Un sismo o temblor se siente de manera rápida y repentina. Primero, puede notar un pequeño movimiento en el suelo, como si fuera un empujón suave. Si el temblor es leve, es posible que solo se muevan los objetos o sientas una ligera vibración.
A medida que aumenta la intensidad, el suelo comienza a moverse con más fuerza, y los objetos pueden balancearse o caer. La duración de este movimiento suele ser corta, generalmente de unos segundos a un minuto. Aunque el temblor puede parecer aterrador, es importante mantener la calma.
Si estás dentro de un edificio, lo mejor es buscar un lugar seguro, como debajo de una mesa o cerca de una pared interna, y alejarse de ventanas y objetos que puedan caer. Los sismos no duran mucho tiempo y, aunque pueden ser incómodos, generalmente no causan daño si se siguen las medidas de seguridad adecuadas.
A nivel general, los términos sismo, terremoto y temblor son considerados sinónimos por diversas autoridades y diccionarios. Según la Real Academia Española, terremoto se define como un movimiento brusco de la corteza terrestre, lo cual coincide con la definición de sismo. Sin embargo, existe una diferenciación en el uso coloquial de estos términos en diferentes regiones.
En Latinoamérica, donde los movimientos de las placas tectónicas son frecuentes, las palabras temblor y terremoto se utilizan a menudo para describir fenómenos de distinta magnitud. Generalmente, un temblor se asocia con un movimiento sísmico de menor intensidad y duración limitada a pocos segundos, mientras que un terremoto se refiere a un fenómeno más fuerte, con potencial destructivo significativo y una duración que puede extenderse a minutos. De otro lado, la palabra sismo se refiere a cualquier movimiento de la corteza terrestre, sin importar su intensidad o consecuencias.
El Instituto Geofísico del Perú reconoce estas diferencias y señala que en el uso cotidiano, un temblor es identificado como un sismo leve y menos dañino, mientras que un terremoto implica mayores daños a infraestructuras y posibles víctimas. Sin embargo, este mismo instituto coincide con la Real Academia Española en que, pese a estas distinciones coloquiales, los términos pueden ser considerados sinónimos y utilizados indistintamente en contextos profesionales y científicos.
Colombia se encuentra en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, debido a su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico. Las regiones más propensas a presentar sismos son principalmente aquellas cercanas a la cordillera de los Andes y la zona del océano Pacífico. Entre los departamentos más vulnerables se encuentran Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila y Risaralda, donde se registran constantes movimientos telúricos debido a la subducción de las placas de Nazca y Caribe.
Las ciudades como Popayán, Pasto, Cali y Bogotá también han experimentado temblores en diferentes intensidades. Las autoridades en Colombia siempre están en alerta permanente para monitorear estos eventos y reforzar las medidas de prevención en las zonas de mayor riesgo sísmico.
Durante un sismo o temblor, es crucial saber cómo actuar para protegerse adecuadamente. Sin embargo, existen ciertos elementos que nunca deben estar cerca de una persona en esos momentos, ya que pueden poner en peligro la vida.
Para reducir riesgos, durante un sismo o temblor, se recomienda protegerse bajo muebles sólidos, alejarse de áreas peligrosas y seguir las recomendaciones de las autoridades locales.
Estos elementos deben guardarse en un lugar accesible y revisarse periódicamente para asegurarse de que los productos estén en buen estado y actualizados.