Karen Gómez (29) hizo cuarentena en Wuhan (la ciudad china donde nació el coronavirus COVID-19), sola en una habitación de un país extraño al suyo. Luego, cuando junto a un grupo de compatriotas fue rescatada, volvió a estar aislada en Ucrania, país que envió un avión. Subieron en la nave por un acuerdo con la Cancillería Argentina. De allí llegó a Ezeiza, y del aeropuerto a su casa en Quilmes, donde cumple con su segundo mes de cuarentena.
Hace sesenta días que Karen no sale a la calle, y por eso no entiende el comportamiento de los argentinos. Días atrás, cuando comenzó la cuarentena, hizo un video privado que compartió con sus amigos. Es un mensaje que le salió de las tripas, que grabó al ver imágenes de argentinos intentando llegar a las playas o eludiendo el aislamiento al llegar del extranjero. Y lo que dijo, lo que le salió, fue esto:
“Hace dos meses estaba teniendo mi vida normal en Wuhan. Estaba asistiendo a la Universidad, todo era normal. Ya sabíamos que existía el virus, pero estábamos tomando recaudos, no estábamos en lugares aglomerados. Luego de un par de días el virus se empezó a extender y a desarrollar con mucha velocidad, en un momento en que no sabíamos nada. No sabíamos si estaba en el aire, no sabíamos si estaba en las cosas. No salíamos por miedo. No sabíamos qué te hacía el virus, ni qué no te hacía. Se dispusieron un montón de medidas del gobierno chino que ayudaron. Pero, obviamente, a ellos no les dio el tiempo hasta saber qué pasaba, cómo se distribuía y cómo podía pararse.
Entonces me da mucha bronca que luego de dos meses, y de todas las cosas que yo he pasado en estos dos meses, donde he hecho 15 días de cuarentena en Ucrania para volver a estar con mi familia, haya gente, argentinos, que no puedan estar 15 días en su casa. Que hayan venido de Europa, que hayan venido de Brasil, que hayan venido de Chile, que hayan venido de cualquier lado, y no poder reservarse 15 días en su casa. Solo 15 días.
Hace 15 días que estoy en cuarentena, y obviamente seguiremos en cuarentena porque apoyamos las medidas del presidente. Pero no me entraba en la cabeza ver la gente que se iba a la costa, ver la gente paseando en los shoppings, que camina la calle como si nada pasara. Teniendo toda la experiencia de lo que pasó en China, lo que pasó en Asia, lo que está pasando en Europa, que son países del primer mundo. ¿Realmente ustedes quieren saber lo que pasaría si esto se desarrolla del modo en que se desarrolló en esos países? Yo la verdad es que no entiendo, no entiendo a los argentinos.
Festejo y celebro esta medida del presidente. Y le pido a todos mis amigos que se queden en sus casas. Que cuiden a su familia, que cuiden a sus abuelos. Todos tenemos personas que forman parte de los pacientes en riesgo. Entonces no pensemos en uno mismo, “okey, no va a pasar nada, es una simple gripe”. A nuestros abuelos los va a matar. Intentemos hablar con ellos. Me tomó un montón de tiempo convencer a mi abuela de que no salga y ni siquiera la pude convencer. Es muy difícil, por lo cual celebro esta cuarentena obligatoria para que ellos tampoco salgan. Intentemos llevar a cada uno esta responsabilidad civil para poder erradicar el virus lo antes posible y volver a tener una vida normal”.
¿Cómo no va a poder decir todo esto quien estuvo aislada en tres paises diferentes? La primera parte de su encierro lo hizo en una pequeña habitación de la Zhongnan University of Economics and Law de Wuhan, donde cursaba una maestría en negocios internacionales desde hacía un año y medio. Le llevaban la comida hasta la puerta de la habitación y luego quedaba absolutamente en soledad. “Nos dan arroz, leche, harina, verduras y huevos. Pero no productos de higiene, por ejemplo. Nos quejamos y nos lo van a traer", contaba entonces. Fue duro, pero de esa manera China consiguió detener la pandemia. Tienen 81,661 casos en total, 3285 muertos (solo en la provincia de Hubei -cuya capital es Wuhan- 3163) y 73770 recuperados. En los últimos días se contagian unas 90 personas cada 24 horas, la mayor parte, extranjeros que volvieron a ese país. Por eso, temen un rebrote y podrían volver a ajustar las tuercas del distanciamiento social.
En un momento, los 14 argentinos que vivían en Wuhan, cansados de la sordera de la Cancillería, alzaron la voz. Montados en el grupo de compatriotas residentes en China de Wechat (el Whatsapp de ese país asiático) hicieron un video donde pedían que Argentina los rescatara. Luego de algunas gestiones, se consiguió que un avión cedido por el gobierno de Ucrania aceptara subirlos para llevarlos a Kiev.
Finalmente, el 19 de febrero, ocho de los 14 se marcharon de China. La llegada a Ucrania no fue sencilla. Los micros que trasladaban a los 72 pasajeros de distintas nacionalidades que fueron evacuados resultaron apedreados al salir de Kiev en medio de protestas por su llegada. De allí fueron llevados a la ciudad de Kharkiv, ubicada a unos 475 kilómetros de Kiev. Y un segundo traslado los depositó en la ciudad de Novo Sanzgary, ubicada en el sudeste del país europeo. Allí permanecieron dos semanas en cuarentena en un centro de salud acondicionado especialmente para atender casos de posibles contagios del Covid-19, coronavirus. Ucrania tiene 113 casos, cuatro muertes y un recuperado.
A mediados de marzo ya estaban de regreso en nuestro país. Los repatriados de Wuhan debieron firmar papeles de confidencialidad por lo vivido desde que partieron de China. Karen dice que está “feliz, con mi familia” en su casa de Quilmes, donde cumplirá a rajatabla la cuarentena. No en todos los casos fue así: quienes vienen de afuera o volvieron infectados reciben muchas veces discriminación.
Por el momento, ella sigue su maestría en modo online: “Ya presenté mi tesis y, como planeaba, me voy a recibir a mitad de año después de mi defensa final”. Y como cumplió con cada aislamiento, hoy tiene salud. Y eso, en definitiva, es lo que más importa.
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