La llamada gripe española fue la primera epidemia mundial de la que se tiene registro, ésta inició en 1918 y tuvo tres brotes principales: el primero entre mayo y junio, el segundo entre septiembre y diciembre y el tercero entre enero y junio de 1919. Cabe señalar que los segundos brotes fueron más letales que el inicial; de hecho, fue durante el segundo brote cuando llegó a México.
De acuerdo con las investigadoras Lourdes Márquez Morfín y América Molina del Villar, la también llamada Peste Roja ingresó a suelo azteca en octubre por la frontera norte y por el puerto de Veracruz y se propagó en toda la república a gran velocidad gracias a la red de ferrocarriles mexicanos.
En un artículo científico escrito en 2010, las investigadoras explicaron la letalidad del virus, así como los métodos para combatirlo, esta última parte resulta casi idéntica a lo vivido con la reciente pandemia que se ha vivido en el mundo, pues las medidas de higiene distanciamiento social y la parálisis de actividades son la constante entre ambas infecciones respiratorias.
“Los primeros cálculos sobre la morbilidad indicaron 20 millones de contagiados, actualmente se piensa que fueron entre 40 y 50 millones a nivel global. Se estima que la letalidad osciló entre 2.5 y 5% de la población mundial”, se lee en “El otoño de 1918: las repercusiones de la pandemia de gripe en la Ciudad de México”.
Una diferencia notable entre la gripe española y cualquier otro brote de influenza o virus del tipo corona radica en el promedio de edad de los fallecidos, pues en el brote de 1918 se registró una mortalidad más letal entre jóvenes adultos de entre los 25 a los 40 años.
También cabe destacar que el primer registro de la gripe española no fue en España, sino en EEUU. “La epidemia se originó en Estados Unidos en el Fuerte Riley, el 11 de marzo de 1918, cuando el soldado Albert Gitchell, cocinero, mostró signos de fiebre, tos y dolor de cabeza, lo que parecía una simple gripe. Esa misma noche se registraron 107 enfermos en el Fuerte y al final de la semana 522 presentaban los mismos síntomas”. Posteriormente se cree que la enfermedad llegó a Europa por la movilización de tropas de EEUU al viejo continente por la Primera Guerra Mundial.
Al parecer, la cercanía con Estados Unidos y la llegada de Alfonso XIII a México fueron las causas principales del arribo de la enfermedad a la república. De acuerdo con la investigación de las antropólogas mexicanas del 8 al 24 de octubre se registró un incremento inusitado en el número de casos, pasando de los 12,000 a los 60,000; asimismo refieren que la prensa publicaba de entre 1,500 a 2,000 muertos diarios.
En este contexto, México, un país que recién había salido de la guerra de revolución y tenía la tarea de crear las instituciones que ahora se tienen, debía de enfrentar el reto de enfrentar a la enfermedad más letal de la historia moderna. De tal modo que implementó las siguientes medidas sanitarias para contener a la enfermedad.
Como los soldados fueron los primeros en ser infectados, los hospitales militares mantuvieron la vigilancia de las tropas mexicanas y los civiles procuraban no tener contacto con ellos; sin embargo, el virus llegó a la población civil y la metodología cambió.
“La primera medida de prevención ante la epidemia fue suspender las comunicaciones por tren entre las poblaciones infectadas y aquellas en las que todavía no se habían presentado casos de influenza”, se lee en el artículo; sin embargo, la enfermedad se diseminó en todo el país. Al ser este el caso, las medidas que restringen el tránsito de los individuos se manifestaron “por ningún motivo el enfermo debía salir a la calle”, fue la medida que prosiguió, en caso de violar esto existía una multa que iba de los 5 a los 500 pesos.
Por su cuenta tanto el Departamento de Salud como los periódicos publicaron una serie de recomendaciones en aras de evitar la propagación de la enfermedad y de atender a los infectados.
“En las localidades con enfermos de influenza se procederá a la clausura de todos los centros de reunión: cines, teatros, clubes, escuelas, cantinas, pulquerías. Suspensión del tráfico en las calles de las 11 p.m. a las 4 a.m. Se castigaría a los infractores con una multa de 5.00 pesos. En esas horas se llevará a cabo el aseo de las calles precedido del riego”, se lee en la investigación del 2010, lo cual guarda cierta similitud con la Jornada Nacional de Sana Distancia.
“Los que cuidan a los enfermos debían usar tapones de algodón en las ventanas de la nariz (hoy en día se recomienda los cubrebocas), además se recomendaba usar soluciones de creolina al 5%, ácido fénico al 3% o solución de sublimado al 1% para desinfectar las manos”. Asimismo, para los pacientes con esta enfermedad, se recomendó el uso de “la quinina a la dosis de 0.75 a 1 gramo, para los adultos, y de 0.15 a 0.25 para los niños”.
En cuanto a la sanitización, se implementó el “fumigar con ácido sulfuroso o vapores de formalina las habitaciones en donde hubieren estado los enfermos. Los pañuelos usados por éstos debían sumergirse en soluciones de creolina o ácido fénico, y si no con agua hirviendo”.
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