario podrá escanear el código que se encuentra en la contraetiqueta para ser redireccionados a una página donde tendrá que llenar varios datos como su nombre, su experiencia con el producto e incluso deberá sacarse una selfie con la botella. A cambio, CostaFlores Organic Vineyard le da una acción de la empresa y convierte al consumidor en un socio propietario, que otorga data real de lo que opina sobre el vino.

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