Como en otras ciudades del mundo, en Mar del Plata también los animales comienzan a desplazarse por espacios donde antes no lo hubieran hecho. El aislamiento social, preventivo y obligatorio, corrió a los seres humanos de las calles, y la fauna aprovecha esos lugares sin límites.
Es por ejemplo el caso de los lobos marinos que son parte de la tradicional postal del puerto de Mar del Plata. Sin flashes que los molesten, ni turistas deseosos de llevarse esa foto, se mueven con su parsimonia habitual.
A metros de la banquina donde se encuentran las históricas lanchitas amarillas que dan color a los recuerdos de cada turista que transita por ahí, también está la Lobería, donde solo lobos machos conforman la Reserva Faunística en el puerto.
Pero Mar del Plata no es el único lugar del país donde esto sucedió. En Puerto Pirámides, ante la ausencia de turismo, se vió a un par de guanacos ganado la playa, muy cerca del lugar donde se avistan las ballenas francas cada temporada. Son animales muy tímidos, que huyen ante la mínima presencia del ser humano.
En el mundo, los casos abundan, en Santiago de Chile, un puma fue fotografiado mientras caminaba por las comunas de Providencia y Ñuñoa. Finalmente, fue capturado y enviado a la reserva. Pocos días después, otro ejemplar -una hembra adulta que presentaba distintas heridas- también fue visto deambulando en los suburbios de la capital trasandina. Esta vez, lo trasladaron al hospital veterinario del zoológico local.
En Sri Lanka, los ciervos, ante la falta de humanos, fueron vistos paseando tranquilamente por las calles desiertas de Colombo, su capital.
Otro ejemplo sucedió en la playa de Ventanillas, Oaxaca, donde fueron captados algunos cocodrilos directamente en el mar y circulando por la arena. Desde hace un mes que los turistas y los pescadores se han alejado de esta ruta lo que significó el regreso de los animales a su hábitat natural. Las autoridades trasladaron a los reptiles a la barra de Colotepec, la región protegida adonde pertenecen.
También en México, la ausencia de gente en zonas turísticas hizo aparecer en zonas urbanas del estado de Quintana Roo a distintos animales en peligro de extinción como un jaguar -que caminaba por los jardines del hotel Sirenis de Tulum-, una tortuga laúd, hocofaisanes y cocodrilos.
Pero una de las imágenes más tremendas fue la de un grupo de monos peleando por comida en las calles de la ciudad de Lopburi, en Tailandia, durante las restricciones a la circulación por el coronavirus
Ubicada a 150 kilómetros al norte de la capital, Bangkok, la urbe está llena de templos khmers en ruinas –antiguamente fue parte del reino de Angkor Wat y del reino de Ayutthaya–. El templo Phra Prang Sam Yot es popularmente conocido como templo de los monos, se construyó hace más de 800 años al estilo khmer.
En Nueva Delhi, India, también los monos -en este caso macacos rhesus- han hecho caso omiso de la vigilancia de los guardias militares y vagan por el barrio del palacio presidencial, donde se encuentran los ministerios y centros de poder. En esa región, los simios son un problema endémico, puesto que privan regularmente a los habitantes de alimentos.
No todos los animales aparecen en son de paz. En el pequeño estado montañoso de Sikkim (al noreste), un oso negro del Himalaya se aventuró hasta una oficina de telecomunicaciones e hirió a un ingeniero.
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