Esta misma semana, el próximo viernes 10 de enero, comienza un año político marcado por grandes cambios, unos que ya se dieron y otros que esperamos se den, en medio de un mundo que vive tres grandes conflictos: la invasión rusa a Ucrania, Israel y su reacción al terrorismo islámico en el medio oriente y la guerra civil en Sudán.
Este viernes, el mafioso dictador Nicolás Maduro pretende consolidar un golpe de estado y asumir el poder, a pesar de la estruendosa derrota electoral que sufrió el pasado 28 de julio. El mundo reconoce a Edmundo González como presidente electo de Venezuela y está a la expectativa de las concentraciones que convocó María Corina Machado para el próximo jueves 9 y de la llegada de González para posesionarse como mandatario de su país, acompañado por nueve expresidentes de de diferentes naciones del mundo.
Es claro que este es el comienzo del fin de la dictadura, pero la pregunta es ¿en cuánto tiempo, con cuántos muertos y cómo van a terminar el dictador y su círculo cercano al final de la transición? Primer acertijo de este 2025.
Ligado a lo anterior está la posesión de Donald Trump en Estados Unidos, un cambio profundo en ese país y en el mundo en todos escenarios tradicionales. Trump llega con un mandato muy claro y pronto sabremos cómo va a manejar la situación de Venezuela (si Maduro no cae antes), la cual, si no se soluciona, va a producir entre 5 y 7 millones de nuevos migrantes en los próximos años. Sabremos, igualmente, qué va a hacer con la crisis de migración que recibe de Biden y, además, si acabamos en una guerra comercial por los aranceles que quiere imponerle a China, lo que se entiende, pero también a tradicionales aliados de los Estados Unidos como Canadá, Mexico y la Unión Europea.
Trump está demostrando haber aprendido de los errores de su primer período y ya hace amenazas para lograr objetivos, como la cancelación de un gran contrato a China en el canal de Panamá y la entrega del mismo a una empresa americana. ¿Su batalla con China hasta dónde va a llegar? ¿Su respaldo a los aliados en esta batalla qué tan incondicional es?
Está última pregunta es fundamental para saber hasta dónde Trump y Estados Unidos van a mantener las alianzas y a qué costo. Tiene razón el nuevo mandatario estadounidense al pedirle a los europeos poner más presupuesto en defensa y asumir mas responsabilidades, pero la clave es que solo unido, el mundo libre, Occidente, puede defenderse de la gran amenaza que representa el eje autoritario de China, Rusia e Irán, muy debilitado por cierto.
Esto último nos lleva a Europa y a dos elecciones importantísimas, en países donde la derecha y la izquierda más radical ven a Rusia con buenos ojos: Alemania y Francia.
Es casi seguro que la derecha gana en Alemania, pero lo que no se sabe es qué tanto crezcan esos extremos a la derecha y a la izquierda, y ello pueda frenar o limitar el papel crítico de Alemania en la defensa de Europa.
Francia, por su parte, tiene hoy una ingobernabilidad que el presidente Emmanuel Macron creó cuando acabó con el centro, al llamar a unas elecciones relámpago a mediados de año que dejaron a la extrema izquierda y a la derecha radical con mucha más fuerza. En este caso, la derecha ha tomado distancia de Rusia, lo que la izquierda no ha hecho, pero la pregunta es, ¿y Ucrania qué? ¿La defenderán o la van a entregar?
En el Medio Oriente, Israel ahora manda la parada y la debilidad de Irán y sus socios terroristas, Hamás y Hezbolá, puede ayudar a construir una paz duradera en la región. Trump, sin duda, va a ampliar los acuerdos de Abraham, e Israel puede imponer mejores condiciones en el tema palestino después de su ofensiva contra Hamás y Hezbolá. ¿Puede Israel acabar con el sueño palestino de un estado independiente? Ojalá no, a pesar de que han sido los mismos palestinos los que en 50 años de negociaciones no permitieron la consolidación de una nación palestina. Ellos son los responsables.
Ahora, con Hamás casi acabada y Hezbolá e Irán muy débiles es posible hacer un acuerdo que no acabe como los anteriores, donde la división palestina impidió un acuerdo gana-gana. Hoy, ese acuerdo puede tener a Arabia Saudita, Qatar y otros países cercanos a los palestinos como garantes de la seguridad y del cumplimiento, algo que no se dio en los acuerdos anteriores.
América Latina, además de Venezuela, tiene cuatro elecciones presidenciales: Ecuador, en febrero; Bolivia, en agosto, y Honduras y Chile, en noviembre. Lo de Venezuela va a depender de Estados Unidos y de Trump. ¿Pasará de las palabras a la acción? Ojalá.
Ciertamente, los nombramientos en cargos claves muestran un interés en América Latina que ningún presidente americano había tenido antes, y con un visión clara frente a las dictaduras. Si Trump logra acabar con Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Díaz-Canel en Cuba tendrá un lugar único en la historia de la región, apenas superado por Bolívar, San Martín y Juárez.
En Ecuador, la guerra asimétrica de los narcos, aliados del ‘correísmo’, puede lograr el regreso de ese grupo populista al poder. La división que hay en el otro sector político no ayuda, aunque el actual presidente, Daniel Noboa, tiene ventaja en las encuestas, pero el nivel de indecisos supera la mitad del electorado. Venezuela, entonces gobernada por Hugo Chavez, ayudó económicamente a Correa a ganar elecciones, cosa que ahora a Maduro le va a quedar más difícil. Sin embargo, el papel de los narcos y de Rusia, cuyo canal RT empleó al expresidente Rafael Correa, va a ser fundamental para lograr que, a través de Luisa González, Correa, por interpuesta persona, vuelva al poder.
En Honduras, otro ejemplo de populismo, la presidenta Xiomara Castro deja el poder llena de escándalos de corrupción y de rumores de relacionamiento con el narcotráfico a través de familiares muy cercanos. Este equipaje lo tendrá que cargar el candidato de su partido o de su coalición, por lo que es muy improbable que su reemplazo sea de su misma filiación política.
En Chile, después del fracaso de dos constituyentes, la derecha vislumbra de nuevo el poder. Gabriel Boric, quien ha mostrado un gran respeto por la institucionalidad y ha sido muy claro frente a la dictadura de Maduro, tiene poco que mostrar como resultado de su gestión. Sin embargo, la división de la derecha puede abrir el espacio para una tercera presidencia de Michelle Bachelet, quien no ha declarado su intención de presentarse, pero suena mucho.
De Bolivia nada de qué hablar, aunque la pelea entre Evo Morales y el actual presidente Luis Arce, a quien era muy cercano, puede abrir la opción de un tercero. Arce lidera las encuestas, pero, no nos digamos mentiras, Evo Morales y Arce destruyeron la democracia en ese país y lograr salir de ellos va ser casi imposible.
En América falta hablar de la elección en Canadá, donde, por fin, se acaba el gobierno ‘woke’ de Justin Trudeau que fracturó el país y lo dejó mas dividido que nunca. Todo parece indicar que la derecha va a volver al poder con el partido conservador, liderado por Pierre Poilievre.
Ya se habla en muchos círculos de la Tercera Guerra Mundial que estamos viviendo. Estas elecciones se dan en ese entorno complejo de una batalla geoestratégica entre el eje autoritario y el democrático, que, con Trump, se va a intensificar, por su mirada realista hacia China y su capacidad económica (aunque hoy esté disminuida) para distorsionar a través de subsidios, robo de patentes y chantaje comercial, además de su crecimiento militar, su poder para realizar ataques cibernéticos y la ideología imperial y hegemónica que impone, ocultándose tras el discurso del sur global.
¿Y Colombia? Eso da para otra columna, pero lo resumo en unas pocas palabras: de mal en peor. Miremos con grandes expectativas el tenso y complejo panorama mundial con grandes oportunidades e inmensos riesgos que comienzan este viernes. Mientras tanto, feliz año para ustedes y amárrense el cinturón de seguridad que la carretera va a ser despiadada y peligrosa.