A casi un año de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que el coronavirus se estaba propagando por todo el mundo, el planeta entero busca poder suministrar las dosis de vacunas necesarias para que sus poblaciones sean inoculadas. En medio del surgimiento de nuevas variantes del virus, con segundas y terceras olas que se van extendiendo a lo largo del globo, la ecuación urgente es una: vacunar a la mayor cantidad de gente posible en el menor tiempo que se pueda.
La nueva carrera contrarreloj en la lucha contra la pandemia ya no tiene solo su piedra basal en las diferentes formulaciones de las vacunas, sino que suma el correcto y rápido acceso a las mismas. En este escenario, el derecho a la salud se presenta de forma poca equitativa en cada país, donde -a su vez- difieren las economías locales y la cantidad de poblaciones en cada territorio.
Las vacunas desarrolladas por los laboratorios Pfizer y BioNTech, Moderna y la producida en conjunto por la Universidad de Oxford y AstraZeneca se lanzaron a gran escala en los países desarrollados; mientras tanto, las vacunas chinas y rusas se implementan en países emergentes, a través de acuerdos bilaterales diplomáticos.
En ese contexto, la Argentina figura entre los países de ingresos medios junto con otros de la región como Brasil, Chile y Perú a quienes se les prometieron suministros a cambio de realizar ensayos clínicos o fábricas de producción de viviendas. “Esto debería darles acceso temprano a las dosis para los grupos prioritarios, aunque su capacidad para lograr la vacunación masiva dependerá de otros factores, incluido el espacio fiscal, el tamaño de la población, el número de trabajadores de la salud, la infraestructura y la voluntad política”, sostiene un estudio de The Economist, donde se afirma que la Argentina podría tener un acceso generalizado a la vacuna contra el COVID-19 recién mediados de 2022.
Según el Monitor Público de Vacunación, que funciona desde el 24 de febrero y reporta en tiempo real un registro del operativo nacional de vacunación en todo el país, se hicieron hasta el momento 1.731.193 aplicaciones de las 2.975.410 dosis que hay distribuidas. Tras el escándalo del Vacunatorio Vip, que generó la renuncia de Gines González García y posterior llegada de Carla Vizzotti a la cartera de Salud, el Gobierno busca transparentar el suministro y administración de las vacunas. Fue la misma Vizzotti quien elevó a la Jefatura de Gabinete una propuesta de “monitoreo, información periódica y recomendaciones de cómo vacunar escalonadamente a la población estratégica” contra el coronavirus, con el objetivo de profundizar también las negociaciones para recibir nuevas dosis y acelerar el proceso de vacunación.
Sin embargo, el Gobierno viene sorteando una suerte de carrera de obstáculos con la estrategia, administración y distribución de las vacunas de todo el país. Una postal de este complejo escenario se vivió el martes 9 de marzo cuando se inició una nueva tanda de vacunación a mayores de 80 años en la Ciudad de Buenos Aires, que terminó envuelta en polémica por los problemas de organización y las aglomeraciones en algunos de los centros.
¿Dónde reside la problemática de que la Argentina esté estancada en el ritmo de vacunación? ¿Tiene que ver la escasa cantidad de vacunas que llegan al país? ¿O se trata de que las que ya hay no se aplican de forma correcta y organizada? “Hasta hace unos días, claramente, el problema era la falta de vacunas, no la posibilidad de aplicarlas”, compartió Jorge Aliaga, físico e investigador del Conicet.
Guillermo Docena, bioquímico e inmunólogo, profesor titular de Inmunología de la Universidad Nacional de La Plata e investigador principal de Conicet, sostiene que las vacunas son escasas. “Faltan más vacunas. Si bien cada vez hay más centros de vacunación y es probable que haya aumentado la intensidad de vacunación, siempre vamos a estar atrás. La idea es vacunar a todos en el menor tiempo posible y eso es algo que vemos que es dificultoso en todo el mundo. Hace falta que lleguen más vacunas. Por lo menos, con estas que han llegado, hemos visto cómo está funcionando el sistema, se detectan y corrigen fallas, se ven las reacciones adversas y cómo se han corregido las contraindicaciones en grupos de pacientes que no son estudiados en Fase III”, dijo Docena a Infobae.
Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Químicas, especialista en análisis de datos y bioinformático, quien sigue la evolución y propagación del COVID-19 en la Argentina y en el mundo, sostuvo: “La gran dificultad es conseguir dosis a pesar de que la logística está un poco lenta”. Según el especialista, de confirmarse que podrían empezar a llegar al país unas 600.000 dosis de Sputnik V por semana, “sería una gran noticia ya que, al tener una cierta previsibilidad sobre el número de vacunas que va haber disponibles, la logística se podría organizar un poco mejor”.
Para Quiroga es fundamental en este contexto que se priorice la inoculación a los mayores de 60. “Para eso, necesitamos que haya la mayor cantidad de vacunas y lo más rápido posible. Estamos hablando de las Sputnik V y AstraZeneca, que son las que están autorizadas para mayores 60. Otra cuestión que podría ser de gran ayuda es que se apruebe la vacuna de Sinopharm para ese rango de edad. La Anmat está estudiando eso ahora”, dice Quiroga.
Tres millones de aplicaciones por mes
Este sería el objetivo ideal para los sanitaristas. “Si garantizamos la provisión, 3 millones por mes no me parece inalcanzable. Por estos días se están informando 100.000 aplicaciones diarias así que tendría lógica. De hecho, creo que deberían ser más”, advirtió el investigador Mauro Infantino.
Con este ritmo, hay quienes creen que se podría vacunar casi a la totalidad de los mayores de 70 este mes, y que queden algunos más de ese rango junto con los mayores de 60 para el mes siguiente. “Ahí podríamos estar bastante más tranquilos, teniendo a la población vacunada de cara a los posibles aumentos de casos que se nos vienen, que no podemos saber si serán la semana que viene o en un mes”, dijo Quiroga. “Todas las vacunas son buenas, seguras y eficaces. Hay que vacunar a la mayor cantidad de gente posible en el menor tiempo que se pueda. Cuanto más rápido se vacunen los más vulnerables, menos muertos vamos a sufrir”, coincidió el infectólogo Lautaro De Vedia.
Adolfo Rubinstein, ex Ministro de Salud de la Nación, es tajante con la cifra deseada de los 3 millones de aplicaciones mensuales: “Es virtualmente imposible”. Para el ex funcionario la problemática de la vacunación tiene lo que él define como “dos cuellos de botella”. “El primero tiene que ver con el suministro de vacunas que, de alguna manera, está interrumpido y todavía no hay un plan de vacunación previsible. Y por otro lado, la campaña de vacunación misma está limitada por las dificultades logísticas. Es una campaña que tiene bastantes problemas relacionados con la distribución a las diferentes jurisdicciones, tanto a las provincias como a los municipios”, señaló a Infobae.
“El tema ahora es que han llegado aproximadamente 4 millones de dosis entre la Sputnik V, la Sinopharm y el primer lote de la Covishield, pero la realidad es que cuando uno ve el monitor, se han distribuido bastante menos. Si uno ve el monitor al martes 9 de marzo, estas cuatro millones de vacunas, con el último lote de Covishield, ya pasaron más de diez días y aún así se han distribuido a las diferentes jurisdicciones poco menos de 3 millones. O sea que estaría faltando un 25% que todavía está en lo depósitos centrales del Ministerio”, agregó Rubinstein.
El registro y el reporte de vacunación se lleva adelante en el Nomivac, que es el Registro Federal de Vacunación Nominalizado. “Lo que yo veo es que Ciudad de Buenos Aires y la Provincia, es que publican números distintos a los que informa el Ministerio de Salud. Ahí ya queda en evidencia una importante demora en la notificación al Nomivac. La Provincia de Buenos Aires a veces informa 100.000 vacunados más que lo que muestra el Ministerio de Salud”, observó Infantino.
“Tiene importantes delays en la carga por un lado y en la completitud en los datos con lo cual es muy difícil saber cuanto del stock que recibió cada jurisdicción verdaderamente ya se consumió en la vacunación”, dijo en la misma línea Rubinstein. “Esto es un problema que tiene que ver con la campaña, vamos muy lento, mucho mas que países vecinos Uruguay que ahora empezó y va mas rápido. Si a eso se le suma el hecho de que no se está respetado el esquema de prioridades, y no solo por las vacunas vip lo digo, sino porque se empezaron a vacunar docentes universitarios que son jóvenes, cuando aun no se terminó de vacunar el personal sanitario y cuando recién se están empezando a vacunar los adultos mayores”, agregó el exministro.
¿Cómo llegaremos a la segunda ola? Esta es una de las preguntas que se hace el Gobierno y la propia comunidad científica. Lo ideal es tener a la población más vulnerable ya vacunada, esto significa entre 10 y 12 millones de personas. “Estas 10 millones de personas implican 20 millones de dosis. En este momento estamos con un promedio, según el monitor, de 25 mil dosis por día. Para poder tener tres o cuatro millones por mes, necesitaríamos incrementar de cuatro a cinco veces más las cantidades que se están vacunado ahora”, finalizó Rubinstein.
Colaboración: Belén Filgueira
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