El doctor Roberto Mezzetti hace 2 meses lucha en primera línea en un hospital en la provincia de Bergamo, Italia, foco del Covid-19. Crudas imágenes de gente postrada y entubada en el Policlínico San Marco fueron difundidas en todos los canales televisivos argentinos provocando conmoción y angustia en los televidentes. Hoy nos conocimos virtualmente. La enfermera que trabaja con él y de la cual hablé en una nota de Infobae, me llamó para decirme que lo contacte, que él tenía una buena noticia.
No suelo ilusionarme, ya los bergamascos pagamos un costo alto con el virus, y cada uno de nosotros cuenta familiares y amigos entre las víctimas solitarias que no recibieron un último saludo.
La voz del doctor Mezzetti es amable y cordial, casi parece un médico argentino por su disponibilidad. Es un cirujano vascular prestado en tiempo de pandemia a la terapia intensiva.
“Tuvimos que aprender en el camino y en febrero, antes que todo empezara, muchos colegas médicos se enfermaron. Estábamos completamente sin preparación y recibimos poca información de China”, dijo.
“El personal médico se enfermaba porque en los primeros días no existía un protocolo de protección, recibíamos los pacientes sin barbijos, camisolines, guantes y al día de hoy en el país hay más de 140 médicos caídos en batalla. Unos amigos y colegas fallecieron. Pero desde que empezamos a protegernos no hay muertes entre el personal sanitario”, añadió.
Mientras el doctor Mezzetti habla de insumos hospitalarios, pienso en la situación de la Argentina, de la falta de guantes, cofias, barbijos con válvulas y los comunes, botas descartables, mamelucos. Pero sigo escuchando su relato.
“En la zona donde trabajamos, en la que el el Covid-19 nos sorprendió desarmados, nos quedó muy en claro desde el principio que el virus provocaba una respuesta inmunológica excesiva, una hiperinmunidad que generaba problemas en la coagulación de la sangre. El problema respiratorio era debido a una tromboembolia pulmonar. Entonces empezamos a utilizar heparina, un anticoagulante, como prevención y también en la etapa aguda de la enfermedad.
Con respecto a la terapia para apagar la hiperinflamación, el único medicamento convalidado es la hidroxicloroquina, que se utiliza habitualmente para tratar la artritis reumatoidea y la malaria. Con los otros medicamentos que utilizamos, como los antivirales para el tratamiento del VIH, Ébola, no hay estudios estadísticos validados, no llegamos al ‘gold standard’ estamos estudiando, probando”.
Mezzetti mantiene una calma y serenidad que no son de un médico que está viviendo una emergencia sanitaria. Le pregunto el por qué y él me contesta que tiene buenos motivos para pensar positivamente. En su policlínico cerraron uno de los tres pabellones para los Covid-positivos, ya que no hay más urgencias, se vació la terapia intensiva y quedan los últimos pacientes internados.
Así en el hospital Papa Giovanni XXIII de Bergamo, el más grande de la provincia, el más afectado, está afortunadamente en drástica reducción de enfermos graves de Covid-19 y este centro de salud vuelve a sus repartos de diferentes especialidades.
“En Bérgamo están experimentando una terapia que está brindando óptimos resultados y que podría ser la cura para el coronavirus”, dice con confianza el doctor Mezzetti.
No podía creer a lo que me estaba diciendo y me aseguré que mi teléfono estuviera grabando la entrevista.
“La mejor técnica que encontramos, con mejor respuesta, la más innovadora, con resultados muy satisfactorios, es la transfusión de plasma hiperinmune de pacientes infectados con síntomas leves y negativizados a pacientes infectados”, explica sobre el procedimiento.
Es una técnica que se utilizaba en forma empírica después de la Segunda Guerra Mundial para curar diferentes enfermedades y –cuenta el doctor–, que su mamá también se acuerda que le hicieron una transfusión cuando era una niña y se curó.
“El paciente positivo recibe una transfusión con anticuerpos que evitan que en su organismo se desate una respuesta hiperinmune. El plasma actúa como un antiviral y la consecuencia es que el virus se destruya”, detalló.
Pregunto desde cuándo están utilizando esta nueva técnica y él no sabe bien si es desde un mes o menos. Entiendo que pasar dos meses sin interrupciones en el infierno pone a dura prueba la memoria y la percepción.
La solución, según el doctor Mezzetti, llega del ser humano, no de los laboratorios, sino de la sangre del ser humano para curar a otros hombres y mujeres. No es una vacuna, es una cura que anula el virus.
El tiempo de experimentación es más o menos un mes y los médicos se basan solo en lo resultados obtenidos hasta ahora. Los profesionales de la salud mismos hacen una carrera de solidaridad: los que transitaron el virus están en primera línea para donar la sangre, cosa que nunca se vio en aquella parte del mundo.
Cuando le pregunto sobre el virus y los niños, Mezzetti dice que en el hospital de Bergamo hay 20 casos de niños que desarrollaron la enfermedad de Kawasaki, una inflamación de los vasos sanguíneos que afecta prevalentemente a niños en edad pediátrica. Entre estos 20, unos tenían Covid-19, otros habían casos de virus en la familia.
Es una enfermedad muy rara en esa latitud porque es típica del Oriente, pero se registran casos en Europa. Los pediatras señalan el grave problema que parece estar vinculado a la pandemia. Si así fuese tendrían que incluir a los niños entre las personas en riesgo y quedaría pendiente el tema de la vuelta a la escuela.
Gracias a los datos investigados en Bergamo, saldrá un importante estudio en una de las principales revistas científicas y nos aclarará la situación que parece una nube negra que anuncia una gran tormenta.
El lunes 4 de mayo en Italia empezará la fase II, la parcial salida del lockdown. El 18 de mayo y el 1 de junio las fases que siguen. Me gustaría quedarme con la tranquilidad y la esperanza del doctor Mezzetti pero los seres humanos suelen cometer siempre los mismos errores y no confío en el manejo de la nueva libertad, prefiero observar que pasará después del 4 de mayo.
Capaz acá en Argentina podamos recalcular la ruta sobre los errores de los otros o al contrario, aprender que el distanciamiento social, los barbijos y lavarse las manos son el primer paso para la salida del largo encierro.
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