La región fronteriza entre Nariño y Cauca se ha convertido nuevamente en escenario de violencia. Durante la madrugada del domingo 1 de diciembre, un ataque armado dejó un saldo de cuatro personas asesinadas, incluyendo un auxiliar de la Policía de Tránsito y Transportes.
De acuerdo con Blu Radio, el hecho ocurrió en un establecimiento público cercano al puente sobre el río Mayo y ha generado consternación y alarma entre la comunidad local.
Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.
Según testimonios de los sobrevivientes, el ataque se produjo pasada la medianoche en un establecimiento conocido como “amanecedero”, un lugar frecuentado por habitantes de la zona para compartir en la noche. Varios hombres armados, cubiertos con pasamontañas, irrumpieron en el lugar portando fusiles y pistolas.
De acuerdo con las versiones iniciales, los atacantes amenazaron a los presentes y, tras identificar a sus víctimas, dispararon de forma indiscriminada. Entre las víctimas se encuentran Franqui Ñáñez, Robinson Uribe y Brayan León, todos oriundos del municipio de El Rosario, así como una persona de la vereda Granada, en la zona rural de Taminango, en el norte de Nariño.
Un testigo presencial relató los momentos de pánico vividos dentro del establecimiento: ”Fueron minutos de terror. Escuchamos los primeros disparos contra el administrador, y la gente empezó a gritar. Muchos lograron escapar por la parte trasera que da al río”, narró, visiblemente afectado.
En videos que circulan en redes sociales, se pueden escuchar los desgarradores gritos de familiares y amigos de las víctimas al reconocer los cuerpos. En una de las grabaciones, una mujer, entre sollozos, grita desconsolada el nombre de uno de los fallecidos, mientras otras personas intentan calmarla.
Tras cometer la masacre, los perpetradores huyeron del lugar en motocicletas y vehículos que los esperaban en las afueras. Las autoridades iniciaron una investigación para identificar a los responsables, pero hasta el momento no se han reportado capturas ni se han establecido las motivaciones detrás del ataque.
La violencia en la región no es un fenómeno aislado. Esta masacre es la cuarta ocurrida en Nariño en los últimos diez días, sumando un total de 14 personas asesinadas en episodios similares. Las localidades de Policarpa, Ipiales y Puerto Remolino también han sido escenario de ataques violentos, lo que ha encendido las alarmas sobre la grave situación de seguridad en esta región del suroccidente colombiano.
El departamento de Nariño, en especial las zonas rurales y limítrofes con Cauca, ha sido históricamente una región afectada por la presencia de grupos armados ilegales. Las disputas por el control territorial, el narcotráfico y otras economías ilícitas han convertido a esta área en un foco de violencia recurrente.
En este caso, las autoridades no descartan que la masacre esté relacionada con disputas entre grupos armados o represalias específicas contra alguna de las víctimas. Aunque aún se investigan las circunstancias exactas del ataque.
La comunidad local vive entre el miedo y el dolor. Los habitantes de Nariño y Cauca han hecho reiterados llamados al Gobierno Nacional para que se tomen medidas concretas que garanticen su seguridad. Sin embargo, la percepción general es que las estrategias implementadas hasta ahora no han sido suficientes para frenar la escalada de violencia.
Por su parte, líderes sociales de la región han pedido la presencia de organismos internacionales y mayores recursos para las investigaciones. “Estamos atrapados en un ciclo de violencia que parece no tener fin. Las comunidades están desprotegidas, y los responsables de estas masacres continúan actuando con total impunidad”, afirmó un representante comunitario.
Entre las víctimas de este ataque, el asesinato del auxiliar de la Policía de Tránsito y Transportes ha generado especial preocupación. Este hecho resalta la vulnerabilidad incluso de los funcionarios encargados de velar por la seguridad en estas zonas.
Mientras las investigaciones avanzan, la comunidad espera que este caso no se sume a la larga lista de crímenes sin resolver en el país. El clamor por justicia y paz sigue siendo una constante en esta tierra marcada por el dolor y la resistencia.