Es el momento más doloroso. Despedir a quien fallece, desde siempre, convoca a familiares y amigos. Pero en estos tiempos de coronavirus, cualquier aglomeración de gente puede ser un vehículo de transmisión para el virus. Los cementerios no son la excepción. Y si: muere gente todos los días.
Hoy, que comenzó la cuarentena, hubo 13 entierros y 31 cremaciones en la Chacarita. Cinco entierros en Flores. Ninguna en Recoleta. Ayer se hicieron 18 inhumaciones más en Chacarita, donde hubo 41 cremaciones. Y ocho entierros en Flores. Por las dudas, en el primero de los camposantos, hicieron pozos “para tres o cuatro días, más no podemos”.
El artículo 6° del decreto de aislamiento que lanzó este jueves 19 el gobierno, en su inciso 7, exceptúa de hacer la cuarentena a “personas afectadas a la realización de servicios funerarios, entierros y cremaciones. En tal marco, no se autorizan actividades que signifiquen reunión de personas”.
El martes 17, el decreto n° 148 del gobierno porteño había indicado en su Artículo 8° que se restringía la asistencia a velorios y sepelios “a los cónyuges y/o convivientes, hermanos/as, ascendientes y descendientes del/la difunto/a”. Y nadie más.
Sin embargo, no todos acatan la decisión. Algunos son irresponsables: esta semana expulsaron a una ciudadana polaca y dos italianas que paseaban entre las bóvedas. Pero aunque no se trate de alegres desaprensivos que viajan a la costa pensando que una cuarentena es lo mismo que irse de vacaciones, el dolor puede llevar a tomar conductas muy riesgosas, como la que ocurrió hoy en el Cementerio de la Chacarita, donde se reunió un número considerable de gente frente al Crematorio.
“En los velatorios, como en el sepelio en tierra, puede haber seis personas. En nicho, no más de cuatro. Y para las cremaciones, los únicos que deberían venir son los dos que firman, porque el retiro de cenizas a través de las cocherías, cuyos empleados vienen con barbijos y guantes, Pero la realidad es otra. Le dijimos a la Seguridad que les diga que esperen a que se vaya un servicio para que venga el otro. La gente llora, se abraza y se olvida del coronavirus”, afirmó una fuente de Chacarita.
Si vuelve a ocurrir, arriesgan, comenzarán a pedir documentos y, llegado el caso, confiaron que hasta exigirán las partidas de nacimiento para certificar que son hermanos del difunto, por ejemplo.
Para quienes fallecen por esta pandemia, el trance es más duro. “Hay un articulado donde dice que la familia del enfermo tiene que estar 14 días en cuarentena. Ahí, lamentablemente, deben venir otros allegados”, explican.
Además de las inhumaciones y cremaciones, y por sesenta días corridos, una disposición del gobierno porteño suspendió los trámites presenciales para renovaciones de nichos, la entrega de turnos para la cremación de cadáveres con más de un año de inhumados, se reprograman los trámites de reducción y suspenden nuevos turnos, de cambio de arrendatario, modificación y averiguación de datos de fallecidos, exhumaciones y traslados; entrega o retiro de cenizas; concesiones de bóvedas y panteones, y otros trámites administrativos de las funerarias.
En el principal cementerio porteño, donde se encuentra la morgue, están muy alertas por si ocurre una catástrofe sanitaria. Para la conservación de cuerpos en frío, disponen de 280 lugares. Y 20 más si acomodan cadáveres en el suelo. Ya sucedió con la tragedia de Cromañón: colapsó. Esto podría ser peor.
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