Argentina arrastra una larga historia de recurrentes fracasos de políticas económicas, que se expresan con contundencia en una serie de 108 años de déficit fiscal sobre un total de 118, financiado con deuda y emisión monetaria, y con la creación de impuestos de emergencia.
Sin embargo, esos antecedentes no han cesado con la idea de insistir con un nuevo tributo a los poderosos, como alternativa para que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner reúna los fondos necesarios para saldar las desequilibradas finanzas públicas.
En este delicado contexto económico actual, provocado por el avance del coronavirus, el senador de Juntos por el Cambio, Martín Lousteau advirtió que “la pandemia no puede ser una excusa para llevar adelante el odio ideológico". De esta manera, se refirió al proyecto de ley que impulsa el diputado oficialista Máximo Kirchner para cobrar una renta a las grandes fortunas.
“No se puede buscar un enemigo para la preservación política. Me inquieta cuando veo extremos que se ponen virulentos y apelan a consignas que no hacen bien. No es tiempo para el odio ideológico”, remarcó durante una entrevista en Radio Con Vos.
Aunque admitió que aún no pudo leer en detalle la propuesta porque aún no fue presentada en el Congreso, advirtió que “si el proyecto es pensar que no haya exceso de déficit o emisión o si es un castigo a un sector que no es afín al gobierno, arrancamos mal”.
Si bien Lousteau es consciente de que el coronavirus hizo que mucha gente no pudiera salir a trabajar para generar ingresos, mientras otro sector tiene la certeza de seguir cobrando, insistió en que “se debe plantear un esfuerzo colectivo y no una batalla”.
Ante la ola de especulaciones y múltiples rumores que se propagaron durante los números finos del proyecto de Máximo Kirchner, fue el legislador Carlos Heller -que lo asesora- quien salió a aclarar que ese gravamen nunca se pensó para la clase media, las pequeñas empresas o los ahorros de las familias.
En principio, abarcará los patrimonios que están por encima de los USD 3.000.000, tomado el dólar a valor oficial, según confirmó Heller. En base a los datos que manejan quienes elaboran el proyecto, ese universo está conformado por 12.000 personas; sin contar los patrimonios empresariales. En el gobierno nacional estimaron que la implementación del impuesto extraordinario podría generar un ingreso superior a los 3.000 millones de dólares.
Para Lousteau, se debe pensar un plan económico más integral en lugar de sacarle plata a los que más tienen. “En seis meses vamos a ser más pobres y estaremos más endeudados; no sólo el país sino también las empresas. No se puede buscar un enemigo para la preservación política”, aseveró el ex ministro de Economía.
Además, alertó que “Argentina lleva adelante una de las cuarentenas más estrictas del mundo en un país donde la informalidad económica es un tema muy importante”. Y explicó que uno de los motivos que llevó al presidente Alberto Fernández a ponerla en práctica de esa manera fue que “el país no tiene la posibilidad que sí tienen otros de hacer un seguimiento del comportamiento colectivo y no quiere que se desborde el sistema de salud”.
En ese sentido, dijo que “el Gobierno no tiene otro instrumento más que matar la economía” y que “el costo económico al salir de la cuarentena será más alto que en otros países”.
Con respecto al impacto económico que el COVID-19 provocará en la Argentina, resaltó que “es tan grande que habría que tener un comité de expertos para paliar las consecuencias que puede tener esto”.
“Ese comité no debe ser una foto de oportunidad para economistas de la oposición. Convoquemos a un buen equipo de especialistas macroeconómicos que analicen hasta cuándo se puede emitir, con qué recursos podés contar y qué tipo de distribuciones internas debés tener”, explicó.
Según Lousteau, “ese comité tiene que incluir gente que sepa implementar, no solo que conozca lo macro”. Por eso pidió que esté integrado por “gente que conozca los bancos y los medios de pago” porque no sirve de nada diseñar un plan si después no se sabe implementar.
“En Argentina falta algo más integral. Si bien hay muchos países que improvisan en la urgencia y funcionan mejor, el nuestro necesita armar una hoja de ruta”, concluyó.
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