“No estoy haciendo ninguna cuarentena yo… Estoy trabajando 7 por 7”, dice Claudio Belocopitt, el presidente de la Unión Argentina de Entidades de Salud (UAS). Fue el primero en nuestro país, aún antes de la cuarentena, en decir que para enfrentar al Covid-19 había que prepararse para “ir a una guerra” y que había que advertir a la gente con mucha claridad de qué se trataba el coronavirus. Hoy, cuando se habla de la flexibilización de las medidas de aislamiento, vuelve a encender la alarma. Pero en vez de 128 infectados y tres muertos, como había el 20 de marzo, la Argentina cuenta con 103.265 contagiados y 1.926 fallecidos.
-¿Estamos ganando o perdiendo la guerra contra el coronavirus?
-Sinceramente estoy muy preocupado. Hablo como dirigente del sector privado de la Salud, que atiende al 70 por ciento de los contagiados por la pandemia. Vengo escuchando en los últimos días, en las últimas horas para ser más específico, distintos comentarios que apuntan a que “estamos mejor”, que “estamos dominando esto”. Bueno,quiero decir desde el punto de vista estrictamente técnico del sistema de atención, que estamos en los peores días. El nivel de exigencia del sistema de salud es altísimo, Ayer hubo horas del día donde fue muy complicado conseguir cama. Por eso me llama la atención que a la gente se le plantee la situación de manera confusa. Y no tiene que ver con un tema político. Entiendo que la situación económica es extrema. Pero no podemos decir que estamos por tomar la decisión de flexibilizar más la cuarentena porque estamos bien. Desde el comienzo de la pandemia, este es el momento de máximo estrés. Yo, guste o no, lo tengo que decir. Prefiero ponerme colorado hoy que verde mañana. Es la realidad.
-Venimos de una serie de días -con excepción del domingo 12- con más de 3000 infectados cada 24 horas. ¿Estamos en el pico de la pandemia?
-Hay dos cosas importantes para tener en cuenta. El pico se sabrá recién cuando estemos bajando la montaña. Y eso va a suceder una semana después. Mirar los casos y hacer análisis o plantear estrategias sobre lo que se ve en un día determinado, a esta altura es absurdo. Porque depende de muchos factores. De la cantidad de testeos, de sí por ahí un día salió menos gente... Lo que tiene sentido es recorrer las instituciones, y hacerlo con amplitud. Pueden decir que la Nación o las provincias tienen tal número de ocupación de camas de terapia… Pero den la información de los lugares donde se brinda atención a los contagiados de Covid: esos lugares están llenos. Es cuestión de entrar y mirar. O preguntar a las empresas de emergencias cómo la están pasando. Por eso digo, cuidado, porque acá los que estamos con el casco y la ametralladora en esta guerra somos los del sistema de salud. Hay que ser muy cuidadoso en cómo se informa. Si se pretende que la sociedad se empodere, esta palabra nueva que se está usando mucho, tiene que saber de qué se trata. Si le van a decir que tome tal o cual camino porque tenemos la situación bajo control, se va a relajar más de lo que está todavía. Y técnicamente, la situación de hoy, martes 14 de julio, es que el sistema está pasando por su máximo estrés. Y no hay ninguna baja en la curva de ocupación de camas.
-¿Las terapias intensivas de sus instituciones en qué porcentaje de ocupación están?
-Tenemos cinco institutos en el AMBA. Ahora mismo, con camas adicionales y todo, el porcentaje de ocupación en terapia es del 81 por ciento. Y de piso, del 96 por ciento y con momentos de mucha dificultad. Estamos con curvas de ocupación que no teníamos. Por estas horas tenemos problemas en las habitaciones de piso, que están llenas. Por suerte, dentro de todo, son menos los pacientes graves que los otros, pero los otros son muchos. Lo repito porque lo chequeé con empresas del sector, sistemas de emergencia, con colegas: ayer, entre las seis de la tarde y las diez de la noche hubo momentos en que era muy difícil conseguir camas en el circuito. Ya no estamos con mucha cuerda como hace dos o tres semanas. Consumimos mucha.
-¿Esa ocupación es por pacientes con Covid o en general?
-El sistema estaba funcionando con el 50 por ciento de su capacidad para atender otras patologías. Y el resto era Covid. Ahora, la diferencia que hay, hasta casi llegar al 90 por ciento, es todo Covid.
-Quién sostiene hoy a la salud, ¿el sector privado o el público?
-El privado se lleva un 70 por ciento de la demanda, de eso no hay dudas. Los números del sistema público, por lo que uno se informa, vienen más relajados.
-¿No tienen más posibilidad de ampliar la capacidad?
-No. Ya se hizo un esfuerzo muy grande. Ahora lo que hay que definir son los protocolos de atención. La Ciudad dio un paso adelante para alivianar las estructuras. Por ejemplo, los asintomáticos iban primero a hoteles y luego se liberaron hacia las casas. Quedaron los leves. Ahora los leves también siguen su tratamiento en sus casas. Quedan los complejos, y no porque todos sean pacientes graves, sino porque pertenecen a grupos de riesgo o tienen comorbilidades. El protocolo dice que los mayores de 65 años, aún los leves, deben quedar internados. Lo que se está analizando es que en esos casos también sigan el tratamiento en sus casa. La realidad es que debemos ir dejando que las instituciones de salud se concentren en los casos más complejos. Y creo que si el avance de los contagios continúa, habrá que aplicar los protocolos que usaron los países donde la circulación del virus es más grande.
-¿Por ejemplo?
-Y, que ante los síntomas leves se queden en la casa. Hoy, por un síntoma leve se llama al médico, se testea, se va a una clínica. Todas cosas que están bien cuando existen las posibilidades. Pero no cuando empiezan a escasear los recursos. Y si están pensando en tomar medidas que hagan aumentar la circulación, mucho más…
-¿Usted ve que exista una cuarentena estricta?
-No. Lo que se ve en la calle es muy flexible. La gente circula. Entiendo que está cansada, el mal humor social, los problemas económicos. Hay de todo. Pero los que sabemos del tema tenemos la responsabilidad de explicarle a la gente cuál es la situación. Sin hacer política: somos técnicos. La gente debe saber lo que está pasando, y que después tome la determinación que quiera tomar. En España la población hizo una cuarentena estricta y se quedó adentro a conciencia porque los hospitales directamente no recibían a los enfermos. Eso es un extremo. Acá, como hasta ahora las cosas se venían llevando bien, hubo una relajación. Por eso hay que advertir que esto no está ganado ni mucho menos. No están reflejados los efectos de la cuarentena de los últimos 15 días, como dicen. Estábamos en una isla y el agua subía. Ahora dejó de subir a la velocidad que subía, pero sigue subiendo. No podemos relajarnos mentalmente.
-¿Para usted habría que volver a la fase 1?
-Lo que yo digo es que hay que mirar qué factores se toman en cuenta. Desde el punto de vista sanitario, técnico, nada cambió en las dos últimas semanas. No quiero entrar en debates ni pelearme con los comerciantes. Hablo desde el punto de vista estrictamente sanitario. Por eso digo que de ir a una flexibilización será por una decisión política, económica y social. No sanitaria.
-Bueno, hay un tema económico que lleva a que la gente quiera circular más.
-Eso me excede. El Gobierno debe tener todo el mapa, tanto de Provincia y de Nación.
-¿El gobierno dice toda la verdad de lo que está pasando?
-Lo que digo es que hay una interpretación. No digo de Nación, porque lo escucho a Ginés y está bien, es muy precavido. Pero veo que en algunos momentos, cuando hablan los asesores o algunos periodistas, dicen que todo se va a flexibilizar como consecuencia que estamos mejor, que la estamos llevando bien, que se está aplanando la curva, y no es así. Puede ser la consecuencia de otros factores, que pueden ser razonables, lógicos, de naturaleza económica, de carácter social, pero no es la realidad del sistema de salud. Si se sientan con el director médico de una clínica privada hoy y le preguntan qué piensa de abrir más la circulación, va a decir que es una locura. En su escenario ve que no da abasto, que es un momento de alta tensión.
-¿Si se flexibiliza aún más, en cuántos días estaremos en la situación de estar decidiendo a quién atender y a quién no?
-Esperemos no llegar a eso. Va a depender mucho del mensaje que se de. Si la flexibilización es chica, quizás no haya un gran aumento de la circulación. Partamos de la base que en los barrios la gente está en la calle. Es decir: esa circulación ya la tenemos. Lo que pido es que no la agrandemos más por montarnos al exitismo de decir que vamos bárbaro. Llegamos hasta aquí con una tasa de mortalidad baja, hicimos un esfuerzo enorme. Este partido está en el minuto 70, si en los últimos 20 nos meten cinco, nos vamos goleados.
-¿Y cómo vamos?
-... Vamos. El trabajo fue bueno, la realidad es que la tasa de mortalidad argentina comparada con países similares es baja. Por supuesto, eso también está atado a una cuarentena larga. Pero así y todo, por el invierno, porque aumentó la circulación de la gente y demás, esto no está terminado. Viene cada vez más apretado. Estamos entrando en las semanas decisivas para saber cómo termina este partido. No hagamos macanas en la recta final.
-¿Ve algún protocolo médico que esté dando resultados en cuanto al tratamiento del Covid?
-Se trabaja con varios. Por supuesto con los protocolos de plasma, pero todavía no están terminados los reales. Por ahora se hacen transfusiones de plasma a los pacientes, pero el resultado final del estudio estará en tres semanas. Ahí tendremos un panorama claro para saber en cuánto ayuda y en qué circunstancias se puede dar.
-¿Es optimista?
-Si, si… No como algo definitivo pero sí como algo que pueda ayudar. Se comenzará también con el suero de caballo. Y algo muy importante es el protocolo de la vacuna que lleva adelante el laboratorio Pfizer junto al doctor Polack, del que Swiss Medical va a participar. A partir de esta semana estaremos reclutando voluntarios y se empezará a probar a partir del 15 de agosto. Porque la solución definitiva a esta pesadilla la traerá un tratamiento o una vacuna.
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