Hernán Orjuela, una figura emblemática de la televisión colombiana, recordó las adversidades que enfrentó al emigrar a Estados Unidos, hace aproximadamente ocho años.
El presentador, conocido por su amplia trayectoria en programas como Sábados Felices, compartió la experiencia vivida por medio de un video publicado en su cuenta de TikTok, en el que reflexionó sobre el difícil proceso de adaptación y las lecciones aprendidas al iniciar una nueva vida fuera de Colombia.
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Orjuela comenzó por narrar que, al llegar al país norteamericano junto con la familia, tenía la esperanza de continuar su carrera en los medios de comunicación, ámbito en el que alcanzó reconocimiento en su país natal.
Sin embargo, las oportunidades laborales no fueron como esperaba: “No venía contratado por ninguna compañía, pero tenía la ilusión de seguir trabajando en lo que siempre he hecho: radio, televisión o medios audiovisuales”.
La ilusión y el primer tropiezo
El presentador reconoció que su llegada estuvo marcada por la incertidumbre y el desengaño, debido a que, aunque contaba con contactos en Estados Unidos, pronto se dio cuenta de que estos vínculos no se traducirían en ofertas laborales concretas.
“Me saludaron, me dieron la bienvenida, pero nunca hubo un acercamiento para ofrecerme un trabajo”, lamentó.
La situación se agravó por las dificultades económicas, ya que el ahorro que había llevado desde Colombia se reducía de manera muy rápida por la conversión desfavorable del peso colombiano frente al dólar. Fue entonces cuando un conocido de años anteriores le ofreció una aparente oportunidad en una emisora radial cristiana, ubicada en West Palm Beach, Florida.
Orjuela asumió el reto con entusiasmo, convencido de que este empleo representaba un punto de partida para su trayectoria en Estados Unidos; sin embargo, pronto descubrió que las condiciones distaban de ser ideales.
El trabajo sin remuneración
Orjuela describió las precarias condiciones en las que operaba la emisora: “Literalmente, nos dieron unas llaves y entramos a un cuarto oscuro, en una zona no muy buena de West Palm Beach”.
Aunque las expectativas iniciales incluían un salario prometedor y la dirección de un programa matutino, los pagos nunca llegaron, por lo que durante cuatro meses, Orjuela trabajó sin recibir ninguna compensación económica, lo que generó una profunda preocupación por el bienestar de su familia.
Al confrontar al responsable del proyecto, este se disculpó con el argumento de que la emisora no había generado ingresos suficientes y, en consecuencia, no podía pagarle.
“Fue una experiencia dura”, reconoció Orjuela; sin embargo, encontró apoyo en el propietario de la emisora, un pastor puertorriqueño que, al conocer la situación, decidió asumir la deuda del presentador.
“Me propuso pagarme en cuotas mensuales durante un par de años, y acepté porque no tenía otra opción”, recordó.
Las lecciones del “derecho a piso”
Orjuela describió este episodio como una enseñanza valiosa en su proceso de adaptación a Estados Unidos: “El derecho a piso me sirvió para fortalecerme y darme cuenta de que no es fácil, pero tampoco imposible”.
A pesar de los momentos difíciles, el presentador destacó el apoyo de su familia como un pilar fundamental para superar los obstáculos.
Sus hijos, ahora adultos y profesionales, y su esposa, que emprendió con éxito en el ámbito empresarial, lograron construir una vida estable en Estados Unidos: “Hoy somos ciudadanos americanos, aunque llevamos siempre a Colombia en el corazón”.
Una historia de superación
Para Hernán Orjuela, las adversidades no solo son retos, sino también oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal: “Los fracasos son poderosos. En estos ocho años he logrado crecer como profesional y como ser humano, con la bendición de Dios”.
Su relato, más allá de las dificultades, busca inspirar a quienes enfrentan el desafío de migrar y construir una nueva vida lejos de su tierra natal.
Con esta historia, el presentador no solo comparte un capítulo de su vida, sino también un mensaje sobre la resiliencia y la importancia de mantener la fe en los momentos más oscuros: “Lo que ayer fue un triste suceso, hoy es una historia para recordar y compartir”, concluyó Hernán Orjuela.