El sueño de Carolyn Wright de tomarse unas vacaciones en el crucero Grand Princess por Hawái se tornó en un infierno luego de que el buque se viera varado tras un brote de coronavirus.
“Todas las mañanas el capitán espera poder decirnos dónde y cuándo vamos a desembarcar, pero por supuesto el día pasa y no tenemos noticias”, dice este sábado a la AFP esta mujer de 63 años de Nuevo México, tres días después de su confinamiento.
Pese a que los pasajeros no entraron en pánico cuando se enteraron de la situación, el ánimo ha decaído mientras el crucero deambula por la costa frente a California luego que 21 personas de las 45 examinadas a bordo resultaran contagiadas con el virus Covid-19.
“Sentimos que después de tres días deberíamos al menos tener un cronograma”, suspira.
Haciéndose eco de las críticas de otros pasajeros, Wright dijo que las autoridades estaban tardando demasiado en decidir dónde amarrar el barco y qué hacer con los pasajeros y la tripulación.
“Tiene que sacarnos de este barco”, dijo en alusión al vicepresidente Mike Pence, quien está a cargo de la respuesta del gobierno al brote del nuevo coronavirus.
“No somos víctimas de la peste”, agregó. “Definitivamente, hay opciones que funcionarían para sacarnos del barco y llevarnos a un lugar donde no estamos poniendo en riesgo a otras personas, y donde nosotros no estemos en riesgo”.
Wright indicó que ella y su compañera de viaje tienen la suerte de tener una ventana en su camarote, pero que muchos de los 2.422 pasajeros a bordo no tienen ese lujo.
“Me siento mal por cualquiera que tenga algún nivel de claustrofobia”, señaló. “Estoy empezando a pensar que estoy muy contenta de nunca haber tenido que estar en la cárcel”.
Agregó que los miembros de la tripulación hacían todo lo posible para hacerles soportable la espera, proporcionando internet, películas e incluso videos de ejercicios de cortesía.
“Este viaje ha sido muy desgraciado”, dijo. “Definitivamente es la peor vacación que he pasado en mi vida”
(Con información de AFP)
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