El miércoles 18 de diciembre de 2024, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (Ubpd) anunciaron el hallazgo de una fosa común en La Escombrera, un enorme depósito de desechos ubicado en la Comuna 13 de Medellín.
Este descubrimiento revivió la esperanza de cientos de familiares que llevan décadas buscando a sus seres queridos desaparecidos durante la violencia paramilitar y las operaciones militares de principios de los 2000.
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Contexto histórico
La Escombrera ha sido señalada por años como un lugar de entierro clandestino, usado por paramilitares y agentes estatales durante operaciones conjuntas como Orión, liderada en 2002 por el entonces comandante de la Cuarta Brigada del Ejército, Mario Montoya.
Esta operación buscaba erradicar a las milicias insurgentes de la Comuna 13, pero según múltiples testimonios, estuvo acompañada de desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales.
Los relatos de desmovilizados como Carlos Estrada Ramírez y Jorge Enrique Aguilar, y evidencias como mapas rudimentarios, fueron las primeras pistas que apuntaron hacia La Escombrera como un sitio clave para la localización de desaparecidos.
Sin embargo, la magnitud de la tarea ha complicado la labor de excavación, pues este lugar, con áreas del tamaño de campos de fútbol y profundidades cubiertas por toneladas de escombros, se ha convertido en un símbolo de impunidad y olvido.
El hallazgo reciente
El magistrado Gustavo Salazar, relator de la medida cautelar sobre La Escombrera, calificó el descubrimiento de dos cuerpos como un hecho histórico.
“Esto rompe el mito de que en La Escombrera no había nadie y reivindica la lucha de las madres, esposas e hijos que nunca dejaron de buscar a sus familiares”, afirmó en una entrevista con Daniel Coronell.
El hallazgo fue posible gracias al trabajo conjunto de forenses, topógrafos, geólogos y antropólogos, quienes, tras años de investigaciones preliminares, iniciaron excavaciones.
Según Salazar, las técnicas empleadas incluyen maquinaria pesada para remover escombros y trabajo manual en capas más profundas, conocidas como “suelo histórico”, correspondientes a los años 2002-2004.
Aunque los cuerpos fueron encontrados antes de alcanzar la profundidad estimada, la calidad de los restos óseos sugiere un buen potencial para identificación genética.
Los análisis se realizarán en el Instituto Nacional de Medicina Legal, utilizando un banco genético construido desde 2020 con muestras de familiares de desaparecidos.
“Tenemos un banco genético bastante bueno y hay que decirlo, los antropólogos forenses, los odontólogos forenses y los genetistas colombianos son de primer orden mundial, tenemos unos laboratorios de alta calidad y creemos que vamos a tener unos resultados positivos y si no, por lo menos un trabajo muy serio por parte del equipo profesional de medicina legal”, acotó Salazar.
Retos de la búsqueda
El retraso en la búsqueda de cuerpos en La Escombrera se debe, en parte, al escepticismo institucional y la falta de recursos.
Salazar señaló que, durante años, las autoridades minimizaron las denuncias de las víctimas y no priorizaron las investigaciones.
En 2015, la Fiscalía General realizó una intervención limitada, pero fue hasta 2018 cuando la JEP adoptó medidas cautelares que consolidaron el proceso.
El área de búsqueda es amplia y requiere priorización, dado que desde 2020 se realizaron prospecciones en ocho sitios diferentes dentro de La Escombrera, apoyadas por tecnología como imágenes satelitales y aerofotografías.
Este meticuloso trabajo permitió definir un polígono de intervención, aunque existe la posibilidad de ampliarlo tras los hallazgos recientes.
El impacto en las víctimas
El hallazgo también tiene un profundo impacto simbólico, dado que para las familias, encontrar los cuerpos no solo es un paso hacia el duelo, sino una forma de justicia ante años de negación y silencio.
Al respecto, el magistrado Salazar explicó que “este es un crimen que desgarra profundamente. Encontrar a los desaparecidos, aunque sea para darles sepultura, es una ventana de esperanza”.
Justicia en construcción
El proceso liderado por la JEP y la Ubpd busca no solo recuperar los cuerpos, también garantizar el derecho a la verdad de las víctimas.
Este trabajo, que incluye la reconstrucción de archivos y testimonios, pone en evidencia la magnitud de los crímenes cometidos en la región.
Con la esperanza renovada por los recientes hallazgos, los familiares de los desaparecidos en La Escombrera continúan exigiendo verdad y justicia, recordando que detrás de cada cuerpo recuperado hay una historia que merece ser contada.