Después de que Migración Colombia confirmara el regreso de uno de los capos más grandes de la historia colombiana a las 3:00 p. m. del lunes 23 de diciembre, el país vuelve a recordar la historia de Fabio Ochoa Vásquez, quien fuera una de las manos derechas del máximo representante del negocio ilícito en el país: Pablo Escobar.
Su extradición en 2001, aunque se percibió como un gran logro para las agencias de inteligencia norteamericanas por ser el primero en llegar a Estados Unidos tras la reanudación de esa figura en Colombia en 1997, se sabe que aún existen dudas sobre el juicio que terminó por montar a Ochoa en un avión rumbo a una cárcel de ese país.
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De hecho, Fabio Ochoa se volvió el centro de atención de los medios de comunicación desde 1999, cuando fue recapturado en medio de la operación Milenio, que estuvo liderada por la DEA y las autoridades de inteligencia colombianas.
En diciembre del 2000, el excapo se refirió al proceso que se adelantaba en una corte de Florida que lo pedía en extradición. En ese momento, Ochoa aseguró que todo se trató de una estrategia de los norteamericanos para vincularlo a una serie de delitos que no cometió.
“En el pasado acepté mis errores, hoy soy inocente. No reto a nadie, solo pido justicia”, señaló en su momento el excapo en una declaración pública. Además, aseguró que no fue responsable de las 30 toneladas mensuales que producía la organización criminal que lideró Alejandro Bernal Madrigal, alias Juvenal, también detenido en la operación.
De hecho, periodistas que cubrieron su captura, juicio y extradición aseguraron que las pruebas que tenía la Fiscalía en su contra no eran contundentes. Por el contrario, aseguran que tuvo más peso la supuesta “represalia” que tenía el Gobierno de los Estados Unidos contra el colaborador de Escobar por su presunta participación en el asesinato del informante de la DEA Barry Seal, asesinado el 19 de febrero de 1986.
Sin embargo, la principal prueba de la Fiscalía en ese momento fue una serie de grabaciones en una de las oficinas de ‘Juvenal’ en la que apareció la voz de Ochoa.
“Yo iba a visitarlo por nuestra vieja amistad, por nuestra afinidad en el gusto por los caballos y por un negocio de una propiedad que teníamos pendiente”, señaló el exnarco.
De hecho, el papel de Alejandro Bernal Madrigal fue determinante para que Ochoa recibiera una condena de 30 años en Estados Unidos, pues ‘Juvenal’ declaró a favor de Ochoa, pero cambió de parecer y terminó por ser el principal testigo en su contra, lo que marcó un giro en el caso.
Gerardo Reyes, periodista que cubrió todo el proceso de Fabio Ochoa hasta llegar a los Estados Unidos, explicó en diálogo con El reporte Coronell que Bernal, en un principio, aseguró que Ochoa era inocente.
Sin embargo, durante el juicio, admitió haberlo engañado y confirmó su implicación en actividades de narcotráfico. Este testimonio fue clave para que las autoridades estadounidenses lograran la extradición de Ochoa en 2001, lo que derivó en su condena.
Sin embargo, el juicio de Ochoa estuvo rodeado de controversias, especialmente en lo que respecta a las pruebas presentadas por la Fiscalía, pues las grabaciones utilizadas como evidencia fueron cuestionadas por su debilidad y por las interpretaciones que se les dieron.
“Nos dábamos cuenta de que la Fiscalía no tenía un caso contundente, sobretodo por las interpretaciones un poco forzadas de los diálogos grabados en esa oficina a la que se presentaba un narco que había sido condenado, y que no tenía por qué estar reuniéndose con otros narcos así fuera para ver partidos de fútbol”, comentó el periodista en el medio citado.
Reyes señaló que, en algunos casos, términos como “vuelta” fueron asociados directamente con operaciones de narcotráfico, incluso cuando se utilizaban en contextos completamente distintos, como conversaciones sobre partidos de fútbol.
“En el juicio, por ejemplo, cada vez que aparecía la palabra ”vuelta", así hubiera sido que Fabio hubiera dicho que el partido iba de ida y vuelta, o cualquier otra expresión, llamaban a un experto o a un agente de la DEA bilingüe que decía que ‘vuelta’ era una operación de narcotráfico“, continuó Reyes.
Incluso, el comunicador experimentado también narró que la actitud de los fiscales no era la más apropiada durante las diligencias, mientras que Ochoa intentaba defenderse usando los mismos audios para señalar irregularidades en las investigaciones.
“Los fiscales miraban el reloj constantemente para que se terminaran las audiencias y eso nos llevó a pensar que íbamos a ver una absolución, pero la idea legal de la conspiración en Estados Unidos es muy amplia y los fiscales y los jurados entendieron que esa presencia de Fabio en conversaciones de narcotráfico, así no participara directamente, lo implicaban”, concluyó el periodista en El reporte Coronell.
Incluso, el exnarco colombiano, a través de su familia que citaron a una rueda de prensa en diciembre del 2000, expresaron su preocupación por lo que consideraban una persecución constante por parte de las autoridades colombianas y estadounidenses.
Según ellos, esta situación les llevó a hacer pública su vida ante los colombianos con el objetivo de defender la inocencia del menor de los hermanos. Jorge Luis Ochoa, quien cumplió una pena por narcotráfico en el pasado, afirmó en su momento que “Yo no estoy haciendo nada ilícito y mi vida es pública. Mi única culpa es el pasado, y eso no lo perdona nadie. Seguro por eso mismo se quieren llevar a mi hermano”.
En su defensa, Ochoa presentó 86 cintas de audio que, según él, desmentían las acusaciones en su contra. Explicó que las grabaciones, realizadas con micrófonos colocados en oficinas contiguas a las de alias Juvenal, carecían de nitidez y no contenían evidencia incriminatoria.
Sin embargo, de poco o nada valió su defensa y fue llevado a Estados Unidos en 2001 y, después de 25 años de estar en prisión, regresaría al país en medio de una solicitud de la Fiscalía de ese país para que se retome el juicio contra Ochoa por su presunta participación en el asesinato del informante de la DEA.