Esta es la razón por la que, según migrante colombiano, no le arrendarían a sus compatriotas en las residencias españolas

En una conversación con su amigo de nacionalidad mexicana, el creador de contenido y migrante colombiano en España Emmanuel García, conocido en redes como Proxout, se llevó una sorpresa desagradable, al enterarse de que en residencias para “los charros” no se admiten “cafeteros”.

En un video compartido a través de su perfil en la plataforma TikTok, recordó: “Imagínense que la otra vez estaba hablando con un amigo mexicano acá en Madrid y me contó que, cuando estaba en búsqueda de captura de habitación, encontró una donde solo aceptaban a gente mexicana. Nada de españoles y nada de colombianos”.

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Que, incluso, no aceptaran españoles le pareció extraño, pero, decidido a defender a los suyos, le preguntó por qué no le arrendaban a colombianos: “Yo le pregunté que cómo no iban a querer a gente colombiana si somos súper buena gente y olemos súper rico y él, literalmente, me dijo que los colombianos eran muy bullosos”.

No es la primera vez que García se encuentra con restricciones a la hora de alquilar “un piso”, como le dicen en España, pero, la de su amigo, es la primera explicación que escucha al respecto:

“Me dijo textualmente que poníamos música para ducharnos, música para lavar el baño, música para cocinar, pero ¿ustedes se imaginan haciendo aseo sin tener un dimodeazo de fondo, un fercho o tropicombo? Ustedes no quieren colombianos ahí y los colombianos no quieren estar ahí”.

La búsqueda de vivienda en Madrid se ha convertido en un verdadero reto, especialmente para los jóvenes migrantes que intentan establecerse en la capital española. Este es el caso de García, un migrante colombiano radicado en la ciudad, que se enfrentó a las dificultades de quienes buscan un lugar para vivir en un mercado inmobiliario cada vez más inaccesible. García, que compartió su experiencia negativa a través de la red social TikTok, aseguró que en un periodo de 12 meses tuvo que mudarse en cuatro oportunidades; lo que afectó su economía y estabilidad emocional.

Originario de Medellín, García expresó su frustración en un video donde relató cómo, tras un año en Madrid, aún no ha logrado encontrar un espacio que pueda llamar suyo: “En un año he pasado por cuatro lugares para dormir y, hace dos meses, tengo todas mis cosas en bolsos. No he podido tener un lugar para mí por un tiempo más prolongado”.

La crisis de vivienda en Madrid no es un fenómeno reciente, pero se ha intensificado en los últimos años debido a la alta demanda y los elevados precios del alquiler. García intentó encontrar un estudio para él solo con un presupuesto máximo de 600 euros mensuales, pero las exigencias de los propietarios, como presentar una nómina de 2.000 euros, hicieron que su búsqueda fuera infructuosa. “Lo puedo entender, ¿pero de dónde quieren que una persona que estudia, trabaja y es joven se saque esa nómina?”, cuestionó.

Esta problemática no solo afecta a los migrantes, también a los residentes locales, que se ven obligados a buscar alternativas fuera de la ciudad. Pueblos como Illescas, Borox y Esquivias, ubicados a unos 45 kilómetros de Madrid, se han convertido en opciones viables para quienes no pueden costear un alquiler en la capital. Sin embargo, mudarse a estas localidades implica otros desafíos, como la necesidad de adquirir un vehículo o invertir entre una y dos horas diarias en transporte público para llegar a sus lugares de trabajo.

En su testimonio, García también reflexionó sobre el impacto de la gentrificación en ciudades como Madrid, donde el aumento de los precios de la vivienda ha desplazado a muchas personas de sus barrios tradicionales. “Es una mierd@#”$% buscar donde vivir en Madrid y, bueno, en cualquier ciudad gentrificada. Créanme que yo sé que esto hace parte del proceso de migración y que hay que tomarlo con calma, pero es una cosa muy hijueput@#$% no poder sentir que algún espacio es tuyo”, expresó con frustración.

A pesar de las dificultades, García se mostró decidido a continuar trabajando para alcanzar sus metas en España. Sin embargo, reconoció que la situación inmobiliaria ha empañado parte de su experiencia como migrante. “Qué cansancio, qué estrés. No significa que me vaya a rendir, pero qué jartera”, concluyó.