El servicio Geológico Colombiano reportó varios eventos sísmicos en la mañana del martes 7 de enero, los cuales puede en el siguiente enlace.
Cuando se registra un sismo en Colombia, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) es la institución encargada de registrar y reportar la actividad sísmica.
Este proceso comienza con la detección del movimiento por parte de una red de sismógrafos distribuidos por todo el país.
Una vez que los sensores detectan las vibraciones del suelo, los datos se envían a un centro de procesamiento donde se calcula la magnitud, profundidad y epicentro del sismo en cuestión de segundos.
Si el evento cumple ciertos criterios de relevancia, como una magnitud significativa o cercanía a zonas pobladas, el SGC emite un boletín preliminar, que es publicado en su sitio web y redes sociales.
En casos de sismos fuertes, el SGC activa protocolos de comunicación con autoridades locales y organismos de gestión del riesgo para coordinar posibles respuestas.
Aunque Colombia no cuenta con una alerta temprana para sismos como la de México, este sistema de monitoreo permite informar rápidamente a la población sobre la ubicación e intensidad del evento.
La rapidez y precisión del SGC es clave para reducir el impacto de un sismo y orientar las acciones de emergencia, aunque el país sigue trabajando en mejorar sus sistemas de alerta.
Cuando se registra un sismo, dos de las características más relevantes son su magnitud y su profundidad.
Aunque ambos conceptos son técnicos, su diferencia es crucial para entender el impacto potencial del evento.
La magnitud mide la cantidad de energía liberada durante un sismo y se expresa en una escala numérica.
Por ejemplo, un sismo de magnitud 6 es diez veces más potente que uno de magnitud 5, debido a la naturaleza logarítmica de la escala.
Por otro lado, la profundidad se refiere a la distancia entre el foco sísmico, punto en el que ocurre el movimiento, y la superficie terrestre.
Los sismos superficiales, con una profundidad menor a 30 kilómetros, suelen causar más daños porque la energía liberada alcanza con mayor intensidad las áreas urbanas.
En cambio, los sismos profundos, aunque pueden ser de mayor magnitud, tienden a sentirse menos porque su energía se dispersa antes de llegar a la superficie.
El Anillo de Fuego del Pacífico es una región geológica que rodea el océano Pacífico, caracterizada por una intensa actividad sísmica y volcánica.
Aunque Colombia no está completamente dentro de este cinturón, su proximidad al margen occidental del continente la hace vulnerable a los efectos de esta dinámica tectónica.
El país está influenciado principalmente por la interacción entre la placa de Nazca, que está ubicada bajo la placa Suramericana, y la placa del Caribe.
Este proceso genera fricción en las zonas de contacto, lo que resulta en frecuentes movimientos sísmicos; por esta razón, la costa pacífica colombiana es una de las áreas con mayor actividad tectónica, siendo epicentro de sismos significativos.
Además, volcanes como el Galeras, el Nevado del Ruiz y el Chiles-Cerro Negro se encuentran en zonas de interacción tectónica activa.
Colombia es uno de los países más propensos a sismos debido a su ubicación en el cinturón de deformación Andino, en el que confluyen las placas tectónicas de Nazca, Suramericana y Caribe.
Algunas regiones son particularmente vulnerables por su cercanía a fallas geológicas activas y la interacción entre las placas.
Entre las zonas con mayor actividad sísmica destaca el Eje Cafetero, atravesado por la falla de Romeral, que ha causado importantes movimientos telúricos, como el terremoto de Armenia de 1999.
El suroccidente del país, incluyendo Nariño y Cauca, es otro punto crítico, ya que allí convergen las placas de Nazca y Suramérica, provocando sismos como el de Popayán en 1983.
La región Caribe también es vulnerable, especialmente cerca del golfo de Urabá y la Sierra Nevada de Santa Marta, donde existen fallas locales que generan sismos de baja y mediana intensidad.
En el centro del país, la falla de Bucaramanga se encuentra en un punto conocido como el “nido sísmico de Bucaramanga”, uno de los más activos del mundo.
Estas zonas, identificadas a través de monitoreos históricos y estudios geológicos, son prioridad para las políticas de prevención y mitigación de riesgos sísmicos en Colombia.
El Servicio Geológico Colombiano (SGC) es la principal institución encargada de monitorear y reportar la actividad sísmica en el país.
Tras un movimiento telúrico, el SGC emite un informe técnico que incluye datos como magnitud, profundidad y ubicación del epicentro.
La magnitud mide la energía liberada por el sismo y se expresa en la escala de Richter o en la de magnitud de momento (Mw), siendo esta última más precisa para eventos grandes.
Por su parte, la profundidad indica la distancia entre el epicentro (punto de origen del sismo) y la superficie terrestre, clasificada como superficial (menos de 30 km), intermedia (30-70 km) o profunda (más de 70 km).
El epicentro, reportado en coordenadas geográficas, señala el punto exacto en la superficie terrestre donde se sintió con mayor intensidad.
Adicionalmente, el SGC emite mapas de intensidad, que muestran las zonas más afectadas según los testimonios y los efectos observados.
Estos informes permiten a las autoridades y a la población tomar decisiones informadas frente a posibles riesgos, siendo una herramienta fundamental para mitigar el impacto de los sismos en el país.
Colombia, al estar ubicada en una zona de convergencia tectónica, ha sido escenario de importantes eventos sísmicos que han marcado la historia del país.
Uno de los más recordados es el terremoto de Popayán de 1983, que alcanzó una magnitud de 5.5, dejando más de 200 muertos y devastando gran parte de la infraestructura histórica de la ciudad.
Este evento impulsó la creación de normativas de construcción antisísmica.
Otro hecho significativo se registró el 25 de enero de 1999, cuando un terremoto de magnitud 6.2 sacudió el Eje Cafetero afectando principalmente a Armenia y causando cerca de 1.200 muertes.
Este desastre evidenció la falta de preparación y la vulnerabilidad de las viviendas en zonas de alto riesgo.
En años más recientes, el terremoto de 2016 con epicentro en el Océano Pacífico, cercano a la costa de Ecuador, tuvo efectos en el suroccidente colombiano, aunque sin víctimas fatales.
El último evento sísmico reportado por el SGC se registró en Los Santos, Santander a las 5:25 a. m. con una profundidad de 141 kilómetros y que se sintió en Zapatoca, Los Santos y Villanueva.