Luis Gilberto Murillo, actual canciller de Colombia, se encuentra en una encrucijada política que podría marcar su futuro. La investigación que adelanta el Consejo de Estado, relacionada con una apelación que cuestiona la legalidad de su nombramiento como ministro, ha generado gran atención.
El tribunal administrativo estudia si la condena que Murillo recibió en 1997 por el delito de peculado por apropiación lo inhabilita para ejercer el cargo, lo que podría tener un impacto directo en su futuro.
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A pesar de la negativa inicial del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que rechazó la demanda, la decisión del Consejo de Estado será definitiva y podría alterar su permanencia en el Ejecutivo.
La apelación fue presentada por Luis Ángel Hincapié Betancour, quien argumenta que la sentencia del Tribunal de Quibdó, que condenó a Murillo a más de un año de prisión, podría invalidar su nombramiento.
Sin embargo, la defensa de Murillo sostiene que no existe inhabilidad vigente, pues su situación legal fue resuelta hace años. En este contexto, el Consejo de Estado tiene la tarea de revisar el caso y emitir un fallo definitivo, lo que ha añadido incertidumbre sobre su continuidad en el gobierno.
Luis Gilberto Murillo como posible precandidato presidencial para el 2026
Simultáneamente, Murillo enfrenta otra dimensión en su carrera política. Según fuentes cercanas, el canciller estaría considerando postularse a la presidencia de Colombia en 2026, lo que lo llevaría a renunciar a su cargo en los próximos días.
Aunque no se ha confirmado oficialmente, se especula que su intención de lanzarse a la candidatura presidencial podría estar relacionada con el creciente desgaste de su imagen dentro del gobierno de Petro, así como con las críticas que ha recibido sobre su gestión en la Cancillería.
Desde que asumió el cargo, Murillo ha sido estrechamente vinculado con el presidente Gustavo Petro, lo que ha influido en la percepción pública de su orientación política.
Su perfil, que anteriormente era más centrista —aunque afín al santismo—, se ha asociado ahora con el sector progresista del país, lo que ha generado críticas tanto dentro del Gobierno como desde la oposición.
Uno de los temas más controvertidos ha sido su postura frente al régimen de Nicolás Maduro y la situación en Venezuela. Murillo ha intentado mediar en la crisis venezolana, pero su falta de resultados concretos ha mermado su popularidad.
El nombramiento de Daniel Mendoza como embajador de Colombia en Tailandia
Además de las dificultades en la política exterior, Murillo ha sido cuestionado por sus decisiones en nombramientos diplomáticos. La controversia más reciente fue la designación de Daniel Mendoza como embajador en Tailandia, un polémico activista que, además, no tiene experiencia diplomática.
Este nombramiento fue criticado por varios sectores, que lo consideraron incompatible con los principios de una diplomacia progresista y feminista. Murillo expresó sus reservas al presidente Petro, lo que provocó tensiones dentro del Gobierno. Finalmente, Mendoza desistió del nombramiento ante la avalancha de críticas recibidas.
Este conflicto en la Cancillería se suma a la posibilidad de que Murillo sea enviado a la toma de posesión de Maduro en enero de 2025. Según fuentes cercanas, el canciller preferiría evitar asistir a este evento, lo que podría interpretarse como un alejamiento del gobierno de Petro.
De ser así, su negativa a participar en la ceremonia podría ser un indicio de su intención de distanciarse del Ejecutivo y dar un paso hacia su candidatura presidencial.
A pesar de las controversias, Murillo también ha defendido aspectos clave de su gestión. En particular, ha resaltado la importancia de mantener una relación sólida con Estados Unidos, un aspecto que podría ser aprovechado en su eventual campaña presidencial, según El País. Su experiencia diplomática y su postura pragmática frente a temas internacionales podrían ser valiosas para atraer a votantes moderados.
En las encuestas recientes, como la de Guarumo-Ecoanalítica, Murillo presenta una baja intención de voto, con solo un 0,3%. Esto lo coloca lejos de otros candidatos como Sergio Fajardo o Vicky Dávila. Sin embargo, su bajo apoyo popular no descarta la posibilidad de que su candidatura adquiera fuerza en un escenario electoral más fragmentado.