En Mataderos, a dos cuadras de la General Paz, en la planta que toma una manzana del Laboratorio Cassará, se instaló hace años el equipo del Instituto Milstein con científicos del CONICET y la Fundación Pablo Cassará con el objetivo de producir un test rápido y barato contra el dengue, un virus que hoy azota a distintas regiones del país al mismo tiempo que el coronavirus.
Ese equipo se encontró de repente con otro flagelo, el COVID-19, y se preguntó si podían hacer un aporte urgente para resolver ese momento crítico de la lucha contra la pandemia que es la detección de los contagios de una manera rápida, sencilla y económica, tal como estaban planificando para el caso del dengue.
Eso fue hace 60 días. El 15 de mayo, el ANMAT autorizó la comercialización del “test de diagnóstico para la detección molecular simplificada del virus SARS-CoV-2. Agente etiológico de la neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo grave COVID-19”, como se llama específicamente. Ese mismo día, el presidente Alberto Fernández hizo pública la creación del test y lo celebró en la Quinta de Olivos junto a los científicos Adrián Vojnov y Carolina Carrillo, líderes del equipo a cargo del desarrollo del producto.
Infobae pudo recorrer el laboratorio y conocer el lugar donde Argentina logró un salto cualitativo en materia de posicionamiento científico, ya que podrá producir este insumo médico crítico ahí mismo. De Mataderos al mundo.
Debajo de los laboratorios de bioseguridad está la planta de ensamblaje y producción. “Se puede hacer de manera artesanal y lo van a supervisar los mismos científicos hasta los 200 mil test semanales”, dijo un directivo de la empresa. “Si tenemos una demanda de un millón, ya tendremos que ir a otra de las manzanas que tenemos en Mataderos", explicaron. El vocero anticipó que “un grupo inversor de China hizo un ofrecimiento para asociarse a Cassará para comercializarlo en el mundo, aunque recién se está evaluando".
El ministro de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza, presente en la recorrida de la que participó Infobae, reconoció que ya están pidiendo kits desde otros países. No quiso adelantar cuáles serían, pero todo indicaría que la mayoría en Latinoamérica pidieron información y algunos test de pruebas. “Más adelante se verá si es posible exportar”, adelantó Salvarezza.
Hasta ahora, solo Estados Unidos, Japón y Corea del Sur resolvieron el intríngulis acelerar estos muestreos similares a una PCR, no solo la producción, sino también el tiempo de testeo, que se redujo de 5 a 6 horas a 1 o 2 como máximo, en un ambiente que ni siquiera necesita de un laboratorio sofisticado o espacio especial. Cada uno lo logró con una técnica específica, lo que permite que cada país tenga su propia patente. Argentina también la suya, que pertenece a Laboratorio Cassará.
Lo significativo de este test es que se puede hacer en un ambiente cualquiera. Solo se recomienda que sea distinto al lugar donde se tomó la muestra. La rapidez del resultado y su simpleza permiten obtener un diagnóstico en el lugar, ya sea al pie de la cama o en la búsqueda de casos positivos en zonas de alto nivel de contagio, permitiendo así un control más efectivo de la pandemia.
“El equipamiento que se necesita es una centrífuga pequeña y un bloque térmico, equipos accesibles y disponibles en el mercado”, explicó una técnica que hizo la prueba frente a los periodistas. Y remarcó que “no es necesario contar con un área de bioseguridad, tampoco una cabina especial cuando la muestra es analizada en el momento. Apenas que la persona que realiza el hisopado tenga los elementos de protección personal adecuados”.
La ventaja de este proceso con otros que son rápidos pero serológicos, tal como ya explicaron Salvarezza y Ginés González García en el marco de la conferencia de prensa de presentación la semana pasada.
El kit utiliza la técnica de amplificación molecular isotérmica mediada por bucle” o LAMP, por sus siglas en inglés. La muestra se coloca en un tubo de reacción, se agrega la mezcla de reactivo, se ve un color violeta originalmente, esta solución se pone a calentar -proceso de incubación- una hora a 62 grados y allí se observa el color resultante, que si sigue siendo violeta o lila, la reacción es negativa, es decir no hay presencia de virus SARS-Cov-2 en esa muestra; mientras que si en esa hora cambia a color azul o celeste el resultado es positivo, ya que hubo amplificación molecular, lo que hace que cambien las condiciones del reactivo, dentro del tubo.
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