Día 4 de la Novena de Aguinaldos - jueves 19 de diciembre: la resignación a la debilidad humana

Esperanza, amor y fe, son los condimentos que resaltan en las reuniones familiares para la celebración del nacimiento del el Niño Jesús y la llegada de la Navidad

La celebración de la llegada del niño Jesús es esperada por los católicos creyentes cada año y, para ello, se preparan durante nueve días - crédito Freepik

De acuerdo con la Iglesia católica, una de las novenas más importantes históricamente ha sido la de preparación a la Navidad, celebrada desde la edad media en España y Francia, para rememorar el embarazo de la Virgen María. El ritual llegó a Colombia con la colonización y, desde entonces, convoca a familias y amigos todos los años.

Cuenta la Red Cultural del Banco de la República que el fraile ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea (1700 - 1733) fue el que comenzó a escribirla, cuando apenas tenía 25 años de edad, por encargo de la señora María Gertrudis Clemencia de Caycedo y Vélez, que fundó el conocido colegio La Enseñanza, en Bogotá.

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Lo que la mujer quería era un libro para rememorar la llegada al mundo del Niño Dios, así como los días previos a ella, como el recorrido de los tres Reyes Magos desde el Oriente para llegar a Belén y celebrar el nacimiento de Jesús. Así, pues, se creó no solo el cántico del “Dulce Jesús Mío”, sino la Novena, que se celebra solo en Ecuador y Colombia, salvo algunas poblaciones de Venezuela.

Desde el 16 de diciembre inicia esta tradición y cada día las familias colombianas se reúnen para orar frente a la llegada del niño Dios, que nacerá el 24 de diciembre a la medianoche. Hoy se celebra el cuarto día de este homenaje, a continuación les dejamos el orden del día, los cánticos y las oraciones:

Un pesebre iluminado y un árbol de navidad son suficientes para reunir a las familias a orar por la llegada del niño Jesús al mundo - crédito Pixabay

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que le diste en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicando por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. (Gloria al Padre –3 veces).

Intención

Desde el seno de su Madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su eterna sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, lo amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humillante carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre; a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura; a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados.

¿Deseamos hacer una verdadera oración? Empecemos por formarnos de ella una idea exacta, contemplando al Niño en el seno de su Madre. El Divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita, ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, que acepta con la intención de honrar a Dios, es su oración, y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado por nosotros.

Unámonos a las adoraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento, y sea este el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sea todo para nosotros.

En la oración al niño Jesús, los creyentes piden que llegue a sus vidas con prontitud - crédito Pixabay

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. (Avemaría –3 veces).

Oración a San José

¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén. (Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria al padre).

Gozos

Las novenas van acompañadas de diversos villancicos que se cantan entre gozos y al finalizar las oraciones - crédito VisualesIA/Infobae

Oh sapiencia suma del Dios soberano que a nivel de un niño te hayas rebajado.

Oh Divino Infante ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Niño del pesebre nuestro Dios y Hermano, tú sabes y entiendes del dolor humano;

que cuando suframos dolores y angustias siempre recordemos que nos has salvado.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Oh lumbre de oriente sol de eternos rayos que entre las tinieblas tu esplendor veamos,

Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Rey de las naciones Emmanuel preclaro de Israel anhelo pastor del rebaño.

Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca ya el cordero manso.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo.

Ven hermoso niño ven Dios humanado luce hermosa estrella, brota flor del campo.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano.

Vivan los hogares aquí congregados el gran compromiso del amor cristiano.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz de desterrado.

Vida de mi vida, mi sueño adorado, mi constante amigo mi divino hermano.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas bese ya tus manos.

Prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún más que mis frases te dice mi llanto.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tu amor y tu paz.

Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una más.

Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Ven Salvador nuestro por quien suspiramos ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.

Oración al Niño Jesús

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no que dará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Las familias comparten diferentes alimentos durante las novenas - crédito EFE

Villancico

A La Nanita Nana

Coro:

A la nanita, nana

Nanita, nana, nanita ea

Mi Jesús tiene sueño

Bendito sea, bendito sea

Verso:

Pimpollo de canela

Lirio en capullo

Duérmete, vida mía

Mientras te arrullo

Duérmete que del alma

Mi canto brota

Y un delirio de amores

Es cada nota

Coro

Oh niño en cuyos ojos el Sol fulgura

Cerrarlos acercarme de noche oscura

Pero cierra, bien mío, tus ojos bellos

Aunque tu madre muera sin verse en ellos

Coro

Fuentecilla que corres

Clara y sonora

Ruiseñor que en la selva

Cantando llora

Calla mientras la cuna

Se balancea

Coro