El gobierno de la Ciudad dispuso el uso obligatorio de tapabocas en el transporte público y en locales comerciales. La medida, que contempla multas de hasta $80 mil, rige a partir de hoy y se suma a las recomendaciones realizadas desde el Poder Ejecutivo Nacional.
El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, estableció el uso obligatorio de barbijos dentro de locales comerciales y el transporte público en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, como medida de prevención para evitar la propagación del coronavirus, en sintonía con lo dispuesto por las provincias de Jujuy, Misiones, Santiago del Estero y La Rioja, y localidades bonaerenses como Zárate, Tigre y La Matanza.
Larreta definió los detalles de un paquete de medidas junto a los ministros de su gabinete, según informaron desde su entorno a Infobae, y ese conjunto incluye, además, la recomendación del uso de elementos de protección para nariz, boca y mentón en la vía pública, y la prohibición de la venta de barbijos quirúrgicos con excepción del personal de servicios de salud y aquellos que justifique su uso.
¿Qué recomiendan desde el Gobierno? “Los cobertores de tela hechos de artículos para el hogar o hechos en casa con materiales comunes a bajo costo se pueden usar como una medida de salud pública voluntaria adicional a las medidas de distanciamiento social e higiene. Si tenés que salir de tu casa te recomendamos usar barbijos caseros así priorizamos los reglamentarios para el personal de salud”, fue el mensaje que difundió el gobierno nacional en sus redes sociales la semana pasada.
En las primeras etapas de la expansión del COVID-19 en Europa y el continente americano las autoridades de la salud insistieron en que los barbijos no eran necesarios. “En serio, gente: ¡DEJEN DE COMPRAR MASCARILLAS!”, tuiteó en mayúsculas exclamatorias el titular de Salud Pública estadounidense, Jerome Adams, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) insistió en que los protectores faciales sólo tenían sentido para el personal de salud, los enfermos con síntomas del nuevo coronavirus o aquellos que los cuidasen.
Un enfoque que se diferenció del que tuvieron los países asiáticos: el director general del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades en China (CCDC), George Gao, dijo que las naciones occidentales cometían “un gran error” al no indicar que la población llevase barbijos además de lavarse las manos y mantener la distancia social.
Mientras se superaba el millón de infectados en el mundo, con casi la cuarta parte en los Estados Unidos, las indicaciones cambiaron en ese país. Pocas horas antes del anuncio, el director del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), Robert Redfield dijo a NPR que la agencia analizaba si convenía que la gente sumase el uso de una mascarilla, quirúrgica o de tela, a los hábitos de prevención de la pandemia: “Estamos estudiando los datos y ahora mismo revisamos activamente la cuestión de si [usar barbijo] va a contribuir”. Se excluían las N95, reservadas a los trabajadores de la salud.
“El gran error en los Estados Unidos y Europa, en mi opinión, es que la gente no lleva mascarillas”, dijo Gao a la revista científica Science. “Este virus se transmite por microgotas y por contacto cercano. Las microgotas juegan un papel muy importante: hay que usar una máscara, porque cuando uno habla, siempre salen microgotas de la boca. Muchas personas tienen infecciones asintomáticas o pre-sintomáticas. Si usan máscaras faciales, pueden evitar que las microgotas que transportan el virus se escapen e infecten a otros”.
Dado que no existe una manera fehaciente de saber quién es portador del virus, por la imposibilidad de desplegar kits de análisis para la población entera, lo mejor para la comunidad en su conjunto podría ser usar máscaras además de lavarse las manos y mantener la distancia social al estar en espacios públicos. “Si las personas asintomáticas pudieran usar mascarillas, sería de ayuda para reducir la transmisión en la comunidad”, dijo a Vox Elaine Shuo Feng, investigadora de enfermedades infecciosas del Grupo de Vacunas de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
El ex comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), Scott Gottlieb, escribió una propuesta detallada sobre cómo regresar a la normalidad social y económica en la cual las mascarillas faciales cumplirían un gran papel: “Son una capa adicional de protección”, dijo. Dio como ejemplos a Corea del Sur y Hong Kong, dos lugares que usaron —además de la identificación y aislamiento de casos, rastreo y cuarentena de contactos, análisis, lavado de manos y distancia social— mascarillas y lograron controlar sus brotes.
Se ha demostrado que las personas son infecciosas hasta 2.5 días antes del inicio de los síntomas, y hasta el 50% de las infecciones parecen ocurrir en personas presintomáticas. La prevalencia comunitaria de COVID-19 en muchos países es probable que sea alta. Los estudios de modelado sugieren que incluso una pequeña reducción en la transmisión comunitaria podría marcar una gran diferencia para la demanda en otras partes del sistema (por ejemplo, para el espacio de la cama del hospital y los ventiladores).
Por qué es importante la implementación de máscaras faciales para el público durante la crisis de COVID-19
La evidencia basada en la eficacia y la aceptabilidad de los diferentes tipos de mascarillas para prevenir las infecciones respiratorias durante las epidemias es escasa y controvertida. Pero COVID-19 es una enfermedad grave que actualmente no tiene tratamiento o vacuna conocida y se está propagando en una población inmune ingenua. Las muertes aumentan abruptamente y los sistemas de salud están bajo presión.
Existe evidencia indirecta sustancial para apoyar el argumento de que el público use máscaras en la pandemia de COVID-19. Se ha demostrado que el virus permanece viable en el aire durante varias horas cuando se libera en un aerosol en condiciones experimentales, y estos aerosoles parecen estar bloqueados por máscaras quirúrgicas en experimentos de laboratorio.
La sugerencia de que el público no debe usar máscaras porque los trabajadores de la salud las necesitan más es válida hasta cierto punto, pero seguramente es un argumento para fabricar más máscaras, no para negarlas a las poblaciones que podrían beneficiarse de ellas. Hasta que tales máscaras estén disponibles en cantidades suficientes, las máscaras de tela (lavadas con frecuencia) según lo recomendado por los CDC, pueden ser un sustituto.
Dada la falta de barbijos en los hospitales, señaló William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, sería bueno que la gente no saliera a agotar el stock de mascarillas, ya que eso podría dejar a la población sin recursos mucho más esenciales: los médicos y los enfermeros, que si se enferman no pueden atender a otros pacientes. “Máscaras caseras, chales, bufandas y cualquier cosa que se pueda hacer en la casa puede ser una buena idea”, dijo Schaffner a NPR. “No está claro que vayan a dar mucha protección, pero sí que cada pequeña protección ayuda".
Por esa razón los CDC a ofrecieron una guía sobre cómo fabricar y usar correctamente un barbijo casero. Las mascarillas de algodón, hechas de manera adecuada, deberían brindar un grado razonable de protección. “Los barbijos de tela para la cara deben ajustarse bien pero de manera cómoda, sujetarse con cintas o cordones que se enganchan en las orejas, incluir múltiples capas de tela, permitir respirar sin restricciones y poder lavarse y secarse en la secadora sin que se dañen ni cambie su forma”, aseguran los CDC.
¿Qué tipo de máscara conviene usar, a quién y cuándo?
La diferencia principal radica en qué uso se le va a dar. Una médica que debe practicar una intubación a un paciente de COVID-19, un cajero de supermercado que interactúa con personas durante ocho horas y un asistente de una persona mayor que sale a comprar una medicación a la farmacia tienen distintas probabilidades de exponerse al coronavirus y, si son portadores (aun si no lo saben), de propagarlo.
Porque el uso de la mascarilla tiene esas dos funciones: en una pandemia cuenta tanto no contagiar como no contagiarse. En particular cuando el patógeno causa infecciones sin síntomas, como se estima que son el 25% de las del SARS-CoV-2. Es decir que una de cada cuatro personas que ha tenido, tiene o tendrá el coronavirus podría no enterarse siquiera y, aun así, transmitírselo a otra que, en cambio, podría morir por desarrollar la enfermedad.
Si bien el coronavirus tendría unos 100 nanómetros (0,1 micrón) de tamaño, es decir que ni siquiera una máscara N95 garantiza un bloqueo (esos modelos, como el KF-94, filtran el 95% de las partículas entre 100 y 300 nanómetros), un barbijo constituye una barrera física.
N95: “Actualmente se da un debate científico sobre el beneficio que se obtiene al usar mascarillas N95”, explicó en Medium la microbióloga de la Universidad de California en Berkeley Adrien Burch. “Cuando se utiliza correctamente, la N95 puede ofrecer más protección, ya que filtra las partículas más pequeñas y también crea un sello más firme contra la cara del usuario que una mascarilla quirúrgica. Por otro lado, las N95 son menos cómodas, se utilizan con frecuencia de forma incorrecta y se quitan más a menudo que una quirúrgica”.
En opinión, esta clase de protección es la mejor elección para alguien que cuida de un paciente de COVID-19. “Cuando se las utilizó de manera adecuada en ámbitos médicos, las N95 resultaron más efectivas contra el SARS que las mascarillas quirúrgicas, según tres estudios". Citó uno: “Las mascarillas quirúrgicas o las N95 constituyeron las medidas de apoyo más consistentes y amplias. Las mascarillas N95 no resultaron inferiores a las quirúrgicas simples, pero fueron más caras, incómodas e irritantes para la piel”.
Mascarillas quirúrgicas: aunque también es prioritario que el personal de la salud pueda acceder a este tipo de barbijo, se trata de un elemento mucho más común, que se suele ver en consultorios de dentista y salones de belleza, que mucha gente alérgica o inmunodeprimida utiliza, y que en muchas ciudades es un accesorio anti-contaminación bastante común.
Y los estudios muestran que, aunque los virus son extremadamente pequeños, ofrecen protección. Uno, de 2008, “determinó que las mascarillas médicas detenían la propagación de los virus respiratorios de los pacientes probablemente infectados”, citó Vox. Varios estudios sobre el brote de SARS en 2003 encontraron que las máscaras por sí solas eran un 68% efectivas para prevenir el virus. Y en combinación con lavarse las manos 10 veces por día —un 55% de protección— aumentaban la seguridad. “Una combinación de medidas —higiene de manos, mascarillas, guantes y batas— fue 91% efectiva”, resumió la publicación.
Dos problemas persisten en este tipo de protección cuando se pasa al público en general. El primero es que son descartables, para lo cual hay reglas en el ámbito sanitario, y quien no las conoce podría dejarse el barbijo demasiado tiempo, con el efecto de retener microbios y finalmente absorberlos, o desecharlas de manera anticipada, desperdiciando así un recurso escaso. El segundo es que hay que saber ajustarlo a la cara.
Mascarillas de tela o caseras: dado que faltan insumos para los hospitales, los barbijos textiles y los caseros asoman como la mejor opción para la ciudadanía, al menos hasta que la cadena de suministros se normalice. "Un reciente informe de expertos en salud pública para American Enterprise Institute (AEI), de tendencia conservadora, fue inequívoco: ‘Todos, incluyendo a las personas sin síntomas, deben ser animados a usar máscaras faciales de tela no médicas mientras están en público’”, citó Vox el trabajo al que contribuyó el ex funcionario de la FDA Gottlieb.
La microbióloga Burch recordó que distintos textiles tienen tramas diferentes y cambian tanto la protección como la comodidad para respirar. Un estudio de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, comparó distintos materiales hogareños con los que se pueden hacer barbijos y les arrojó distintos microorganismos, entre ellos un virus de 0,02 micrones: la bolsa de aspiradora impidió el paso del 86%, la toalla de cocina del 73%, la camiseta de algodón mezcla del 70%, la funda de almohada antimicrobial del 68%, el lino del 62%, la funda de almohada del 57%, la seda del 54%, el algodón 100% del 51% y la bufanda del 49%.
En resumen: todos ofrecen al menos la mitad de la protección de una mascarilla quirúrgica (89%) y cualquiera es mejor que nada.
Cómo hacer un barbijo de tela en casa, según los especialistas
La agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos recomienda usar mascarillas de tela para la cara en entornos públicos donde otras medidas de distanciamiento social sean difíciles de mantener (por ejemplo, supermercados y farmacias), especialmente en áreas donde la transmisión comunitaria es significativa.
“Los barbijos de tela para la cara deben ajustarse bien pero de manera cómoda, sujetarse con cintas o cordones que se enganchan en las orejas, incluir múltiples capas de tela, permitir respirar sin restricciones y poder lavarse y secarse en la secadora sin que se dañen ni cambie su forma”, aseguran los CDC.
Los CDC también aconsejan el uso de barbijos de tela para desacelerar la propagación del virus y ayudar a evitar que las personas que podrían tenerlo y no saberlo transmitan el virus a los demás. Las mascarillas elaboradas con artículos de uso doméstico o hechas en casa con materiales de bajo costo pueden usarse como una medida de salud pública voluntaria adicional.
“La tela correcta es la SMS, aunque la tela llamada friselina 60 podría ser una opción”, dice el médico infectólogo pediatra Roberto Debbag en diálogo con Infobae. El experto agrega que “solo protegen las telas adecuadas y las que se confeccionan de manera correcta ya que al humedecerse se pierde la barrera de protección”. Por último Debbag remarcó que “no deben hacerse barbijos con papel”.
Los barbijos de tela podrían ser comparables a algunas mascarillas quirúrgicas. Los especialistas aconsejan tratarlos como si fueran desechables y no reutilizarlos sin asegurarse de que han sido esterilizados. Dado que el coronavirus del SARS se puede desactivar con agua a más de 60ºC y detergente, se los puede lavar o hervir. “Estas mascarillas se deben lavar de manera habitual de acuerdo con la frecuencia del uso. Usar una máquina de lavar debería ser suficiente para lavar la barbijo adecuadamente”, advirtieron.
Instrucciones para hacer barbijos cosidos y sin coser
- Barbijo de tela cosido
Materiales:
- Dos rectángulos de tela de algodón de 25x15 cm
- Dos tiras elásticas de 15 cm (o bandas elásticas, cordeles o cordones, tiras de tela o cintas elásticas para el cabello)
- Hilo y aguja
- Tijeras
- Máquina de coser
Procedimiento:
1. Cortar dos rectángulos de tela de algodón de 25 por 15 cm. Usar material de algodón de hilado apretado, como tela de acolchados o sábanas de algodón. La tela de remeras también puede funcionar. Colocar un rectángulo sobre el otro; el barbijo se cose como si fuera una pieza de tela única.
2. Doblar por los bordes largos y hacer un dobladillo de 0,5 cm. Luego hacer 1,3 cm en la capa doble de tela a lo largo de los bordes cortos y coserlo.
3. Pasar un elástico de 15 cm de largo a través del dobladillo más ancho a cada lado del barbijo de tela. Estas serán las tiras que se enganchan en las orejas. Usar una aguja larga o una horquilla para pasar el elástico a través del dobladillo. Atar bien los extremos.
4. Tirar del elástico con cuidado para que los nudos queden dentro del dobladillo. Juntar los costados de la máscara de tela para la cara sobre el elástico y ajustarlo para que el barbijo se ajuste a su cara. Luego coser bien el elástico para evitar que se deslice.
- Barbijo hecho con una bandana (método sin costura)
Materiales
- Bandana o pañuelo (o cuadrado de algodón de aproximadamente 50 x 50 cm)
- Filtro para café
- Bandas elásticas (o cintas elásticas para el cabello)
- Tijeras (si va a cortar su propia tela)
Procedimiento:
1. Cortar el filtro.
2. Doblar el rectángulo de tela por la mitad. Poner el filtro en el centro de la bandana doblada. Doblar la parte de arriba hacia abajo, cubriendo el filtro, y la parte de abajo hacia arriba.
3. Colocar las gomas o cintas elásticas a 15 cm de distancia la una de la otra. Doblar los costados hacia el centro y colocar un extremo dentro del otro.
Qué recaudos tomar
Es necesario enfatizar y reiterar que el uso inadecuado de estas mascarillas también puede implicar riesgos graves: quienes los usen no deben tocarse la cara ni la máscara, tampoco deben retirarlo y volverlo colocar varias veces para hablar como suele verse.
La OMS publicó un video con instrucciones para las personas a las que desde el comienzo de la pandemia se les recomendó el uso de mascarillas, como gente contagiada o sus cuidadores. “Antes de tocar la mascarilla límpiese las manos con un alcohol en gel o con agua y jabón”, comienza. Hay que revisar que no tenga rasgaduras ni agujeros, ubicar el lado superior (que tiene un hilo metálico) y el interior y calzarla sobre la cara. Entonces hay que apretar el borde rígido para que se ajuste a la nariz y extender la parte inferior de manera tal que cubra la boca y también el mentón.
“No toque el frente de la mascarilla mientras la esté usando, para evitar la contaminación. Si la toca por accidente, límpiese las manos”, subrayó el clip. Para quitársela, tampoco hay que tocarla sino tomar los elásticos que van en las orejas. Y luego de desecharla hay que volver a limpiarse las manos.
El barbijo solo no protege
Jeffrey Duchin, funcionario de salud de Seattle y el condado de King, en el estado de Washington, que fue el primero en presentar el brote de COVID-19 en los Estados Unidos, dijo a The Washington Post que no recomendaba el uso masivo de insumos médicos, para no restárselos a los hospitales, y porque “también podría suceder que el uso de la mascarilla aumentara el riesgo de infecciones si se redujeran otras recomendaciones, como lavarse las manos y mantener la distancia social”.
Los especialistas también señalan que existe la preocupación de que los barbijos puedan dar a la gente una sensación exagerada de seguridad. Incluso en los países asiáticos donde el uso de máscaras es común, la buena higiene y el distanciamiento social han sido necesarios para combatir el COVID-19. Los modelos epidemiológicos también sugieren que los casos de coronavirus aumentarán si se relajan las medidas de distanciamiento social.
Todos esos recursos por separado ofrecen protecciones parciales. Por lo cual el barbijo solo no protege, pero en combinación con el lavado de manos y la distancia social podría ayudar a reducir la transmisión del coronavirus.
Las máscaras son simples, baratas y potencialmente efectivas. Los científicos creen que, usado tanto en el hogar (particularmente por la persona que muestra síntomas) como también fuera del hogar en situaciones en las que es probable encontrarse con otros (por ejemplo, compras, transporte público), podrían tener un impacto sustancial en la transmisión con un pequeño impacto en la vida social y económica.
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