“Si llego a estar un día más sola con ellos todo el día me tienen que internar en un psiquiátrico. Ahora me río, pero cuando Alberto decretó la cuarentena me puse a llorar. La salud emocional de los chicos requiere repartir a los papás. De corazón lo digo. Para que yo pueda estar saludablemente disponible para mis hijos necesito repartir los días con el papá. Tengo que poder estar liviana, necesito un respiro para atajar lo que ellos demandan. Me asusta verme gritando y con dolor de pecho y de cabeza. No sé cómo solucionar el cansancio, la ira, que en otros momentos resolvía saliendo a tomar aire o a hacer una compra para distraerme”.
Melina es la mamá de Joaquín y de Catalina. Joaco cumplió 10 años durante las vacaciones. Cata en mayo festejará los 8, y tiene CEA: condición del espectro autista. Desde que empezaron los cuidados por el coronavirus ya se colgó de un placard, rompió el sistema de una cortina, tiró juguetes por la ventana e inundó el baño, mientas su mamá lidiaba con las tareas del hermano en plataforma virtual.
“Le dije a Seba, el papá de los nenes, que busquemos la manera de repartirnos saliendo lo menos posible. Nosotros hacemos siempre un día y un día y fin de semana por medio. Ahora nos repartiremos los cuidados cada dos o tres días para no salir tanto. Tenemos la suerte de que vivimos cerca y nos podemos trasladar caminando. Sebastián tiene miedo de que nos multen, pero no debería haber multas por cuidar. Nosotros queremos cumplir con la reglamentación, no queremos violar las leyes y vamos a extremar lo que haga falta para que el virus se termine. Pero hay que repartir las energías sino es muy intenso”.
Mientras habla, Melina se angustia, se embronca, se pone firme, sube y baja los tonos y pasa por distintos estados de un solo tirón. La cuarentena total ya rige de punta a punta en la Argentina.
Para la socióloga Eleonor Faur, especialista en relaciones de géneros y familia, cuidar a quienes cuidan es el horizonte que no puede perderse, aún en épocas de pestes sin fronteras: “Si se habilita el tránsito para cuidados remunerados de personal de salud y de cuidadoras de personas con discapacidad, también deberían justificarse los tránsitos para distribuir las cargas de cuidado no remunerados. En todo el mundo el 76,2% de los cuidados no remunerados los realizamos las mujeres, y en muchas familias estos cuidados tienen mayor peso que los remunerados. Debemos evitar la psicosis -tomando el término del Presidente- de quienes están expuestos/as a niveles de estrés muy importantes debido a los cuidados”.
La excepción a la regla
Del 20 al 31 de marzo inclusive, y con la posibilidad de prorrogar el plazo por el tiempo que se considere necesario, el Estado nacional decretó para todas las personas el aislamiento social, preventivo y obligatorio con el objetivo de proteger la salud pública de una pandemia mundial. Se detallaron, sin embargo, algunas excepciones, y el inciso 5 del artículo 6 menciona a quienes “…deban asistir a otras con discapacidad; familiares que requieran asistencia; a personas mayores; a niños, a niñas y a adolescentes”.
Así lo explica a Infobae Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA): “Las medidas son una apelación a la razonabilidad y el buen juicio de la sociedad. Instan fuertemente al distanciamiento social y es vital (literalmente) que lo observemos colectivamente. Pero al mismo tiempo reconoce y permite situaciones en las que (para cuidarnos) debemos circular acotadamente por la calle. La atención de personas de las familias -mayores, niños/as y personas con discapacidad- son casos especialmente contemplados. Pero hay que ser razonables y limitar esto a la mínima expresión posible. Que los traslados no sean diarios, si van a compartir el cuidado de niñas/os que puedan ser por bloques de días, que los desplazamientos sean lo más breves y directos posibles. Cada familia deberá organizarse sabiendo que las decisiones que tomen tienen impacto colectivo”.
Natalia y Mariano dejaron de ser pareja hace algunos años, pero siguen siendo, claro, la mamá y el papá de los mellizos Ramiro y Lautaro. Dos niños, dos casas, dos tandas de chiches, dos placares con ropa, mochilas y tareas que van y vienen. Derechos y obligaciones repartidas a la par.
Pero después de la conferencia de prensa del Presidente toda esa estructura se desmoronó y dio paso a la desesperación. Natalia es personal de sanidad y sus días de trabajo afuera no pueden ponerse en pausa. Mariano, en cambio, cumplirá tareas desde adentro como empleado de un organismo público. Ayer a la medianoche le daban vueltas al nuevo asunto: ¿Vivir la cuarentena en el departamento de dos ambientes de papá y mamá visita? ¿Cómo se comparten las crianzas sin circular?
“Lo que impera es la incertidumbre y el miedo, no saber muy bien cómo justificar ante alguien que te puede parar durante los traslados de los nenes. Las tareas de cuidado no son exclusivas de la mujer, también ocupan al hombre y en este contexto coordinar cuestiones con tu ex se hace mucho más difícil. Se vienen momentos distintos en la organización de todo y deberemos adaptarnos de a poco”, cuenta Mariano que desde hoy temprano tomó la posta del cuidado de los mellizos.
Pero si las complicaciones derrumbaron distribuciones ya aceitadas de cuidados, más cuesta arriba todavía implica poner en práctica las primeras negociaciones. Matías y Jimena se separaron hace cuatro meses, y ya bastante a los ponchazos llevaban la repartija de sus dos hijas cuando cayó la cuarentena total.
Matías anda como sin brújula: “Hace un tiempo tomé la decisión de alquilar algo y tratar de armar un espacio donde pudiera comenzar otra vez con las nenas. Por el aislamiento los ingresos de mi ex se redujeron bastante, y me propuso volver durante este tiempo a la casa que compartíamos. Pero la verdad es que no me agrada la idea. Obviamente es lo que quieren nuestras hijas, ellas ahí tienen terraza, su pieza, las mascotas. Estar encerrados los tres en un departamento chiquito y sin muchos muebles va a ser difícil. Pero convivir de nuevo todos podría ser confuso para las nenas. No sé bien qué hacer y lo vivo con mucha angustia”.
El coronavirus nos pone a prueba, como sociedad, como personas. Interpela nuestras maternidades y paternidades. Propone importantes desafíos de convivencia y de cuidados. Un virus que tiene en jaque al planeta. ¿Estaremos a la altura?
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