El esfuerzo mundial para crear una vacuna para el nuevo coronavirus comenzó en enero, poco después de que científicos en China publicaran en línea el genoma de un virus que causa una neumonía misteriosa. El desarrollo de vacunas suele llevar años y se desarrolla paso a paso. Los candidatos a vacunas experimentales se crean en el laboratorio y se prueban en animales antes de pasar a ensayos clínicos en humanos cada vez más grandes.
Estos pasos ahora se superponen en la carrera para encontrar una vacuna para una enfermedad global que ha matado a cientos de miles de personas. Las pruebas en humanos comenzaron en algunos casos antes de que terminaran los estudios en animales. A medida que las empresas lanzan pequeños ensayos de fase 1 destinados a establecer la dosis correcta, ya están planificando los ensayos de fase 3 que evalúan si las vacunas son efectivas y seguras.
No se están saltando pasos y las vacunas no se considerarán para su aprobación hasta después de un gran ensayo de fase 3. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), que tiene la última palabra en el país sobre si una vacuna ha demostrado ser segura y efectiva, dice que una vacuna para el COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, deberá prevenir la enfermedad o disminuir los síntomas en al menos un 50% de los que lo reciben. La eficacia de la vacuna contra la gripe varía del 40 al 60%, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Otros países pueden usar estándares diferentes o autorizar vacunas sin esperar pruebas de que son seguras y efectivas. Rusia anunció que comenzaría a usar su vacuna en personas con alto riesgo de contraer el virus en agosto, antes de comenzar su ensayo de fase 3. China ha autorizado una vacuna para su uso en miembros del ejército. Y recientemente, la Agencia Europea de Medicamentos anunció que analizará los datos de la vacuna de Oxford-Astrazeneca en tiempo real mientras se lleva a cabo el ensayo de fase 3.
Velocidad sin precedentes
En enero, investigadores de Estados Unidos se fijaron un objetivo audaz de desarrollar una vacuna contra el coronavirus en un plazo de 12 a 18 meses. Este sería un récord mundial. Se considera que la vacuna contra las paperas es la más rápida en pasar, en cuatro años, del concepto científico a la aprobación en 1967. La búsqueda de una vacuna contra el VIH continúa, 36 años y contando.
Las vacunas contra el coronavirus se están moviendo mucho más rápido, en parte porque los gobiernos están asumiendo el riesgo financiero de desarrollar una vacuna que puede no funcionar. A través de Operation Warp Speed, el gobierno de EEUU ha invertido alrededor de USD 9.5 mil millones para acelerar el desarrollo y poner en marcha la fabricación antes de que finalice la investigación.
Los avances en ciencia y tecnología han brindado a los investigadores nuevas herramientas para combatir el coronavirus. Los científicos pueden introducir material genético en las células del cuerpo, convertirlas en fábricas de vacunas y omitir pasos que requieren mucho tiempo, como la fabricación de proteínas virales o el crecimiento del virus completo en huevos de gallina.
El núcleo del coronavirus SARS-CoV-2 es una sola tira de ácido ribonucleico (ARN) rodeada por una capa de proteína. El virus recibe su nombre de los icónicos picos que se proyectan desde su centro como una corona, o “corona” en latín. Estas proteínas de pico no son solo decoración. Son fundamentales para que el virus entre en las células y haga copias de sí mismo.
Las vacunas funcionan enseñando al sistema inmunológico del cuerpo a reconocer y bloquear los virus. Cada categoría de tecnología de vacunas funciona bajo este principio básico. Las vacunas tienen como objetivo activar las células T auxiliares del sistema inmunológico, que son responsables de detectar la presencia de un virus. Indican a las células B que creen anticuerpos que impiden que el virus pueda replicarse y que las células T-killer destruyan las células infectadas. Algunas vacunas pueden activar solo una parte de esta respuesta inmunitaria.
A continuación, se muestra cómo las diferentes tecnologías de vacunas que se están desarrollando en todo el mundo provocarían idealmente una respuesta inmune para prevenir el SARS-CoV-2 en humanos. Cada vacuna puede variar algo en su funcionamiento, pero cada una generalmente seguiría estos pasos.
Vacunas que utilizan ácido nucleico (ADN y ARN)
Las vacunas de ADN contienen material genético que lleva el modelo de la proteína de pico. Para introducir el ADN en las células, los investigadores utilizan un pulso eléctrico para romper la membrana celular. Una vez dentro, el ADN se utiliza como plantilla para crear una proteína de pico.
Las vacunas de ARN contienen una tira de material genético dentro de una burbuja de grasa. Una vez dentro de la célula, el ARN genera una proteína que se encuentra en la superficie del virus. El sistema inmunológico, al que se le presenta la proteína, aprende a reconocer el virus.
Estas vacunas tienen la ventaja de la velocidad: pueden diseñarse y fabricarse rápidamente. Pero nunca han sido aprobados para su uso fuera de la investigación médica y probablemente requieran dos dosis.
Vacunas con vector viral
Algunas vacunas usan un virus que ha sido diseñado para ser inofensivo para transportar un gen del coronavirus a las células. El gen codifica una parte distintiva del coronavirus y el sistema inmunológico aprende a reconocerlo.
Las vacunas con vectores virales se pueden diseñar rápidamente. Una preocupación es que las personas pueden desarrollar inmunidad al vector viral, lo que hace que este enfoque sea potencialmente menos útil si es necesario administrar inyecciones de refuerzo.
Vacunas de subunidad
Algunas vacunas tradicionales funcionan transportando proteínas virales a las células. Las tecnologías para fabricar esos fragmentos de proteínas varían, pero las empresas utilizan células de insectos y levadura. La vacuna contra la hepatitis B se basa en una proteína viral creada por levadura modificada genéticamente.
Vacunas con virus debilitados o inactivados
En un enfoque más anticuado, el virus se debilita para que no cause enfermedad, pero aún activa las defensas del sistema inmunológico. La vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola utiliza este enfoque.
Las vacunas de virus inactivados contienen virus muertos, incapaces de infectar a las personas pero aún capaces de instruir al sistema inmunológico sobre cómo montar una reacción defensiva contra una infección. La vacuna contra la polio inventada por Jonas Salk utilizó este enfoque y las vacunas contra la gripe utilizan esta tecnología.
Estas vacunas suelen tardar más en fabricarse.
Infografías: Marcelo Regalado
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