Marlene Maseda (46) vive en Miami y es relacionista pública. Desde hace años representa a varios artistas de la música latina y maneja su propia empresa de prensa, Fusion 4 Media. A fines de febrero viajó a Nueva York y Puerto Rico por trabajo, tuvo muchas reuniones, concurrió a eventos y cuando estaba regresando a su hogar empezó a sentir un gran malestar.
Lejos de pensar que era el coronavirus, creyó que era una simple gripe ya que no tenía fiebre. Al principio tuvo un poco de tos. Pero no le dio importancia: “Sufro alergias y para mí era algo común a esta altura del año”, recuerda.
Había empezado a cumplir con rigurosidad la cuarentena a partir de los primeros días de marzo. Solo salía para las compras necesarias y se quedaba en su casa. Pero con los días, el malestar creció. “Tenía mucho dolor de espalda, por tres días perdí el olfato, no tenía hambre, aumentó la tos seca, y empecé a sentirme descompuesta y con mucho cansancio", describe Marlene.
Asustada por las noticias y las cifras que azotan a los Estados Unidos y al mundo, empezó a sospechar que quizás estaba infectada con el COVID-19. Pero ¿cuándo se había contagiado? ¿Cómo era posible si había tomado las medidas de prevención? ¿Habría sido a fines de febrero en su última salida social?
Marlene se decidió y fue al médico, pagó por un test para el virus y regresó a su casa a esperar el resultado. A los dos días ya tenía la respuesta y era la que los médicos sospechaban: positivo.
Ver las noticias la aterraba. Cada día nuevos muertos, más gente infectada y sin una vacuna... y ella tenía la enfermedad adentro. Creyente, rezó para que no sea grave. A la semana ya había recuperado el olfato, la espalda no le dolía, pero seguía con tos. “Gracias a Dios no tuve falta de aire”, dice.
“Estuve en cuarentena 21 días en mi casa, hice todo lo correcto. Pero parece que se me pegó antes de que comience con la cuarentena, cuando nadie imaginaba la seriedad del asunto”, recuerda.
“Después de pasar por esta situación horrible -no se la deseo a nadie- me di cuenta de la real dimensión del contagio. Veo que muchos se lo están tomando a risa, salen varias veces al día a comprar pavadas y se quejan de lo aburridos que están. Quiero decirles que aunque no tengan síntomas pueden contagiar igual a otros y si piensan que no les va a pasar están equivocados. A este virus nadie es inmune”, reflexiona Maseda.
-¿Te dieron algún medicamento?
-Sí. El médico me dio un medicamento por si tenía mucho dolor en el cuerpo.
-¿Tuviste miedo?
-Tengo a Dios, con Él no temo a nada. Uno tiene que enfrentar todo con valentía y positivismo. El miedo solo te debilita el sistema inmunológico.
-¿Qué mensaje te gustaría dar?
-Que la gente aprenda de esto que estamos pasando. Que sean mejores personas, menos egoístas, más bondadosos. Que nada material importa en este momento. Que las cosas importantes en este mundo son el amor, la salud, la familia y amistad... y esas cosas no se pueden comprar. Y sobre todo que hoy tengan compasión por todos aquellos que están atravesando esta enfermedad de la que todavía la ciencia conoce muy poco.
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