El español colombiano ha sido descrito como articulado, musical y, en términos generales, respetuoso de las normas gramaticales convencionales.
Estas características han llevado a la popular afirmación de que en Colombia se habla el “mejor español del mundo”; sin embargo, expertos en lingüística y estudiosos del idioma han desmentido esta idea, considerándola un mito que combina percepciones culturales, históricas y lingüísticas sin base científica sólida.
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El origen del mito
La idea de que el español colombiano, particularmente el de Bogotá, es el más puro o correcto del mundo tiene raíces en el siglo XIX.
En ese momento, figuras como Rufino José Cuervo y sectores de la élite bogotana impulsaron un esfuerzo por consolidar a la ciudad como un centro cultural de prestigio en América Latina, conocida como la “Atenas Suramericana”.
Este movimiento, basado en un fuerte interés por la gramática y la literatura, alimentó la percepción de que el español bogotano era el más refinado, un ideal que sigue vigente en la cultura popular.
Pero, esta noción ha sido cuestionada por la evolución misma del idioma y las investigaciones lingüísticas contemporáneas.
Una diversidad natural, no una superioridad lingüística
Nicole Sánchez Castillo, lingüista y escritora colombiana, desmitificó esta idea a través de una publicación en sus redes sociales en la que explicó que el español de Bogotá, como cualquier otra variante, registra fenómenos lingüísticos propios de su región.
Entre ellos, señaló la “reducción fonética”, un proceso común en todas las lenguas del mundo que lleva a los hablantes a simplificar la pronunciación de palabras.
En el caso bogotano, este fenómeno incluye:
- La tendencia a debilitar y simplificar la articulación de vocales y consonantes.
- La reducción del tiempo de pronunciación de las vocales.
- La eliminación o aspiración del alófono [s], que puede sonar como una “j” suave en algunos contextos.
Sánchez Castillo argumentó que estas características, lejos de ser defectos, son expresiones de la diversidad natural del idioma:
“La afirmación de que en tal parte se habla el mejor español del mundo con articulación perfecta no tiene fundamento científico. La lingüística describe, no califica”.
El papel del Instituto Caro y Cuervo
La percepción de que el español bogotano es el mejor del mundo ha sido asociada, de manera errónea, al Instituto Caro y Cuervo, una de las instituciones más respetadas en el estudio del idioma castellano; sin embargo, el propio instituto ha desmentido esta afirmación.
En un video publicado en las redes sociales del instituto, Ferney Cruz, docente de maestría, fue claro al señalar:
“No existe algo que se pueda llamar el mejor español del mundo ni la mejor variedad. Existen múltiples variedades. Hay gente que aprecia unas más que otras, pero no se puede hablar de la mejor o peor variedad de español”.
¿Por qué persiste el mito?
La afirmación de que en Colombia se habla el mejor español del mundo parece estar sustentada más en la percepción cultural que en un análisis lingüístico. Algunos factores que perpetúan esta idea son:
- El legado histórico y cultural de Bogotá: la capital ha sido tradicionalmente vista como un centro intelectual, lo que refuerza la percepción de un español más “correcto”.
- La influencia de medios y literatura: autores colombianos como Gabriel García Márquez y el alcance del español neutro en medios internacionales han dado visibilidad al idioma hablado en Colombia.
- El prestigio lingüístico: las variedades lingüísticas asociadas a clases altas o centros culturales tienden a ser valoradas más favorablemente, una percepción que no tiene relación directa con criterios científicos.
La riqueza de las variedades del español
El español es un idioma global con más de 500 millones de hablantes en diferentes países y regiones.
Esta diversidad incluye pronunciaciones, léxicos y gramáticas que se adaptan a las particularidades culturales y sociales de cada comunidad.
Lingüistas como Sánchez Castillo y Cruz enfatizan que valorar una variedad del español por encima de otra no solo es arbitrario, sino que ignora la riqueza intrínseca del idioma, pues cada región aporta elementos únicos al español, lo que enriquece su evolución y su capacidad de adaptarse a nuevas realidades.