Silvestre Dangond, el reconocido intérprete de canciones vallenatas como Las locuras mías, Cásate conmigo, Que no se enteren y Niégame tres veces, ha destacado en la escena musical por sus grandes éxitos y por los reconocimientos que ha recibido por su trabajo en la industria. Sin embargo, como varios artistas que han pasado por los excesos, ha tenido que enfrentar problemas que van más allá de su vida profesional.
El también compositor, oriundo de Urumita, La Guajira, ha tenido cercanía con las drogas y el alcohol, algo que no era extraño en su familia, teniendo en cuenta que su padre, William José Dangond Baquero, pasó por situaciones complejas derivadas de un consumo problemático. Al igual que su padre, el cantante vallenato llegó a tener afectaciones en su vida por esas adicciones.
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En conversación con la revista Bocas, Dangond contó que las consecuencias del consumo de alcohol y de otras sustancias tuvo que afrontarlas desde otra perspectiva, para poder aprender de ellas. De hecho, fueron un impulso que aprovechó para sus proyectos musicales y su desarrollo personal, entendiendo sus equivocaciones.
“Yo le saco el lado positivo a toda esa turbulencia que viví, aunque mucha gente se escandalice. Eso también me llevó a conectar lo mío. A escribir canciones, a sentir, a hablar, a cantar. No todo fue malo. Al final, la parte de madurar fue lenta, y se dio en el momento que tenía que ser”, precisó el compositor en la entrevista.
El haber vivido en carne propia los problemas que dejan los excesos también le ayudó a darse cuenta de que no era el único luchando contra un consumo problemático, lo que le permitió ser consciente de la situación y tender su mano a personas que lo necesitan. “Le quito el tabú al tema”, aclaró.
Asimismo, insistió en que es necesario derribar mitos que giran en torno al uso y disfrute de las drogas y de las bebidas embriagantes. Pues, quienes están en condiciones de adicción suelen ser juzgados y señalados las personas que los rodean, pero, desde la perspectiva de Dangond, en muchos casos el consumo va más allá de sentir placer; se convierte en una afección que, en cierto punto, requiere de ayuda profesional. No obstante, su situación fue diferente.
“Lo más fácil es juzgar, sabiendo que muchas veces es una enfermedad que se vuelve incontrolable. Por eso siempre meto la mano por ciertos personajes. Y digo, marica, no juzguen. A veces la gente no tiene el vicio por placer, se le convierte en enfermedad. Yo salí solo, con la ayuda del universo y de Dios. Porque tengo convicción y me conozco. Pero es importante poner límites”, explicó.
A pesar de que su padre también tuvo problemas con el consumo de sustancias, su relación con él siempre ha sido buena, y lo considera una pieza esencial en su vida. Considera que es su soporte para él y una luz en su camino que teme perder.
“Mi papá es el bastón, la vela que tengo a nivel universal y que necesito que esté prendida por siempre. El día que mi papá se apague, algo en mí se va a apagar. Eso no me lo quita nadie de la cabeza. Soy una respuesta de él, soy lo que soy por él”, expresó.
Sin embargo, la relación con su madre, Dellys Corrales Rojas, es diferente: no es muy cercana, pero aseguró que no es culpa de ella. Varios factores, como la crianza, la educación, el contexto y la zona donde vivieron, los comentarios de otras personas, dificultaron esa conexión entre madre e hijo. No obstante, insistió en que siempre ha estado en su mente y sus prioridades: “Lo primero que hice cuando empecé a ganar dinero fue comprarle una casa a mi mamá. Ella no me lo pidió”, contó.