El Banco Central está pagando con reservas el costo de enfrentarse a un shock global como el que genera la pandemia de coronavirus Covid-19 en medio de rígidos controles de cambio. Las reservas internacionales de la entidad que conduce Miguel Pesce perdieron USD 680 millones en el último mes como consecuencia de las ventas que debe hacer para evitar una disparada del dólar oficial empujada por la devaluación del real brasileño y el resto de las monedas emergentes.
El dólar mayorista subió 3,25% en el último mes. El movimiento de la divisa no es resultado de factores del mercado. De hecho, desde fines de octubre pasado que prácticamente no hay mercado, con la demanda de personas físicas limitada a no más de USD 200 mensuales y la de empresas sólo a las compras para el pago de importaciones y algunas obligaciones puntuales, de ninguna manera para atesoramiento.
El avance responde a un intento de la propia autoridad monetaria por permitir una suba que intenta acompañar lo que pasa en los mercados cambiarios del resto de los países de la región y que reduzca, al menos en el margen, el efecto del avance de los precios internos sobre el tipo de cambio real. Todos los días lo deja avanzar unos 20 centavos, precisamente al ofrecer divisas a esos precios elevados cada día, que hacen de techo para cada rueda. Pero Pesce y los suyos corren de atrás en este esfuerzo
La suba del dólar oficial supone una depreciación del peso argentino de apenas el 2,46% en los últimos 30 días. Ese movimiento compara con una devaluación del real brasileño que llega al 12,8% en medio del crash financiero que causó el coronavirus, del peso mexicano que supera el 23% y del peso colombiano que roza el 20%.
“Es la expectativa de que el BCRA no va a poder sostener al tipo de cambio mucho tiempo en estos niveles porque la pérdida de la competitividad te empieza a empujar el tipo de cambio real hacia abajo y en algún momento el dólar va a tener que corregir”, dijo Juan Ignacio Paolicchi de EcoGo. “Aunque tengas un tipo de cambio administrado, si no acompañás las devaluaciones de los socios comerciales el impacto sobre el nivel de importaciones es considerable”, agregó.
La caída de los tipos de cambio de países vecinos y emergentes tiene que ver con el derrumbe del 30% que acumula Wall Stret desde que la pandemia empezó a desembarcar en Europa y generó el mayor crack bursátil desde la crisis subprime. A medida que los inversores venden acciones y bonos de países emergentes, sus mercados cambiarios sienten la salida de esas colocaciones que cambian la moneda local por divisas. En el proceso, la baja de las monedas locales abarata las exportaciones de esos países y encarece las importaciones, mejorando el balance externo.
Sin embargo, ese mecanismo no funciona en la Argentina donde el BCRA paga cada avance del dólar con más inflación. Pesce, en ese contexto, sólo puede atinar a dejar que el dólar se mueva, pero que no lo haga tan rápido como para disparar el nivel general de precios que el año pasado ya cerró en 53,8%.
Mirando de reojo a lo que pasa con las otras monedas, los importadores argentinos apuran toda compra de divisas que puedan, mientras que los exportadores hacen todo lo que esté a su alcance para retrasar lo más posible liquidaciones de divisas de sus ventas al exterior.
“El Banco Central es el único oferente. Está operando todos los días en el precio al que ofrece el BCRA. Hoy (por ayer) lo subió 22 centavos y todo se opera en ese valor, nadie vende abajo”, dijo Francisco Díaz Mayer de ABC Mercado de Cambios. “Es porque como todos los días el dólar se mueve para arriba, los bancos y exportadores venden lo justo y necesario. Y como no se opera casi ningún otro precio, ninguno quiere ofertar abajo del central porque sabe que lo puede vender en el mismo precio que él”, agregó.
Las reservas internacionales llegaron este jueves a los USD 43.950 millones, USD 769 menos que un mes atrás. Según operadores del mercado, la entidad vendió USD 70 millones el miércoles, USD 40 el martes y USD 70 millones más el viernes.
Por el momento, ese es el costo que está dispuesto a pagar Pesce. Lo hace porque sabe que la alternativa es permitir un avance más acelerado del dólar oficial que puede hacer que los registros de inflación mensual cercanos al 2% sean una buena memoria -aún cuando sean la inflación de un año entero de muchos países. En el mercado admiten este costo, pero advierten que la alternativa tampoco es gratis.
“¿Vos te pensás que podés dejar las monedas a todas las monedas correr y no a la tuya, sin tener consecuencias?”, dijo un operador bancario.
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