Con una extensa carta, publicada en sus redes sociales y dirigida al presidente de la República, Gustavo Petro, el exmandatario Ernesto Samper Pizano entregó lo que considera son algunas recomendaciones válidas de la manera en la que su colega debería asumir la situación en materia política y social que se registra en Venezuela que, si no ocurre nada extraordinario, tendrá por seis años más al dictador Nicolás Maduro, que se posesionaría el 10 de enero de 2025.
Samper, que fue veedor de las cuestionadas elecciones del 28 de julio de 2024 en el país vecino y que, a diferencia de organizaciones como el Centro Carter y sus señalamientos de aparentes irregularidades en la jornada, dio un balance positivo de los comicios, se atrevió a darle una serie de recomendaciones al líder progresista, al que -palabras más, palabras menos- le pidió que no tome partido ni por Maduro ni por la oposición, al mando de Edmundo González y María Corina Machado. En síntesis, lo que busca es que adopte una posición más neutra.
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El exmandatario, cabe destacar, en su momento generó una fuerte polémica por la manera en la que calificó a González -que salió a demostrar su triunfo en los comicios, con la publicación del 83,50% de las actas- como un “(Juan) Guaidó 2.0″, además de que atacó a Estados Unidos por reconocer a este candidato como el verdadero ganador de la jornada electoral.
¿Qué dijo Ernesto Samper de cuál debería ser la postura del Gobierno Petro sobre Venezuela?
En su escrito, que publicó en el día en el que se conmemoran los 194 años de la muerte del libertador Simón Bolívar, Samper enfatizó que la intención de su misiva es la de proponer la definición de un nuevo marco de relaciones con el próximo gobierno de Venezuela; pese a que Petro ha ido variando su postura, de no entregar reconocimiento si no hay presentación de las actas, al “yo veré si voy o no” al acto de posesión del nuevo Gobierno.
“Este nuevo relacionamiento debe reconocer el carácter ‘especial’ de los lazos que unen a ambos países, y, al mismo tiempo, mantenerse al margen de tomar partido por alguno de los extremos de la polarización ideológica que hoy divide la opinión pública en los dos países”, expresó Samper, que generó revuelo con este pronunciamiento, teniendo en cuenta que es cercano al líder progresista, pero también al jefe del régimen venezolano.
En su concepto, es vital que las relaciones entre las dos naciones “se desarrollen entre Estados y no entre gobiernos”, además que sigan principios, como según él lo ha hecho México con su política de no interferir en asuntos internos de otros Estados. Esto contrasta con lo que piensan otros ex jefes de Estado, como Iván Duque y Álvaro Uribe Vélez, que han cuestionado la laxitud del Gobierno en este asunto.
Asimismo, indicó que las mismas “deben basarse en el reconocimiento de los profundos vínculos históricos y sociales que unen a Colombia y Venezuela”, pues ambos pueblos comparten lo que llamó “responsabilidades comunes”, como garantizar el bienestar de 3 millones de migrantes que residen en suelo colombiano; pero no solo eso, también de los 2 millones de compatriotas que viven al otro lado de la frontera, y los dos millones de habitantes que están a lo largo y ancho de la frontera.
Para Samper, es claro que la “redefinición” de las relaciones bilaterales permitiría, a su juicio, consolidar los beneficios de la reactivación comercial, que según él alcanzan el billón de dólares, sin que haya presentado soporte de esta cifra astronómica. Además de la importancia de garantizar el suministro de gas natural y, como era de esperarse, la protección a los procesos de paz que se adelantan con Venezuela como garante.
"La propuesta de este marco incluye garantizar el respeto de los derechos de la oposición venezolana, y promover un acuerdo nacional que permita avanzar hacia el reequilibrio constitucional de poderes en Venezuela, como lo intentamos cuando ocupé la secretaría general de Unasur“, refirió el expresidente colombiano, que ejerció entre 1994 y 1998.
En consecuencia, Samper remarcó que el nuevo enfoque de las relaciones estaría enfocado en revalidar el papel facilitador y promover el acercamiento del “hermano país” con los Estados Unidos, en el sentido de que se eliminen las sanciones unilaterales internacionales impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea. “Y que actualmente afectan de manera grave al pueblo de Venezuela, profundizan la crisis migratoria y dificultan la gobernabilidad democrática, como quedó evidenciado en las recientes elecciones”, puntualizó.