Esperaba los resultados del test y vivió cinco días de terror: “Le tuve más miedo a mis vecinos que al coronavirus”

José Luis Flores vive con su familia en un barrio de clase media alta de Córdoba. Un audio en un grupo de WhatsApp de vecinos en el que daban su dirección y llamaban a “controlarlo entre todos” desató una ola de violencia inusitada. También hubo un llamado a “marcar” con pintura el restaurante donde trabaja su hermano

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José Luis junto a Romina,
José Luis junto a Romina, su esposa. Por las amenazas que sufrieron ya hicieron la denuncia penal.

Es una cronología de “cinco días de terror”, como él mismo los llama. Pero a lo largo de su relato hay una escena, específicamente una, que le entrecorta la voz. Sucedió el sábado, después de recibir un llamado al teléfono fijo de su casa con una amenaza concreta: “No te duermas que hoy los prendemos fuego”. Lo que siguió fue esa escena en la que tuvo que sentarse con sus hijos de 8 años y explicarles por dónde tenían que escapar y para dónde tenían que correr si eso pasaba.

José Luis Flores es venezolano, técnico en telecomunicaciones y trabaja para la multinacional Huawei. Está casado con Romina Deli Giudice, una cordobesa que trabaja en el área de Recursos Humanos de una compañía del mismo rubro. Desde hace tres años viven con los mellizos en una casa que alquilaron en Poeta Lugones, un barrio de clase media-alta cercano al aeropuerto de Córdoba. Con ellos vive el hermano de José Luis, que es camarero en un restaurante reconocido en la zona.

Su esposa tenía que asistir
Su esposa tenía que asistir a su papá, de 70 años, y temía salir de su casa por temor a algún ataque.

El miércoles 25, varios días después del inicio de la “cuarentena total”, José Luis se empezó a sentir mal. “Tenía tos seca, me dolía la garganta, casi 38 de fiebre. También tenía diarrea y vomitaba con algo de sangre. No sólo me sentía muy mal sino que me asusté. Pensé: ‘Si tengo coronavirus lo tenemos todos en la casa”, cuenta a Infobae. Era tarde así que el jueves por la mañana llamaron a la emergencia médica.

Cuando lograba calmarse, sospechaba que lo que le pasaba estaba más vinculado a nervios que a otra cosa: unos amigos con los que había estado en Uruguay y a quienes les había prestado el auto (que todavía está pagando) lo habían llamado para decirle que la Aduana se los había sacado. “Estaba muy nervioso, yo vengo de un país en donde te quitan el auto y no lo ves más”.

La ambulancia que llegó cumplió con el protocolo: antes de bajar, los profesionales se enfundaron en trajes blancos - “como de astronauta”- se pusieron máscaras y entraron hasta su habitación. José Luis les contó que había estado en Uruguay, que en ese entonces no era considerado país en riesgo, y ese mismo día se cumplían 14 días desde su regreso. Después, lo llevaron al Hospital Rawson y fue ahí que le dijeron que lo que tenía era una úlcera.

Sin embargo, como algunos síntomas coincidían, le avisaron que iban a hacerle el test de coronavirus. Le explicaron que lo tenían que mandar a Buenos Aires (“justo se había dañado un aparato que necesitaban”) y que los resultados iban a tardar 5 días. José Luis no se fue tranquilo del hospital. Pero lo peor sucedió cuando volvieron a casa.

José tenía una úlcera pero
José tenía una úlcera pero terminó sufriendo el hostigamientos de muchos vecinos de su barrio.

“Este barrio tiene una presidenta de la comunidad y un grupo de whatsapp de vecinos”, cuenta él. La mujer -según la denuncia penal que ya hicieron en la unidad judicial 22- envió un audio en el que decía dónde vivía y en el que advertía: “Tienen que cuidarse todos, es un venezolano que vino hace 13 días de Uruguay, no respetó la ley de la prevención y anduvo por todos lados”. En el audio también decía que el comisario había dado la orden de que “lo controlemos entre los vecinos”.

“Después de eso las amenazas se volvieron imparables”, cuenta José Luis. Algunas fueron a sus redes sociales, otras fueron directamente hacia su hermano. “Él empezó a recibir audios donde decían que estaban armando grupos de gente para ir a golpearnos. Decían que el dueño del restaurante estaba contratando venezolanos infectados y llamaban a pintarle todo el local para marcarlo y romperle los vidrios”. El restaurante, cuenta, estaba cerrado desde hacía dos semanas.

Hasta ahí todo se multiplicaba por whatsapp y redes sociales pero el sábado sonó el teléfono fijo, atendió José y escuchó que le advertían que no se durmiera porque le iban a quemar la casa con ellos adentro. José venía tratando de no asustar a los chicos pero ese día tuvo que contarles lo que estaba pasando. “Les mostré un lugar en la pared que da a la casa del vecino por donde teníamos que saltar si nos venían a hacer algo”. Después les mostró hacia dónde correr.

“Por supuesto que yo ya no dormía. Pensaba ‘si doy positivo vamos a tener que pedir que nos saquen de acá’, yo vengo de un país donde la gente que te quiere hacer algo malo no te anda avisando. Ya te digo, yo le tenía más miedo a los vecinos que al coronavirus”, lamenta.

A los chicos, que recién
A los chicos, que recién van a la primaria, tuvieron que decirles por dónde escapar en caso de que las amenazas se concretaran

José Luis y Romina resolvieron llamar a la policía y contar las amenazas que estaban recibiendo. “Pusieron un patrullero enfrente de casa y se quedaron custodiando toda la noche. ¿Sabes lo que decían en el grupo de whastapp al día siguiente? Que la policía ya nos había puesto vigilancia para que no me escapara”. Romina interrumpe: “Yo no sabía qué hacer, sentí mucha impotencia. Las amenazas no parecían dichos: tenían tanta firmeza, tanta convicción que ya no sabía si alguien era capaz de hacer algo así o no”.

El martes le avisaron que los resultados habían dado negativo. Con todo el sistema de salud trabajando a destajo nadie puede ponerse a hacer certificados pero José Luis le rogó al médico: “Le dije, ‘por favor, necesito demostrar que no lo tengo porque me quieren quemar vivo’. "¿Y si hubiera dado positivo?”- pregunta ella. “A mi no me dolió sólo la injusticia y la mentira sino que nadie vino a preguntar si necesitábamos algo...nada. Lo que nos quedó claro es que si hubiera dado positivo no habríamos tenido el apoyo de la mayoría de nuestros vecinos”.

El certificado donde dice que
El certificado donde dice que su test de Covid 19 dio negativo fue la única forma que encontró de parar las amenazas: "¿Y quiénes den positivo cómo lo van a parar?", se pregunta.

José Luis está más tranquilo porque cuando compartió el test negativo volvió el silencio, pero eligió contar su historia para generar conciencia del daño y para poner el foco en qué va a pasar con quienes den positivo y no tengan cómo frenar el estigma: “No sé cómo no se dan cuenta de que esta enfermedad la puede tener cualquiera. La idea es ayudarnos y no mandarnos a matar, no sólo como vecinos lo digo, como humanos”.

Para hacer denuncias en la Ciudad:

0800 33 (FISCAL) 347225. A través de la web www.mpfciudad.gob.ar o del mail denuncias@fiscalia.gob.ar

Para hacer denuncias en Córdoba, es a través de esta web: https://www.mpfcordoba.gob.ar/como-hacer-las-denuncias-online/de/

El INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) también puso a disposición vías de contacto por este tema:

Vía whastapp: 116 492 1079 y 116 185 3968, todos los días de 9 a 15. Por el mail a 0800@inadi.gob.ar

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