La salud o la economía, tal parece ser la nueva (y falsa) grieta que provocó el coronavirus. Y la historia de estos dos heladeros encaja a la perfección en la dicotomía: zafaron del contagio en Italia, pero se están fundiendo en la Argentina.
Gabriel Famá, presidente presidente de la Asociación Fabricantes Artesanales de Helados y Afines (AFADHYA) -que agrupa unos dos mil comercios del rubro en todo el país- y dueño de una heladería en la avenida Corrientes al 1600, parece resignarse: “Acá, cuando creés que una cosa está solucionada, algo pasa”. Su historia es como la de tantos emprendedores que consiguieron una posición a base de esfuerzo: “La heladería que tenemos con mi primo arrancó hace 63 años, cuando la fundó mi tío. Yo empecé a trabajar desde muy chico, durante las vacaciones del colegio iba y atendía”.
En enero, él y un grupo de colegas estaba en Rímini, Italia, disfrutando del mar Adriático y de una de las ferias gastronómicas más importantes del mundo: la SIGEP 2020. Allí, la delegación argentina compitió en la 9° Coppa del Mondo della Gelateria, donde obtuvieron la medalla de bronce detrás de Italia y Japón. El capitán de ese equipo fue Maximiliano Maccarrone, que tiene varias sucursales de su heladería en Caballito y Almagro.
“Allá la vida era totalmente normal. La feria tenía un estacionamiento para diez mil autos. Habría, mínimo, 50 mil personas por jornada. En los pasillos, para pasar, te tenías que chocar con la gente. La verdad, podría haber sido un desastre, porque había de todos los países: panaderos, pasteleros, de todos los rubros de la gastronomía. Lo que recuerdo es que había un stand chino, pero se bajaron porque ellos ya estaban en cuarentena”, sostiene Famá.
Maccarrone coincide con su colega: “Después dijeron, incluso, que había salido un pequeño foco de casos de la Feria. Nosotros zafamos justo, porque después empezó a circular el virus de verdad, aunque no lo supieran. Además, al principio todo era en Milán, en Lombardía. Después fue bajando”.
“La del coronavirus es una película que empezamos a ver como espectadores, y de golpe pasamos a ser protagonistas”, resume Famá. “En enero no imaginábamos nada de esto. La Feria arrancó el 20, duró cuatro días. Y después del torneo nos fuimos a recorrer Florencia, Siena y Bologna. Paseamos y tuvimos reuniones con empresarios italianos del sector. Volvimos el 28 de enero al país, todos contentos. Allá se empezaba a hablar del virus, pero había cero cuidado”, añade.
Al regreso, todo siguió igual. No hubo aislamiento para ninguno. “Es que no tuvimos síntomas, para nada. Y si hubiéramos tenido, no lo habríamos relacionado con el coronavirus, sino con el cambio de temperatura, porque pasamos de los 5 grados de Italia a los 30 de Buenos Aires. ¡Andá a saber si trajimos algo y fuimos portadores sanos! No lo vamos a saber nunca. Para el 1° de marzo estábamos acá, y ya pasó un mes”.
Para Maccarrone, “en la Argentina, por suerte el tema se agarró a tiempo y nos cuidamos más. Pero cuando llegamos ni se hablaba, sinceramente. Estaba todo muy verde. Ni siquiera pensamos que alguno podía tener algo. No tuvimos ni dudas”.
Desde que se declaró la cuarentena, los problemas para ambos fueron otros. La economía comenzó a menguar. Y rápido. “El rubro empezó a cerrar el día que se declaró la cuarentena. En el decreto presidencial que la estableció, el helado está permitido por ser un alimento. Pero se generó una zona gris porque desde el Sindicato de Pasteleros, al que pertenecen nuestros trabajadores, les recomendaron que se cuidasen, que no vayan a trabajar. Y desde las redes, a las heladerías que abrieron las empezaron a castigar por todos lados porque decían que no hacemos un ‘alimento esencial’. ¡El sushi o el pancho tampoco! Pero se mira con distintos anteojos…”, dice Famá.
“El 20 de marzo se decretó la cuarentena y cerramos -completa Maccarrone-. Pero como yo además tengo cafetería y pastelería en los locales, ya desde el 15, cuando se empezó a hablar fuerte del tema, empezamos a achicar la cantidad de mesas, para separar más a la gente. Ahí bajó notoriamente la facturación, La gente empezó a tomar conciencia o temor, no se…”
“Lo concreto es que más del 90 por ciento de las heladerías están cerradas. Hoy se perdió el negocio, porque la mayoría no vive del delivery, sino con el que compra al paso o se sienta a tomar un helado”, asegura Famá. En opinión de ambos, el reparto a domicilio no soluciona las cosas. Maccarrone añade: “No va a ser significativo, el delivery representa entre un 12 y un 15 por ciento de la facturación. El trabajo fuerte es en el mostrador. A diferencia de la pizza o la empanada, se fue desalentando el delivery. Había problemas con los repartidores, y desde hace rato se cobra. Las aplicaciones del celular, además, tienen una comisión bastante alta. No es alentador lo que viene, pero antes que cero es algo. Por lo menos logramos que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y algunas provincias nos permitan el delivery”.
Los dos abrieron esta semana, aunque sólo con esa modalidad de reparto. “Nadie puede entrar al negocio, porque lo clausuran -señala Famá-. Y hay que pagar un montón de cosas. En los primeros del mes se va plata en sueldos, cargas sociales, servicios, impuestos, mercaderías, y otros gastos. Y cuando llega el día 20, vas empezando a juntar para el mes siguiente. Y acá nos cortó justo para esa fecha”.
Uno de los mayores gastos de las heladerías es la energía. “Nosotros tenemos la luz contratada, y ya veníamos con problemas. Trabajes o no, la tenés que pagar religiosamente. En invierno, por ejemplo, pagamos por lo que no consumimos. Algunos negocios abonan entre 50 o 60 mil, y las fábricas unos 100 o 120 mil. Y hacerlo sin ingresos, ¿cómo?”, se queja el presidente de AFADHYA.
“El gran problema es que venimos de dos años de rentabilidad casi nula, bajísima. Con las devaluaciones no pudimos trasladar los precios. Tenemos productos importados como el chocolate, la fruta seca, alguna materia prima italiana. Los aumentos de la energía fueron terroríficos. Y lo que nos terminó de matar fueron estos tres fines de semana largos sin facturar, porque ahora se suma Pascuas. Hay una preocupación grande en cómo vamos a afrontar el invierno”, añade el capitán de la delegación que obtuvo el bronce en Rímini, que ya parece lejano.
De todos modos, bajar la persiana no es una opción para Famá: “No es la tendencia del rubro. La gran mayoría son negocios familiares, que conocen a sus empleados, a sus familias. Pero si esta situación se extiende a dos meses, ¿como hacés? Cerrar no, pero hay muchas heladerías que están pensando en disminuir personal, porque no pueden pagar los sueldos”.
Maccarrone no es más optimista: “Hoy todos los rubros gastronómicos están parados. Si el 12 de abril llegamos bien, si la curva de contagios se acható, de todos modos la apertura no va a ser inmediata, y uno para tener consumo tiene que tener gente caminando. El consumo grande es el del fin de semana, y el paseo tan nuestro de ir a tomar un helado”.
Por eso, desde la Federación emitieron un comunicado donde le piden al gobierno cuatro puntos centrales: 1 -Que los bancos o entidades financieras otorguen créditos a tasa cero para el pago de sueldos y otras necesidades del sector, con tramitación ágil para acceder a los mismos. 2 -Que reduzcan al mínimo sus tasas de interés por los próximos tres meses para cualquier otro crédito o endeudamiento bancario. 3 -Que los Organismos Oficiales de Contralor (AFIP, AGIP y Rentas Provinciales), posterguen vencimientos de impuestos, otorguen planes de facilidades de pago a tasa cero con periodos de gracia para el pago de la primer cuota, eximición de tasas y servicios Municipales y Provinciales y vencimientos de los servicios esenciales que afectan directamente a nuestra actividad como: Luz, Gas, Agua, AByL, hasta el mes de Septiembre/Octubre 2020, cuando se reinicia nuestra temporada. 4 -Que la ayuda a las PyMES sea “por igual”, sin tener en cuenta, por ejemplo, la cantidad de trabajadores.
Se viene el invierno. Con frío, y si todo sigue así, ¿sin helados?
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