El pasado 23 de diciembre, Fabio Ochoa Vásquez, exintegrante del temido Cartel de Medellín, fue deportado a Colombia tras cumplir una condena de más de dos décadas en una prisión de Estados Unidos por delitos relacionados con el narcotráfico.
A su llegada al aeropuerto El Dorado de Bogotá, el excapo, de 67 años, pisó suelo colombiano por primera vez desde su extradición en 2001.
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Este regreso reavivó las historias sobre su papel en el cartel liderado por Pablo Escobar y, en particular, sobre la ruptura de su relación con el jefe del narcotráfico más temido de Colombia. Según reveló la familia de Escobar al medio Semana, la relación entre ambos terminó marcada por traiciones y diferencias irreconciliables.
De acuerdo con lo informado la fractura entre Escobar y los Ochoa, que alguna vez fueron aliados estratégicos en el envío de cientos de toneladas de cocaína al exterior, tuvo dos momentos clave.
El primero de ellos se relaciona con una supuesta filtración de información confidencial al grupo paramilitar conocido como Los Pepes, que buscaba acabar con Escobar. Según detallaron allegados al capo, una de las esposas de los hermanos Ochoa habría colaborado con este grupo, proporcionando datos sobre los movimientos de Escobar y su familia.
“Cuando estaban en plena guerra, la casa donde vivía la esposa y la hija de Pablo se llamaba Altos del Campestre. En ese mismo sitio vivían las esposas de los hermanos Ochoa. Una de ellas se comprometió con Los Pepes a entregar información para que pudieran coger a Pablo cuando saliera de ahí”, relató una fuente cercana a la familia Escobar a Semana.
Esta colaboración habría permitido a Los Pepes seguir de cerca los pasos de Escobar, poniendo en riesgo su vida y la de sus allegados. Según los testimonios, la precisión de los seguimientos realizados por el grupo paramilitar generó una profunda desconfianza en Escobar hacia los Ochoa.
“Ellos sabían los carros en los que Pablo andaba porque ella era la que entregaba esa información. Cuando Pablo murió, murió muy ofendido con ellos porque lo estaban delatando, entregándolo para que lo mataran”, afirmó uno de los familiares del capo.
El segundo punto de quiebre en la relación entre Escobar y los Ochoa ocurrió cuando estos últimos decidieron someterse a la justicia durante el gobierno de César Gaviria, en un intento por evitar la extradición a Estados Unidos.
Los hermanos Ochoa instaron a Escobar a seguir el mismo camino y abandonar la confrontación violenta que mantenía con sus antiguos socios, entre ellos los hermanos Castaño y alias Don Berna, quienes buscaban el control territorial tras su ruptura con el Cartel de Medellín.
Sin embargo, Escobar rechazó tajantemente esta propuesta. “Esto es algo que nunca se ha contado. Cuando le dijeron que se sometiera a la justicia y no siguiera en la guerra con Los Pepes, él mandó una frase muy famosa y muy fea también, pero él les mandó a decir: ‘Díganle a los Ochoa que yo a este mundo no vine a comer ni a cagar, sino a dejar historia’”, reveló la misma fuente a Semana.
La relación entre Escobar y los Ochoa, que en su momento fue fundamental para consolidar el poder del Cartel de Medellín, terminó marcada por estas diferencias.
Mientras Escobar fue abatido en 1993 en una azotea de Medellín, Fabio Ochoa cumplió 26 años de prisión en Estados Unidos. A su regreso a Colombia, Ochoa manifestó que fue víctima de un supuesto montaje y aseguró no arrepentirse de los hechos que protagonizó en el pasado.
Sin embargo, la familia Escobar Gaviria mantiene una visión crítica sobre el papel de Fabio y sus hermanos en el mundo del narcotráfico. Los Ochoa no solo fueron aliados de Escobar, sino también de figuras como Griselda Blanco, conocida como la Viuda Negra, y estuvieron involucrados en la creación del grupo paramilitar MAS (Muerte a Secuestradores), fundado tras el secuestro de su hermana Marta Nieves.
El regreso de Fabio Ochoa a Colombia no solo revive los episodios más oscuros del narcotráfico en el país, sino que también pone de manifiesto las tensiones internas que marcaron el declive del Cartel de Medellín. La historia de traiciones, alianzas rotas y decisiones estratégicas que llevaron a la caída de Escobar y sus socios sigue siendo un recordatorio del impacto que estas figuras tuvieron en la historia reciente de Colombia.