De la selva a Netflix: así fue como 94 especies de aves dieron vida al universo sonoro de “Cien años de soledad”

La producción junto a la empresa especializada ‘La Tina’ lograron captar no solo los cantos de aves, también los sonidos de ríos, cascadas y animales, que aportaron autenticidad a la representación del entorno descrito en la novela

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Uno de los aspectos más
Uno de los aspectos más destacados de la adaptación es el diseño sonoro, fundamental para crear la atmósfera del Caribe colombiano - crédito Mauro González/Netflix

El 11 de diciembre de 2024, Cien años de soledad, la emblemática obra de Gabriel García Márquez, se estrenó como serie en la plataforma de Netflix, en una de las adaptaciones más esperadas de la literatura latinoamericana.

La serie, que reconstruye el universo mágico y simbólico de Macondo, buscó trasladar a la pantalla la esencia de un pueblo que no existe en el plano físico, pero cuya presencia es palpable en cada rincón de la novela.

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Entre los elementos que enriquecen esta adaptación se encuentra el diseño sonoro, que juega un papel crucial para traer a la vida el mundo del Caribe colombiano, un lugar lleno de vida y biodiversidad.

Un aspecto fundamental de este diseño sonoro fueron las 94 especies de aves que se escuchan a lo largo de la serie, un desafío que involucró a expertos y recursos naturales únicos.

A través de los sonidos
A través de los sonidos de la fauna local, la serie logra transportar al espectador a un Macondo lleno de vida, en el que las aves juegan un papel crucial en la ambientación de este mundo ficticio - crédito netflixcolombia/Instagram

El reto de captar los sonidos

Para lograrlo, el equipo de producción de sonido de Netflix trabajó de la mano de la empresa colombiana La Tina, especializada en diseño sonoro, y con WhereNext, que contrató al ornitólogo Diego Calderón Franco, conocido por su trabajo en el documental The Birders.

La tarea no era sencilla: recrear el sonido de las aves de Macondo, un lugar que se encuentra en algún rincón del Caribe colombiano, por lo que era fundamental para transmitir la atmósfera de la obra de García Márquez.

Sin embargo, los sonidos que resuenan en Macondo no son iguales a los que se escuchan en cualquier parte del Caribe, y mucho menos en la realidad del Colombia contemporánea, marcada por la urbanización y la desaparición de hábitats naturales.

El proceso comenzó con una búsqueda exhaustiva para capturar los sonidos de fauna local, con especial énfasis en las especies que habitan la región Caribe colombiana.

Andrés Silva, de La Tina, explicó en una entrevista para El País América que la primera impresión tras visitar el set fue clara: era esencial grabar sonidos auténticos de la fauna local y los acentos costeños, para así crear una conexión genuina con el entorno descrito en la novela.

De acuerdo con la explicación
De acuerdo con la explicación de Andrés Silva, el equipo logró grabar más de 30 gigabytes de sonidos naturales, entre ellos 94 especies de aves - crédito la.tina.sonido/Instagram

El trabajo de campo para conseguir estos sonidos fue minucioso, por lo que Calderón, junto a Sebastián Martínez, se adentraron en diferentes puntos del Caribe colombiano durante una semana.

La misión era clara: grabar no solo el canto de las aves, también otros sonidos naturales que pudieran enriquecer la ambientación, como los ríos, cascadas y los sonidos de los animales.

Los personajes y sus pájaros

A lo largo de su expedición, capturaron más de 30 gigabytes de material sonoro, lo que incluyó 94 especies de aves, cinco anfibios, cuatro tipos de insectos, y otros sonidos característicos de la región, como los ladridos de perros, los cerdos, los chivos y las aves enjauladas.

Entre las aves más icónicas para la serie se encuentra el bichofué (Pitangus sulphuratus), cuyo canto estridente y repetitivo, casi agresivo, es común en muchas zonas urbanas.

El canto agresivo y repetitivo
El canto agresivo y repetitivo del bichofué se asocia con el hogar y la cercanía - crédito berkshireeagle.com

Este pájaro se asocia con la sensación de hogar y cercanía y por ello fue seleccionado para varios momentos clave en la serie.

Otra especie relevante es la oropéndola (Psarocolius), cuyo canto, similar a un sintetizador artificial, fue vinculado con el personaje de Melquíades, el gitano que cada año llega a Macondo vendiendo inventos.

Este pájaro, conocido por sus vocalizaciones estruendosas, aporta una sensación de modernidad y tecnología, elementos que caracterizan al personaje de Melquíades en la obra.

La oropéndola, con su canto
La oropéndola, con su canto similar a un sintetizador, se vincula con el personaje de Melquíades, el gitano que introduce la tecnología en Macondo - crédito Nathan Rupert

Encontrar ambientes naturales

Uno de los mayores retos que enfrentaron los creadores fue la dificultad de encontrar ambientes naturales donde las aves pudieran ser grabadas sin interferencias del ruido humano, como la música o los motores de los vehículos, sonidos que hoy en día son comunes en muchas zonas del Caribe.

Las oropéndolas de Melquíades, por ejemplo, fueron una de las especies más complicadas de grabar en su hábitat natural, pero, como si de un episodio de realismo mágico se tratara, Calderón relató cómo, por azar, encontró una colonia de oropéndolas cantando sin el más mínimo ruido artificial, a varios kilómetros de distancia de cualquier fuente de contaminación sonora.

El trabajo de campo también fue testigo de coincidencias y conexiones inesperadas, pues en la entrevista Calderón recordó cómo, en una de sus expediciones, un guía local les permitió encontrar un colibrí que había estado perdido para la ciencia por más de 50 años.

Este encuentro no solo fue relevante para el trabajo ornitológico, también conectó al equipo de producción con Andrés Mendiola, que sería elegido para interpretar a Aníbal, el músico de Macondo en la serie.

Para la serie la misión
Para la serie la misión era captar no solo los cantos de aves, también los sonidos de ríos, cascadas y animales, que aportaran autenticidad a la representación del entorno descrito en la novela - crédito Mauricio González/Netflix

La musicalización en “Cien años de soledad”

Además de las aves, La Tina también trabajó en la recreación de otros sonidos que capturan la esencia de la vida en Macondo.

Desde las bullas y multitudes de las escenas de la llegada de los gitanos, hasta los ruidos característicos de las fincas caribeñas, la serie cuida cada detalle.

Para los momentos de agitación social, el equipo reunió a 150 actores de voz costeños para crear una atmósfera realista, sin dejar que expresiones modernas o fuera de lugar alteraran la autenticidad del entorno.

Incluso, en algunos casos, actores turcos y rusos fueron incluidos para ambientar escenas clave.

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