El SARS-CoV-2 no ha afectado clínicamente a los niños de forma grave en comparación con otros grupos, sin embargo, se han visto profundamente afectados por las medidas de control, por ejemplo, el distanciamiento social y el cierre de escuelas.
En la mayor parte del mundo, la respuesta a la pandemia de COVID-19 ha sido “guiada por la ciencia”. Ahora, las consecuencias psicosociales y económicas más amplias de la pandemia están emergiendo rápidamente. Aunque los jóvenes han sufrido menos que otros grupos vulnerables como resultado directo de la enfermedad, el impacto indirecto sobre ellos ha sido marcado. Quizás -advierte una investigación publicada en la prestigiosa revista científica British Medical Journal (BMJ)- de mayor preocupación son los efectos educativos y psicosociales del distanciamiento físico, el aislamiento social y el cierre de escuelas en el bienestar de los niños.
Para los especialistas del Young People’s Forum que llevaron a cabo el estudio, fue necesario explorar el papel que los jóvenes pueden desempeñar en el proceso de recuperación, ya que, como adultos, soportarán las consecuencias económicas y psicosociales de la pandemia. Sin embargo, ha habido poca exploración formal de cómo ven su papel en este proceso. Para comenzar a abordarlo, exploraron las opiniones de los jóvenes sobre el impacto de la pandemia en sus vidas y las de su comunidad, sobre el cierre de escuelas y sobre el papel que deseaban desempeñar en la recuperación.
Según los hallazgos develados por la investigación las principales preocupaciones de los jóvenes sobre la pandemia son sus efectos sobre los demás y sobre su propia educación y futuro. Al mismo tiempo, aseguran sentirse receptores en lugar de participantes en el proceso pandémico; exigen información accesible y apropiada y medios por los cuales se pueda escuchar su voz.
Los participantes mostraron un claro reconocimiento de los efectos de la pandemia y las medidas de control impuestas en la sociedad en general, centrándose principalmente en tres grupos: ancianos, socialmente desfavorecidos y padres.
Todos los participantes eran expertos en tecnología y podían unirse a un foro de videoconferencia, pero habían experimentado desafíos de comunicación con sus parientes más ancianos que a menudo carecían de habilidades para usar los medios de comunicación en línea. Los participantes reconocieron esto como un problema más amplio, incluso para aquellas organizaciones que normalmente apoyarían a las personas mayores que ahora enfrentan problemas de comunicación.
La mayoría eran conscientes de los desafíos que plantean las desigualdades sociales para quienes proceden de entornos desfavorecidos. En particular, mencionaron que los estudiantes que carecían de los dispositivos necesarios para la educación en el hogar necesitaban apoyo y la provisión de materiales apropiados, actualizados y dinámicos.
Por último, discutieron cómo las responsabilidades en competencia planteadas por el cierre de la escuela y trabajar desde casa era un desafío para sus padres, quienes a menudo carecían de habilidades de enseñanza y del tiempo necesario para apoyar a los niños con la tarea.
Sobre los impactos percibidos en sus propias vidas, muchos sintieron que la educación en el hogar y el aprendizaje en línea habían sido una experiencia abrumadora producida por factores como el nuevo formato, la falta de interacción entre pares para el debate y la educación y la falta de apoyo adecuado de sus maestros. Los participantes expresaron cómo el apoyo recibido fue inadecuado y lento en cuanto a los plazos de presentación.
En cuanto al aislamiento social, los participantes mencionaron dificultades para no poder socializar cara a cara con sus pares, con quienes normalmente compartirían sus luchas personales. Además, expresaron desafíos producidos por la interrupción de sus mecanismos de afrontamiento habituales, como actividades deportivas o musicales. Si bien algunos de ellos se estaban adaptando rápidamente a los nuevos formatos en línea, existía preocupación por la gran cantidad de tiempo frente a la pantalla al que ahora estaban expuestos.
Las opiniones sobre la reapertura de las escuelas fueron variadas. Algunos pensaron que esto era necesario para que los padres pudieran volver a trabajar. Por el contrario, otros consideraron esto inseguro ya que los niños serían los primeros en la sociedad en tener un contacto cercano con otras personas.
Al mismo tiempo, se expresaron varias inquietudes sobre la reapertura de la escuela relacionadas con las medidas de control de infecciones impracticables, incluidas las medidas de distanciamiento social, que generarían riesgos para el personal y los miembros de la familia de los estudiantes que pudieran estar en alto riesgo de enfermedad grave.
Sobre el derecho a información adaptada adecuadamente
Los jóvenes acordaron que tenían derecho a recibir información sobre la pandemia, pero reconocieron los desafíos asociados con adaptarla a las necesidades de los destinatarios y a los diferentes grupos de edad. Sin embargo, consideraron que se deben proporcionar detalles completos evitando redacción complicada y contenido extenso y confuso.
También, mencionaron varios problemas con la forma en que se presentaba la información, que sintieron que no estaba dirigida explícitamente a una audiencia de jóvenes. Muchos recursos de conocimiento proporcionaron cantidades abrumadoras y confusas de datos, con inconsistencias entre los informes oficiales del gobierno o instituciones y lo que vieron en las redes sociales. Sin embargo, también identificaron el riesgo de fake news en algunas plataformas, lo que les preocupaba por la considerable incertidumbre que podía generar entre ellos.
Según los informes, se recibió información de diferentes canales, especialmente de las escuelas. Sin embargo, solo unos pocos mencionaron que tuvieron la oportunidad de expresar sus preguntas y opiniones. La mayoría de los participantes estuvo de acuerdo con la sensación de no tener voz durante la pandemia o durante el proceso de recuperación. Y muchos expresaron la opinión de que deberían ser parte de este proceso, ya que son y serán directamente afectados por la pandemia en múltiples aspectos de su vida actual y futura.
La discusión celebrada entre este grupo de jóvenes brindó una visión notable sobre su conciencia de los problemas morales que les conciernen a ellos mismos, sus familias y la comunidad en general. Demostraron conocimiento de sí mismos a lo largo del tiempo con respecto a las ambiciones futuras y la necesidad de educación. Además, los participantes expresaron su disposición a participar en el proceso de respuesta y recuperación buscando activamente tanto fuentes de información como medios para expresar sus opiniones. Sin embargo, la mayoría reconoció la falta de oportunidades para expresarse y participar activamente en el proceso.
SEGUÍ LEYENDO: