Daniel Ferro (50) es cordobés y desde hace 20 años está radicado en Madrid, donde se desempeña como médico traumatólogo en un sanatorio privado. En los últimos dos meses, y ante el colapso del sistema sanitario español y la baja de varios de sus colegas, sintió el deber de sumarse al equipo de guardia y atender los casos urgentes de coronavirus.
“Los médicos también comenzaron a enfermarse y hubo que sustituirlos. Imaginate que en este corto tiempo tuve que aprender muchas cosas de la medicina general que desconocía, como el tema del protocolo del COVID-19. Solo hay que tener ganas de hacerlo. Con voluntad se puede salir adelante”, contó Ferro a Infobae.
Mientras combatía la pandemia desde una de las principales “zonas de riesgo” de Europa y ponía en riesgo su propia vida para salvar la de los demás, al médico se le ocurrió que podía hacer lo mismo por los compatriotas que habían quedado varados en Madrid y estaban desesperados por volver al país.
“Los miraba en la tele y los leía en las noticias y me puse a pensar en cómo ayudarlos. Fue ahí cuando se me ocurrió mandar un correo electrónico al Consulado argentino para preguntarles si necesitan ayuda, ya sea económica o humanitaria”, recordó el doctor Ferro, quien jamás se imaginó que la respuesta llegaría tan rápido.
“Me contestaron dos días después. No me lo esperaba, y más sabiendo que iban a tener la casilla inundada de mails al ver que eran muchísimos los argentinos que se encontraban solicitando asistencia diplomática”, señaló.
A Ferro lo contactó la cónsul adjunta en Madrid, Carla Merchert. Le preguntó si había alguna posibilidad de que pudiera ayudarla en el control médico que le hacían a los pasajeros antes de abordar los vuelos de repatriación y enseguida se mostró entusiasmado con la propuesta. “Me puse a disposición para lo que hiciera falta y me convocaron para un primer viaje que salió el 26 de abril con 250 personas a bordo”, remarcó este profesional de la salud oriundo de la localidad cordobesa de Bell Ville.
La revisación médica a los argentinos se hace en el aeropuerto, antes del check-in. Previamente, el Consulado les entrega una declaración jurada a cada uno donde les pregunta si en los últimos días tuvieron alguna sintomatología de coronavirus, como fiebre, tos, dolores en las articulaciones y malestar, y luego se procede a tomarles la temperatura corporal con un termómetro infrarrojo. Los que presentan más de 37,5 grados son apartados de la fila, se los aísla y se da inicio automáticamente a un programa de seguimiento sanitario.
“La presencia de los médicos es muy importante ya que al pasajero que está desesperado por volver y no puede viajar hay que explicarle con sustento cuáles son las razones por las cuales se le impide abordar”, explicó Ferro al recordar con tristeza que en el segundo control que hizo le tocó asistir a una enfermera de 60 años con febrícula.
Ese vuelo había salido el 1 de mayo y a pesar de ser el día internacional del trabajador, Ferro no dudó en concurrir al aeropuerto cuando fue convocado nuevamente. “Ya participé de dos vuelos de repatriación, tuve la satisfacción de colaborar con el retorno a casa de unas 500 personas y espero seguir haciéndolo con el resto que aún espera para regresar”, dijo.
De los 10 mil argentinos que se encuentran varados por el mundo desde que se desató la pandemia por coronavirus, casi 5 mil se encuentran en España (dentro de los que se incluyen a los trabajadores temporarios de los centros de esquí del Principado de Andorra). De ese total, cerca de mil permanecen en la ciudad de Madrid a la espera de la apertura de las fronteras argentinas o de la llegada de aviones humanitarios.
Este lunes 11 saldrá un nuevo vuelo de Aerolíneas Argentinas rumbo a Buenos Aires y Ferro estará cumpliendo, una vez más, con su labor. “Como el avión sale a las 18 horas organicé pasar a mis pacientes del consultorio para viernes anterior y así liberarme la tarde”, contó el médico, quien se mostró muy agradecido con las autoridades del Hospital Sanitas La Zarzuela que posibilitan estos cambios en su trabajo.
“Viajarán otros 250 argentinos y ojalá que entres ellos esté la enfermera que la última vez no pudo hacerlo. Tenía entendido que hoy le daban el resultado del PCR y si le daba negativo podían sumarla al listado de pasajeros”, se esperanzó.
Si bien Ferro se preocupó en destacar el gran trabajo que están haciendo desde la Embajada para repatriar argentinos, donde a los casos más vulnerables les brindan alojamiento y ayuda económica, también hay que focalizar en la tarea desinteresada de este médico ya que trabaja gratis para el Estado. Además, él fue el responsable de reclutar a otros colegas para que lo ayudaran en los controles sanitarios.
“El primer día que me presenté en el aeropuerto me ayudó mi hermana, que es médica, y un compañero de traumatología que trabaja conmigo. Y el segundo día me dio una mano muy grande otra médica argentina que se encuentra en Madrid y aún está con el tema de la homologación del título de pediatría”, contó.
Para Ferro éste es el momento que tenemos para ser solidarios: “Es la actitud que hay que tener. Hay gente que puede ayudar con cosas materiales y otros con nuestra profesión. Esto para mí es una satisfacción porque no tengo ninguna necesidad”.
La posibilidad de instalarse en España surgió cuando estaba realizando la residencia en Córdoba y aplicó para unas becas de traumatología en Europa. “Una de ellas fue en Madrid, donde estuve tres años como becario y conocí a mis esposa con la que tengo dos hijos, uno de 18 años y otro de 15”, recordó.
Si la situación económica se lo permite, trata de venir todos los años a la Argentina para reencontrarse con su familia y amigos, y también para hacer turismo con su esposa y sus hijos. “Tengo mucho apego por mí país, por eso quiero ayudar a mis compatriotas. Hay mucha gente desesperada por volver a casa y me siento a gusto de servir para que puedan lograrlo”, concluyó Ferro, quien desde la distancia asegura que se siente orgulloso de ver cómo “el gobierno supo tomar medidas a tiempo para controlar la dispersión del virus y tratar de frenar la pandemia”.
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