Ya con las cifras de productividad de 2024 en mano, que dio a conocer el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el 3 de diciembre, empezaron en firme las negociaciones entre Gobierno, empresarios y trabajadores por el aumento del salario mínimo para 2025.
De acuerdo con la entidad, la Productividad Total de los Factores (PTF) se ubicó en 1,73%. Por su parte, la productividad laboral por hora trabajada llegó al 3,43%, mientras que la productividad laboral por persona empleada resultó de 1,76%. Asimismo, la productividad media cerró en 3,14%, lo que reflejó una tendencia positiva en lo relacionado con la eficiencia.
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Ahora, la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales está a la espera por la cifra de inflación a noviembre, que se conocerá el 5 de diciembre. Como se recordará, la de octubre cerró en 5,41% anual, según el Dane.
Lenguaje de derrotados o victorias
Tras esta sesión, el presidente ejecutivo nacional de la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi), Rodolfo Correa, dejó sus sensaciones al respecto.
“El lenguaje no puede ser del lenguaje de los derrotados ni de las victorias. Apenas estamos empezando a conversar. Creo que tenemos que tener mucha sensatez. Los datos deben ser los que primen y, efectivamente, desde el sector empresarial tenemos claro que entre más aumente el salario mínimo, mayores dificultades y repercusiones habrá en la economía”, afirmó.
Según dio a entender, el gremio está abierto a la discusión, así como a trabajar por la dignidad de los trabajadores, entendiendo que el principio fundamental deber ser la protección de la economía, lo que es el único medio para garantizar la dignidad y calidad de vida de los trabajadores y de todo el país.
Luego, en diálogo con Blu Radio, recordó que en la medida en que suba el salario mínimo, también lo harán precios y costos asociados, como el Seguro Obligatorio contra Accidentes de Tránsito (Soat), el transporte público, los alimentos y otros insumos básicos.
Por eso, recomendó una cifra que no sería muy bien recibida, ni por el Gobierno ni por los trabajadores, que pretenden una subida de dos dígitos: “El 2.5% es una cifra responsable para contener la inflación”. Además, según él, con esta se podrían “alcanzar las metas de desarrollo y crecimiento que el país necesita”.
En el caso hipotético de que esta cifra sea aceptada, el salario mínimo aumentaría solo $32.500, lo que dejaría a la remuneración en $1.332.500 para el próximo año. De esta manera, sería el más bajo de los últimos 24 años, teniendo en cuenta que en el siglo XXI la menor alza se dio en 2010, bajo la presidencia de Juan Manuel Santos (3,60%), lo que significó una subida de $15.000, teniendo en cuenta que la inflación de 2023 se ubicó en 2%.
Proceso riguroso para definir el aumento
La presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia), María Claudia Lacouture, se refirió al asunto y aseguró que los resultados de productividad, con un crecimiento de la PTF del 1,73% al tercer trimestre de 2024, resaltan la necesidad de un proceso riguroso para definir el salario mínimo de 2025.
De acuerdo con ella, este ajuste debe considerar el contexto económico del país, priorizando la sostenibilidad empresarial y la generación de empleo formal.
“En un entorno de desafíos de crecimiento y reducción de inflación, el aumento salarial debe ser moderado, en un dígito. Este enfoque permitirá fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores sin comprometer la competitividad ni la recuperación económica”, publicó Lacouture por medio de X.
Piso de negociaciones
La economista principal de Scotiabank Colpatria, Jackeline Piraján, también opinó sobre la situación y anotó que la inflación en descenso establece un piso bastante bajo para las negociaciones, teniendo en cuenta que el Ministerio de Hacienda sugiere un incremento del 6,2%. No obstante, citó que las proyecciones del Banco de la República, que anticipan una inflación del 5,3% para 2024 y de 3,10% para 2025, serán determinantes.
Dijo que este ajuste será menor que en años anteriores, sin embargo, reflejará una estabilización de precios y seguirá protegiendo la capacidad de compra.
“Persisten retos estructurales: el 80% del empleo en Colombia se concentra en micro, pequeñas y medianas empresas, muchas de ellas informales. Aunque el salario mínimo es crucial, su impacto directo no abarca a todos los ingresos y puede limitar la formalización empresarial. Además, afecta los costos de servicios intensivos en mano de obra, lo que exige prudencia en las negociaciones para fomentar la formalización laboral”, anotó la experta.