A pesar que la Argentina experimentó una marcha atrás en la cuarentena y este miércoles ingresaremos en una fase más estricta, los países europeos ya entraron a una etapa de mayor flexibilización de actividades pero el foco sigue estando en qué sucede con los espacios cerrados que, según la OMS, es donde hay mayor riesgo de contagio.
El doctor Muge Cevik, especialista en enfermedades infecciosas e investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad británica de St. Andrews, citó diversos estudios de rastreo de contagios que muestran un “aumento de las tasas de infección en entornos cerrados y conectados, incluidos los hogares, los centros de atención médica, las iglesias, el transporte público y los refugios para personas sin hogar”.
De acuerdo a investigaciones recientes, las personas que comparten espacios cerrados- donde la circulación de aire es pobre y la densidad es elevada- tienen 18 veces más de posibilidades de contagiarse que alguien que está al aire libre.
En el exterior, por ejemplo, el volumen de aire diluye al instante la carga viral, lo que junto a los efectos de la luz ultravioleta del sol, el calor, la humedad, afecta al virus y minimiza el riesgo de transmisión.
Teniendo en cuenta este panorama, un ingeniero marplatense desarrolló un equipo de desinfección que mantiene el aire libre de coronavirus en lugares cerrados a través de la emisión de rayos ultravioletas.
Su implementación en cines, bares, restaurantes, gimnasios y colegios; un vez que estemos en condiciones de empezar a salir de la cuarentena, servirá para que todas las bacterias y virus que hayan en esos espacios se vuelvan incapaces de infectar y reproducirse. Mientras tanto, se presenta como una solución para hospitales, consultorios médicos, comercios y bancos, entre otros.
El ingeniero Hernán Yannuzzi, presidente de FG Ingeniería, viene trabajando desde el inicio de la pandemia en el desarrollo de distintos equipos para neutralizar la acción del virus. Primero idearon un dispositivo para desinfectar superficies, luego un túnel de ozono sanitizante para personas y siguieron con una caja UV para objetos. Pero le faltaba algo que asegurara que esa desinfección se mantuviera en el tiempo. Y así fue como surgió su última creación: el FGAP 1,2.
Tiene el aspecto de un calefactor mediano. Mide 45 cm de ancho, 60 cm de alto y 14 cm de profundidad. Se coloca sobre la pared o el techo, a una altura mínima de 1,2 metros, y posee tres velocidades: la primera es prácticamente imperceptible y la tercera emite el mismo sonido que un aire acondicionado. Cada equipo cubre un espacio de 75 m3.
“Para tener un idea, en un micro de un piso se necesita un equipo pero para un banco entre 4 o 5 equipos. Estamos convencidos que es más eficiente contar con aparatos chicos para distribuirlos de manera homogénea que tener uno solo de mucha potencia, que muchas veces no llega a cubrir todo el espectro”, explicó Yannuzzi a Infobae.
Una vez encendido, deben pasar al menos 20 minutos para que el aire quede desinfectado. “Con que el aire pase dos veces por el filtro ya está, pero para asegurarnos en un 100 por ciento aconsejamos que el aire circule 6 veces por hora”, detalló. Y agregó: “Puede estar prendido eternamente ya que tanto la turbina como el LED son de uso continuo. Pero no tiene sentido que siga encendido si no hay gente”.
El equipo posee un filtro carbono activado, que sirve para eliminar olores; un filtro de partículas, que retiene todo lo que sean partículas de suspensión; y una cámara de radiación ultravioleta, que con longitud de onda pequeña -entre 250 a 265 nonómetros- rompe el ADN (ácido desoxirribonucleico) o ARN ( ácido ribonucleico) de los virus que están en el ambiente. “Tiene una turbina doble y una cámara de succión donde se colocan esos filtros y la radiación UV. El aire entra por los filtros y luego pasa por la cámara UV para ser enviado con velocidad por el otro extremo”, contó el ingeniero.
Esto trabaja independientemente del aire acondicionado. “El aire acondicionado recircula el aire interno. Entonces, si yo mantengo el aire del ambiente desinfectado, el aire que recircula también va a estar libre de virus y bacterias. Por eso, lo que uno tiene que tratar de hacer es mantener los circuitos limpios del aire acondicionado y, lavar los filtros para que no desprenda contaminación cuando trabaja”, explicó.
De acuerdo a la información suministrada por este experto en bioseguridad, la absorción de la luz UV por parte del ADN o ARN de los virus o bacterias les produce un daño fotoquímico que les impide contagiar o reproducirse. “Si bien algunos microorganismos tienen mecanismos de reparación del daño de ADN, los sistemas de desinfección UV están diseñados para que la dosis de radiación UV sea suficiente como para garantizar que el daño celular no pueda ser reparado”, indicó.
Este dispositivo utiliza una radiación UV a través de LED, no a través de lámparas. “El tratamiento físico y bacteriológico del aire a través LED es más potente que las lámparas y dura el doble. Como esa tecnología aún no está disponible en Argentina, nosotros logramos importarla y ahora la estamos utilizando para este equipo que se hizo en dos tensiones: 12 volts para medios transportes y 220 volts para cualquier tipo de ambientes”, contó el ingeniero Yannuzzi, quien precisó que en 10 días estarán en condiciones de poner a la venta la primera línea de producción que consta de 240 unidades.
Desde un principio, el desafío fue poner el mercado un dispositivo que tenga un costo acotado para que pueda ser adquirido por la mayoría. Su precio es de 40 mil pesos. Y de acuerdo a los metros cuadrados del espacio que se necesite desinfectar se requerirán más o menos equipos.
Pero su uso no solo se limita a lo comercial o empresarial. “Uno debería tener un aire puro en cualquier ambiente, incluso en el domicilio. No tiene que ser una limitación”, concluyó.
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