La provincia de San Juan fue una de las últimas en tener contagiados de COVID-19. En la actualidad hay cuatro. El último caso fue una médica de 42 años del hospital Rawson, que atendió al hermano, un transportista que se contagió en la provincia de Buenos Aires y fue trasladado a el 5 de mayo a la provincia cuyana. Hoy, la ministra de Salud Pública Alejandra Venerando anunció que se le iniciará una demanda penal. Y se basa en que el 7 de mayo, el personal de guardia “le advirtió a la profesional la gravedad de la situación”, pero ella, igualmente, “ingresó al box de su familiar”.
Seguramente, la médica en cuestión va a poder comprobar por sí misma las bondades de un desarrollo contra el coronavirus que se hizo en el mismo hospital Rawson: la “camilla de bioseguridad para transporte de paciente COVID-19” llamada ARCA, uno de los 64 proyectos que eligió la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para subvencionar con 100 mil dólares en el marco de la lucha contra la pandemia. En esa burbuja plástica de 1,80 x 55 x 50 centímetros (es la medida standard, pero se hacen más grandes o pequeños), aislados del entorno, se pueden trasladar enfermos de COVID-19 con total seguridad, minimizando uno de los peores riesgos: que se contagie el personal de salud.
En ese “lado A" del hospital sanjuanino trabaja Luis Pulenta, un bioingeniero de 41 años, casado y padre de dos hijos, recibido en la Universidad Nacional de San Juan y coordinador del Servicio de Ingeniería Clínica del Hospital Rawson de San Juan, que hizo el desarrolló de ARCA junto a 18 bioingenieros y técnicos. Rápidamente, aclara: “En realidad es una cápsula de bioseguridad que va apoyada sobre una camilla. Es importante decir esto para nosotros, porque si fuese una camilla habría que registrarla en el ANMAT. En cambio, una cápsula no lo requiere. Es para la bioseguridad del personal de salud, no es un tratamiento o un diagnóstico para el paciente. No se incluir dentro del nomenclador de equipos médicos.
-Significa que para el paciente no cambia nada.
-No. Lo que intenta mitigar es el riesgo por el contagio intrahospitalario, del que hay un índice muy alto. Es para traslados, se puede usar en ambulancias o para llevar al paciente entre una cama de cuidados comunes y una de terapia intensiva. Es muy importante para la fase de contención de la pandemia. Porque los traslados de pacientes sospechosos de COVID-19 no se hacen en forma sistemática. No se planteó cómo evitar el contagio. Hay sugerencias, como poner una manta plástica directamente arriba del paciente y luego hay que tirarla, pero no está sistematizado un protocolo.
-¿Cómo funciona?
-Lo que hace innovadora a la cápsula es que tiene un sistema de filtrado, no sólo una barrera mecánica, como puede ser un cobertor, para que no pase el virus y no exista contaminación. El aire que ingresa a la cápsula al salir del habitáculo lo hace filtrado a través de un filtro viral-bacteriano. Tiene una cantidad de 20 renovaciones de aire por hora, las necesarias para este tipo de dispositivo. Y otra característica importante es que posee ingresos laterales, no sólo para que los pacientes entren en la camilla, sino para hacer procedimientos.
-¿Qué ventajas tiene que el ingreso sea lateral?
-Que podés pasar al paciente de una cama de cirugía o de internación a una camilla de forma lateral, y no en forma axial, como vimos en algunos otros prototipos, donde se lo ingresa por la punta. Además tienen accesos para procedimientos necesarios durante el transporte de tipo iris, una apertura manual.
-¿Sólo sirve para COVID-19?
-No. La cápsula sirve para cualquier otro tipo de infección viral o bacteriana. Pero lo hicimos exclusivamente por el COVID-19. Antes lo vi con el ébola en algunos lugares del mundo. Y es de presión negativa, así que el virus debe estar adentro de la cápsula, el paciente tienen que estar contagiado. Esto lo que hace es obligar a mantener una aislación mecánica entre el paciente y el personal de traslado, con la ventaja que el aire contaminado sale del habitáculo en forma filtrada.
-¿Cómo manera sale purificado el aire?
-Mediante unos filtros que vienen establecidos. Son filtros absolutos, mecánicos, que aseguran un rendimiento del 99, 9 por ciento para virus y bacterias. Nosotros armamos una regla para el filtro, la cantidad de aire que tiene que circular. Nosotros pasamos por cuatro prototipos. En el hospital Rawson, esos cuatro ya están funcionando. La versión final, con mejoras, es la que entró en el proyecto que presentamos y nos van a financiar. El filtro tiene una batería y un cargador. Cuando no lo estás usando lo desconectás. Y tenés una autonomía de dos horas. El equipo de filtrado consta de dos forzadores, una especie de ventiladores o coolers similares a los que tiene la CPU de una computadora de corriente contínua. para tener las 20 renovaciones por aire por hora.
-¿De qué material está hecha la cápsula?
-Es de PVC transparente, con un cierre tipo cremallera. Y el soporte mecánico se lo dan unas láminas de policarbonato. Y esos mismos soportes de policarbonato, al cerrar la cápsula, forman una maleta para el resguardo o el traslado del equipo a cualquier parte del país.
-¿Qué precio tiene este dispositivo.
-Comparado el precio de un habitáculo similar, que hay que importar, sale menos de la tercera parte. Nosotros no pensamos en venderlas, pero con todo saldría unos 100 mil pesos. Y las de afuera están alrededor de 300 mil pesos.
-¿No se hace en el país?
-La única empresa que importaba unas cápsulas similares está en Córdoba. Y hay dos o tres proyectos argentinos, pero tal vez con más énfasis en la barrera mecánica y no tanto en el filtrado del aire que sale.
-¿Ya recibieron encargos?
-Por el momento tenemos pedidas 15 cápsulas para Salud Pública de San Juan, que debemos entregar en dos meses.
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