Días atrás, el gobierno británico advirtió ante una situación de riesgo inminente el uso de una dosis de otra vacuna si la primera no estaba disponible para la segunda administración. Claro que ante la confusión, no recomienda realizar este tipo de acciones. ¿Por qué? Hasta el momento no hay pruebas que habiliten esta alternativa, si bien se están realizando estudios. El Reino Unido autorizó el uso de emergencia de las vacunas Pfizer/BioNTech y la de la Universidad de Oxford/AstraZeneca con 28 días de diferencia entre una y otra.
La evidencia hasta la actualidad, como cualquier vacuna cuando se inicia, se recomienda iniciar con una determinada marca y terminar con la misma marca, hasta tanto haya más estudios que respalden la intercambiabilidad de las vacunas independientemente de su origen, señala Iris Aguilar, médica especialista en medicina familiar y comunitaria (M.P. 7.046), miembro de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE). Básicamente, porque no está estudiada la respuesta inmune cuando intercambias marcas, en este caso de todas las vacunas contra SARS-COV-2. Cuando eso se demuestre, enfatizó, va a haber evidencia respaldatoria de que podes empezar con una y terminar con otra. No serían los efectos afectos adversos los que te contraindican la intercambiabilidad, sino la potencia de la respuesta inmune.
Desde el ente que trabaja sobre las vacunas y que depende del gobierno del Reino Unido (Vaccine Taskforce), indicaron que probarían administrar a las personas una dosis de un tipo de vacuna y luego un refuerzo con un tipo diferente, ya que todas las vacunas aprobadas, necesitan dos dosis cada una para ser más efectivas en la prevención del nuevo coronavirus. ¿Serán más efectivo? Debido a que funcionan de diferentes maneras, recibir dosis de diferentes golpes podría “maximizar” la respuesta inmunológica y brindar una protección mejor y más duradera, a través del método conocido como “prime-boost heterólogo”.
Por otra parte, no es recomendable intercambiar o cambiar vacunas. Fundamentalmente porque el diseño de fabricación de las mismas es muy disímil. Por ejemplo, la inglesa y la rusa están hechas con vectores, o sea, usan para engañar al organismo un adenovirus que entra con una proteína que en su interior es la que va a producir los anticuerpos, manifiesta el médico epidemiológico Hugo Pizzi (M.P. 54.101). Las dos vacunas norteamericanas tienen algo diferente, tienen un trocito muy pequeño de una nano-glicoproteína del helicoide del ARN y eso inyectado es lo que empieza a producir anticuerpos. En el caso concreto de la china, por ejemplo, es el sistema antiguo, donde los virus están atenuados. No podemos intercambiar ni mucho menos. Quien se ponga la primera dosis de una vacuna debe completarla con la argumentación científica de la segunda dosis de la misma vacuna. Sería un error, que inclusive puede ocasionar un determinado daño al sistema inmume, aseveró el especialista.
En otros virus, ¿se suele aplicar la intercambiabilidad? En todas las vacunas de calendario no siempre están las mismas marcas de vacunas y no hay problema con la intercambiabilidad, por lo tanto, seguramente en un futuro no muy lejano, también habrá un aval para la intercambiabilidad con respecto a estas vacunas. Pero en todas las vacunas de calendario, no nos fijamos la marca para saber si son intercambiables. ¿La evidencia es lo que permitirá determinar la intercambiabilidad? En un futuro es probable, si la evidencia lo respalda, dice la doctora Iris Aguilar, jefa del departamento de Inmunizaciones del Ministerio de Salud de Mendoza.
Cabe recordar que la tecnología que utiliza Pfizer es la de ARN, que introduce en el cuerpo una secuencia que contiene instrucciones genéticas para que las propias células de la persona produzcan los antígenos y genere una respuesta inmunitaria. Mientras que la de Oxford inocula el gen del coronavirus en las células humanas para producir la proteína de pico COVID-19 única, a la que el sistema inmunológico desarrolla una respuesta si el virus real ingresa al cuerpo.
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