El destacado científico, investigador, profesor e inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo, reconocido mundialmente por desarrollar la primera vacuna sintética contra la malaria, falleció el jueves 9 de enero en Bogotá a los 78 años.
Según informó su hijo, Manuel Patarroyo, murió en horas de la mañana debido a un paro cardiorrespiratorio, tras haber enfrentado quebrantos de salud en los últimos días. La noticia fue confirmada por Semana, que recogió las declaraciones del hijo del investigador.
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Manuel Elkin Patarroyo alcanzó notoriedad en la década de 1980 al presentar la vacuna SPf66, un hito en la lucha contra una de las enfermedades más mortales en regiones tropicales. Este avance científico, aunque inicialmente celebrado, generó controversia con el tiempo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), tras realizar evaluaciones, concluyó que el inmunizante no cumplía con los estándares de eficacia requeridos. Sin embargo, el legado de Patarroyo trasciende las críticas, ya que su trabajo marcó un precedente en el desarrollo de vacunas sintéticas y en la investigación de enfermedades infecciosas, especialmente en países en desarrollo.
El científico continuaba activo en el ámbito académico y científico hasta el momento de su fallecimiento. Su trayectoria estuvo marcada por una incansable dedicación a la investigación y la docencia.
La Universidad Nacional de Colombia, institución donde se graduó como médico cirujano en 1971 y donde ejerció como profesor desde 1972, emitió un comunicado lamentando su partida. “Resaltamos y agradecemos su aporte a la ciencia y la salud de nuestro país”, expresó la universidad, destacando su influencia en generaciones de investigadores.
Entre los múltiples reconocimientos que recibió a lo largo de su carrera, destaca el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, otorgado en 1994. Este galardón internacional resaltó la relevancia de sus contribuciones científicas, que inspiraron a otros investigadores a superar barreras económicas y tecnológicas para avanzar en el conocimiento global.
Además, fue distinguido con el Premio León Bernard de la OMS, el Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar y un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia.
El Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios, fundado por Patarroyo, fue otro de los pilares de su legado. Desde allí, lideró investigaciones que buscaban soluciones a enfermedades que afectan principalmente a las poblaciones más vulnerables. No obstante, su trabajo no estuvo exento de polémicas, especialmente por el uso de primates en sus experimentos, lo que generó debates éticos en la comunidad científica y en la opinión pública.
El fallecimiento de Manuel Elkin Patarroyo deja un vacío en la ciencia colombiana y mundial, pero también un legado de perseverancia y compromiso con la salud pública. Su vida y obra continúan siendo un ejemplo para las futuras generaciones de científicos que buscan transformar la realidad a través del conocimiento.
Manuel Elkin Patarroyo: violencia, disciplina y la génesis de una vocación científica
Según una entrevista publicada por la Revista Bocas, Patarroyo reveló detalles sobre su vida personal, su carrera y los desafíos que enfrentó en su búsqueda por combatir enfermedades como la malaria. Entre los aspectos más destacados de su trayectoria, se encuentra su nominación al Premio Nobel de Medicina en 1989, un hecho que permaneció en secreto durante dos décadas debido a las estrictas normas de confidencialidad de la Organización Nobel.
De acuerdo con la publicación, el nombre de Patarroyo fue propuesto por Federico Mayor Zaragoza, entonces director de la Unesco, que argumentó que los avances del científico en la síntesis de proteínas y el desarrollo de vacunas sintéticas tenían el potencial de beneficiar enormemente a la humanidad. Aunque no obtuvo el galardón, este reconocimiento marcó un hito en su carrera y lo posicionó como una figura clave en la ciencia internacional.
Sin embargo, el camino de Patarroyo no ha estado exento de controversias. Según detalló Bocas, el científico fue objeto de críticas tanto por sus métodos de investigación como por su personalidad directa y polarizadora. Uno de los episodios más recientes y polémicos fue el fallo del Consejo de Estado de Colombia, que le prohibió capturar y utilizar micos en sus investigaciones.
Esta decisión, según Patarroyo, representó un golpe devastador para su trabajo, ya que considera que sin estos animales es prácticamente imposible avanzar en el desarrollo de una vacuna más efectiva contra la malaria.
“Esto significa que un millón de personas seguirán muriendo al año y 200 millones más seguirán enfermándose”, afirmó el científico en la entrevista. Patarroyo explicó que ha trabajado con más de 25.000 micos durante 35 años y aseguró que siempre ha mantenido un profundo respeto por estos animales, guiado por principios éticos y morales. No obstante, algunos sectores han cuestionado su manejo de los primates, lo que ha generado un debate sobre la ética en la investigación científica.
El inmunólogo también compartió detalles sobre su infancia y cómo los eventos de su niñez moldearon su carácter y su vocación. Nacido en Ataco, Tolima, en 1946, Patarroyo vivió una infancia marcada por la violencia. En 1956, su familia fue desplazada tras un ataque en su finca, lo que los obligó a refugiarse en Girardot. Este episodio, según relató, lo llevó a desarrollar una disciplina férrea y una pasión por el conocimiento, influenciado por lecturas sobre figuras como Louis Pasteur y Robert Koch.
La historia de Manuel Elkin Patarroyo es un testimonio de perseverancia y dedicación, pero también un recordatorio de los desafíos que enfrentan los científicos en su lucha por avanzar en el conocimiento y mejorar la calidad de vida de las personas.