Mientras que todos se preguntan cuándo se va a poner fin a la cuarentena obligatoria y el presidente Alberto Fernández evita dar precisiones al respecto basándose en el “dinamismo” de la pandemia de coronavirus, uno de los expertos que asesoran al gobierno nacional se animó a hablar de fechas.
Si bien admitió que la cuarentena se va revisando cada dos semanas y prorrogando de acuerdo al crecimiento de la curva, el médico infectólogo Tomás Orduna, jefe del Servicio de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital Muñiz, cree que recién podrá flexibilizarse desde el invierno. Aunque antes, el Gobierno deberá “abrirle el grifo a algunas actividades económicas”, señaló el experto que también asesora al jefe de Estado.
Orduna recordó que en Europa, cuando impusieron el aislamiento obligatorio, “ya tenían el agua al cuello”, por lo que es necesario “poner un freno e ir viendo cómo va la cosa” en la Argentina.
De acuerdo a las estadísticas que maneja el Ministerio de Salud, “nosotros tenemos 122 fallecidos porque empezamos antes. Cuando miramos lo que pasa en el otro hemisferio, vemos que estamos muy bien aunque no tenemos que ser exitistas”, dijo.
Al referirse a la actividad económica, Orduna dijo que “sería muy difícil llegar a la primavera con este aislamiento” pero alertó de que “hay actividades que ya saben que no van a volver (hasta el fin del invierno)", explicó.
El médico, que tiene un sobrino DJ, contó que ya le dijo que va a ser imposible que vuelva a trabajar “hasta por lo menos septiembre” porque es improbable que se habilite la realización de fiestas o eventos.
Al referirse a la cuarentena administrada, que podrá ser puesta en marcha en varias ciudades del país siempre y cuando el Presidente apruebe las iniciativas presentadas por los gobernadores, explicó que “hay lugares que es sabido que tienen pocos casos de coronavirus y un gran potencial económico para ir desarrollando actividades”.
Sin embargo, no opinó lo mismo de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, “donde es imposible que se levante la cuarentena total”. Orduna señaló que en el área metropolitana es “más compleja porque nuclea al 50% de infectados” y pronosticó que en el caso de que se flexibilicen las medidas, se harán extensivas hasta la Navidad.
"El aislamiento va a ser administrado hasta Navidad, más o menos. Siempre va a ser una cuarentena administrada hasta que los números nos digan volvamos a la vida de unos meses atrás”, sentenció durante una entrevista concedida a Futuro Rock FM.
"Todo lo que proponemos son hábitos que van a perdurar como lavarse las manos, usar alcohol en gel, toser en el pliegue el codo”, explicó el experto, a lo que añadió el lavado de superficies como mesas, manijas, mesadas y pisos. “Es algo realizable a lo largo del tiempo. Son acciones que tienen que quedar de acá en más”, enfatizó.
A pesar de que al inicio de la pandemia la OMS desaconsejó el uso de los barbijos, tanto en la Ciudad como en Provincia su uso se tornó obligatorio. Consultado al respecto, Orduna aclaró que “sigue siendo un tema controversial pero ha ido ganando terreno utilizarlo”.
Y explicó: “Los países de Oriente, que tuvieron un control más eficaz de la pandemia que Europa y EEUU, los usaron más allá de lo que dijo la OMS. Usar el cubre nariz-boca surgió como una idea solidaria y sirve para no infectar a otro”.
Al referirse al correcto uso de los barbijos caseros, ya que insistió en que los N95 deben estar reservados por los profesionales de la salud, dijo que “la tela no puede ser tocada todo el tiempo con las manos” porque se corre el riesgo de “ir contaminando todo lo que uno toca con las manos”.
Orduna explicó que el barbijo hay que sacarlo de la agarradera de atrás de las orejas y ponerlo a lavar con agua y jabón una vez que se llega a la casa.
“Tener dos es una buena alternativa”, sugirió. Y brindó un consejo para aquellos que tienen que usarlos durante varias horas: “Una vez que lleguen al trabajo, deben colgarlo en un lugar donde no tenga contacto con nada, y cuando vuelvan a salir a circular deben colocárselo tratando de no tocar la tela. Es una práctica compleja que tienen que entender 45 millones de personas”.
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